Europa

Berlín

Caballo de Troya/Eurabia en 2050

Caballo de Troya/Eurabia en 2050
Caballo de Troya/Eurabia en 2050larazon

El Corán, además de una religión monoteísta, es un Código Civil y Penal, intocable, que ha grapado a sus creyentes en el siglo VII, chorrea sangre y trata a las mujeres como reses.

En calidad de médico consorte me invité a un congreso internacional de oncología en Berlín y la organización tuvo la aviesa cortesía de incluirme en el «Lady program» empotrándome en un autobús de gentiles damas dispuestas a arrasar las mejores tiendas de ropa y complementos de la ciudad. Tras un tentempié en la romántica Avenida de los Tilos logré fugarme con la sola salvaguardia del nombre de mi hotel para regresar en taxi y caminé sin rumbo la vieja capital prusiana hasta adentrarme en el barrio turco, abigarrado enjambre con televisión propia, en el que no se da la multiculturalidad que aparenta, sino la contracultura penetrada por la juventud berlinesa que hace allí su particular movida de fin de semana donde conviven en fiesta musulmanes y luteranos, ebrios y abstemios, moros y cristianos. Llamaron mi atención otomanos con camisetas con el guarismo 2050 en color verde, y también observé que las vendían en la Puerta de Brandemburgo. En el hotel me informaron: «Estiman que para el 2050 la inmigración y su presión demográfica les permitirá democráticamente incluir la «sharía», la ley islámica, en las Constituciones occidentales y para entonces Europa pasará a llamarse Eurabia. Ya tienen hasta el nombre y quedan pocos años». Me pareció una novela de Orwell, pero entendí mejor la resistencia de Alemania y Francia a la entrada de Turquía en la Unión Europea. Cien millones de musulmanes mirándonos como un balneario templan el ánimo.

Las pasadas insurrecciones juveniles y raciales en las barriadas extremas de París, Londres y otras ciudades británicas y los recientes atentados islamistas contra soldados, inglés y galo, con servicios en países musulmanes tienen distintas lecturas y sabores como una tarta de pisos. Las algaradas urbanas pueden ser interraciales o interreligiosas y antes que otra cosa son explosiones de desarraigados, de jóvenes que no se sienten integrados ni en la tercera generación y que deben su exclusión al fracaso de la las políticas sociales. Pueden ser islamistas, coptos o maronitas, aunque el wahabismo pasado de Egipto a Arabia, la yihad, el salafismo, las franquicias de Al Qaeda y todo el radicalismo islamista son petróleo en llamas. Por algo a Londres ya la llaman Londistán. Los lobos esteparios que vienen operando desde Boston son hijos de las madrassas donde se aprende el Corán de memoria tras miles de recitaciones hipnóticas, y son la reserva del contexto cultural e histórico en el que el profeta Mahoma dice haberlo recibido directamente de Alá. El Corán contiene suras estimables como la prohibición del cerdo para evitar la triquinosis o las cinco inclinaciones gimnásticas que desentumecen o las abluciones higiénicas, o hasta la poligamia cuando ampara a mujeres desamparadas. Pero el Corán, además de una religión monoteísta, es un Código Civil y Penal, intocable, que ha grapado a sus creyentes en el siglo VII, chorrea sangre y trata a las mujeres como reses. Pese al esplendor de los Omeyas y el Califato de Córdoba el islam está atravesando su equivalente a la Edad Media europea, y de ese Medioevo sólo ve salida mediante la confrontación y su hegemonía. Nuestro anterior presidente, al no tener ideas, introducía en su túrmix ideologías disparatadas hasta lograr vender a la ONU la periclitada Alianza de Civilizaciones con el respaldo interesado de Turquía e Irán. Como todo trampantojo, fue adquirido por asesores analfabetos y así en su primer mandato el presidente Obama en una conferencia en la Universidad de Cairo citó a Al-Andalus como prenda de la actual identidad musulmana. Ni Zapatero ni Obama (pese a su padrastro musulmán) han leído el Corán u olvidan una de sus suras: «Allá de donde os hayan echado, volved y matadlos a todos».

Y es que el Corán chorrea sangre y venganza y por ello ha de ser conocido en Occidente. Para hispanohablantes la mejor edición es la de Aguilar en versión literal e íntegra, traducida directamente del árabe antiguo, del judío español Rafael Cansinos Assens, tío de Margarita Cansino, más conocida como Rita Hayhworth. Ningún ateo podrá negar que los Evangelios son un canto de tolerancia y contra la violencia, pero el Corán no es un libro: es un arma. Aunque el rencor que destila se haya concentrado en el demonio americano, su próxima Europa siempre ha sido el sueño inalcanzable. Conquistaron Iberia y los godos les expulsaron; Carlos Martel les detuvo en los Pirineos; Vlad IV (el mito de Drácula) los derrotó en Valaquia; y sitiaron infructuosamente Viena. Al levantar el campamento, olvidaron sacos con café de Anatolia y en vez de la «sharía» nos descubrieron la cafeína. Ahora el traidor conde Don Julián es la inevitable y necesaria emigración. A nadie se le puede preguntar en la frontera si es fundamentalista y en la Europa cosmopolita impera lo políticamente correcto y es anatema intelectual el racismo o la xenofobia o la falta de respeto a religión alguna aunque haya devenido en una secta apocalíptica. Pero la predicción de las sudaderas 2050 no es un guiño ominoso que se deba desdeñar cuando el islamismo es más móvil y prolífico que el cristianismo. En Ceuta y Melilla ya no se sabe lo que somos. De matar a miles en las Torres Gemelas han pasado a degollar soldados de uno en uno. Que las tropas tengan que patrullar preventivamente los centros de Londres y París ya es suficiente anormalidad. Tienen tiempo, Eurabia espera.