Nueva York
La odisea espacial más terrenal de Yllana
Burlesque, teatro, circo y música se dan la mano en «A Marte cabaret», una nueva apuesta para público adulto con el sello cómico del grupo
«Yo he visto cosas que vosotros no creeríais...». A ver, cinéfilos, está claro, ¿no? Las naves en llamas más allá de Orión, las puertas de Tannhauser, etcétera. Pues sí, es «Blade Runner». Y no, no es sólo eso. Porque el relato del replicante sigue con una enumeración de «plutones» verbeneros, prostíbulos galácticos y orgías espaciales. Si «A Marte cabaret» fuera cine estaríamos ante una producción erótica de serie Z; pero hablamos del nuevo espectáculo que aterriza en la Gran Vía dispuesto a abducir al respetable. Al madrileño o al que sea: el Teatro Rialto está en plena Gran Vía, territorio de turistas, y la nueva producción del grupo Drive («Hoy no me puedo levantar», «Más de 100 mentiras») está pensada para establecer un encuentro en la tercera fase con cualquier terrícola, lleve o no cámara de fotos al cuello.
«A Marte cabaret» es un espectáculo creado y dirigido por el grupo Yllana, que sigue así la senda de su anterior éxito cabaretero, «The Hole» (de paso, le hará la competencia a «The Hole 2», que puede verse en el Teatro de La Latina, un montaje con el que Yllana ya no está relacionado). «Fue un espectáculo muy importante, de éxito, y lo hicimos nosotros: en éste intentamos dar un salto más allá, a nivel estético y de complejidad técnica –responde Ottone sobre la influencia de aquel cabaret–. En lo escenográfico, éste es mucho más completo». Y es cierto: una de las cosas que más llaman la atención es la enorme nave espacial con aspecto de torso femenino mutilado como una Victoria de Samotracia, una estructura metálica que remite inmediatamente a la María robótica de «Metrópolis». David Ottone y compañía mezclan en este cabaret algo de burlesque, «striptease» y bromas para adultos con otros géneros habituales en este tipo de espectáculos como el monólogo, sobre todo a cargo del maestro de ceremonias de este viaje espacial, Ángel Ruiz. Éste ha escrito las letras de algunas canciones, aunque la mayor parte de los textos del espectáculos llevan la firma de Secun de la Rosa. Hay además danza –con coreografías del ex bailarín de la CND Carlos Chamorro–, música y teatro gestual y clown, géneros teatrales servidos por unos «cazaufos» despistados y patosos, encarnados por dos de los propios Yllana, Fidel Fernández y Juan Ramos, además de un robótico mayordomo al que da vida Luis Cao.
Para Ramos, se trata de «un espectáculo muy especial, porque estamos en la Gran Vía, el centro de España, y la exposición es enorme». El fundador y actor de Yllana explica que «nos gusta mezclar muchas cosas que hemos visto fuera: esa experiencia nos hace pensar que tenemos un producto muy bonito e internacional». y no duda en soltarle un aviso a la competencia: «Está muy bien tener en la Gran Vía ''El rey león'' y propuestas de fuera, pero también que las haya de aquí».
Cuenta Ottone que «es un cabaret de gran formato como el que verías en Las Vegas, inspirado en la ciencia ficción, que mezcla estilos como el circo, el burlesque, el teatro gestual, la danza, el monólogo... para crear una bomba de entretenimiento. Está pensado para un público adulto con mente abierta, donde hay un punto de provocación como todo gran cabaret. Es el cabaret que le hace falta a Gran Vía, con ese punto transgresor, que dice cosas que no se escuchan en otros sitios. Y tiene un punto de encuentro con la actualidad». No faltan así alusiones a los políticos, aunque el montaje apenas entra en la sátira ideológica. Donde sí se moja es en el terreno de la libertad sexual: «Existe una narrativa, con un marciano, alguien que viene del futuro y que ya había vivido en la Tierra. Y una idea en el fondo: la defensa del ser diferente», explica Ottone sobre la idea de fondo del «show».
«A Marte Cabaret» reúne también cuatro momentos circenses: acrobacias sobre un punto fijo en suelo (Iurie Basiul), contorsionismos (Mousse), y acrobacias aéreas (por el duó formado por Álex Arce y Fer Fernández y las que interpreta Jenny Fernández). El «show» cuenta además con un par de «beat boxers» israelíes, Inon y Boaz Ben David, que se convierten en mesas humanas de Dj con sus ruidos vocálicos. Otros habitantes de esta taberna o lupanar galáctico son una cibernética Reyes Ortega, el Capitán Sex de Víctor Massán, la cazahombres, interpretada por la «pin-up» de talla generosa Vicky Tafalla, y la diva intergaláctica Elena Mora, «Nani». Estos últimos aportan la parte más «carnal», con algún desnudo integral, striptease parciales y números de burlesque. «Todo eso está metido en una coctelera para que salga un espectáculo muy divertido», prosigue Ottone. «Cuando nos lo propusieron, la idea fue hacer lo que nos gustaría ver si íbamos a Berlín, a Nueva York, a Las Vegas», prosigue Ottone. Para Ottone, «estar aquí, en Gran Vía, donde suele haber teatro o musicales, marca una diferencia. Y esta obra tiene una carga importante de provocación y erotismo».
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