Roma

El Estado contra el Estado: la Cosa Nostra acusa al Gobierno italiano

El histórico jefe de Cosa Nostra «Totò» Riina confiesa que fueron las autoridades las que llamaron a su puerta

La imagen de Riina cuando fue arrestado cuelga del Museo Antimafia en Sicilia
La imagen de Riina cuando fue arrestado cuelga del Museo Antimafia en Sicilialarazon

«Yo no he buscado a nadie, fueron ellos los que me buscaron a mí». Salvatore «Totò» Riina, histórico jefe de jefes de Costa Nostra, la mafia siciliana, y uno de los más grandes criminales de Italia en las últimas décadas (está condenado a 13 cadenas perpetuas por 150 asesinatos), sorprendió a los agentes que le custodiaban en prisión el pasado 31 de mayo con estas palabras.

El momento para pronunciarlas no podía ser más significativo: Riina se encontraba en la pausa de una audiencia del proceso de Palermo en el que se están juzgando los supuestos pactos que el Estado italiano estableció con Cosa Nostra entre 1992 y 1994. El mafioso participa en el juicio, que se celebra en la sala búnker de la cárcel palermitana de Pagliarelli, por medio de teleconferencias desde la prisión Ópera de Milán. Lleva 20 años en una celda de aislamiento bajo el régimen carcelario más duro, el 41 bis, que Italia reserva a los dirigentes del crimen organizado.

Riina es uno de los grandes protagonistas del proceso. Según la Fiscalía, junto a otros capos como Giovanni Brusca o Leoluca Bagarella, planificó un plan «para desestabilizar la política nacional», organizando matanzas que le permitieran luego ofrecer la paz al Estado y negociar desde una posición de fuerza. Las palabras de «el Corto», como se conoce a Riina por su baja estatura, apuntalan esa tesis.

Tras ser hechas públicas por los funcionarios de prisiones, el fiscal jefe de Palermo, Francesco Messineo, anunció que había tomado nota de sus declaraciones y que serían valoradas durante el juicio. No las consideró una confesión ni un indicio de que el histórico capo de Corleone fuera a colaborar con la Justicia a partir de ahora, aunque reconoció su «fuerte interés procesal».

«Cada vez que Riina habla, lanza siempre mensajes que tienen parte de verdad. Es la clásica manera de actuar de los mafiosos. Al decir esto, está mandando un mensaje a alguien o advirtiendo de que puede decir mucho más si quiere, que hay que tener cuidado con él», sostiene Salvatore Borsellino, hermano del magistrado antimafia Paolo Borsellino, asesinado por Cosa Nostra en julio de 1992, dos meses después de que también muriera en un atentado mafioso su compañero, el juez Giovanni Falcone. Borsellino lleva desde entonces clamando para que se aclare la supuesta complicidad del Estado en la muerte de su hermano.

«Las palabras de Riina no son nuevas del todo», recuerda. En 2011, salieron a la luz las declaraciones que el jefe de jefes le hizo al fiscal de Caltanissetta (una pequeña ciudad en el centro de Sicilia), Sergio Lari, quien investiga el asesinato del juez Borsellino y la posible participación en él de las cloacas del Estado.

En aquellos interrogatorios, Riina señaló a los servicios secretos como cómplices en el atentado al magistrado y dejó entrever que aún no se ha detenido a quien ordenó matarle.

Para el hermano de Borsellino, el viejo capo corleonés habla ahora porque nos encontramos «en un momento crucial», por la coincidencia del proceso de Palermo con el de Caltanissetta. «En el primero, el Estado está procesando a otra parte del Estado. Es algo histórico. En el segundo se trata de averiguar por qué se dirigieron hacia otra familia mafiosa la culpas de la matanza de Via D'Amelio». Fue en esa calle de Palermo, donde vivía la madre del magistrado, en la que se produjo el atentado que le costó la vida a él y a cinco miembros de su escolta.

«Riina se ve en la necesidad de mandar mensajes a los que realizaron los tratos con él o los que los mantuvieron con [Bernardo] Provenzano», quien le sustituyó como jefe de jefes en Cosa Nostra. El propio «Corto» ha dejado caer en varias ocasiones que fue su sucesor quien le vendió al Estado, permitiendo su detención tras pasar 24 años en busca y captura. Provenzano, arrestado en 2006 y también sometido al 41 bis, podría haber estado a punto de convertirse en colaborador de la Justicia, pero ya no podrá hacerlo. A sus 80 años, se encuentra en un estado físico y psiquiátrico lamentable. Tiene un cáncer y, hace un año, intentó suicidarse asfixiándose con una bolsa de plástico.

En un reciente vídeo hecho público por un programa de televisión, se le ve acabado: es incluso incapaz de coger un teléfono y de explicar cómo se había hecho el moratón que tenía en la cabeza. «Hay que tener muy en cuenta lo que le ha pasado a Provenzano en los últimos tiempos», denuncia Borsellino, invitando a pensar que su deterioro habría sido acelerado por alguien.

Habrá que esperar años para que concluya el proceso de Palermo y algo menos para el de Caltanissetta, pero las luces que arrojen, según el hermano del célebre magistrado, no serán nunca completas. «Tal vez se obtenga la verdad judicial, pero no la verdad total. Para ésa, aún falta mucho».

El beso entre Riina y Andreotti

Cuando Salvatore «Totò» Riina decidió hablar el pasado 31 de julio, provocó que uno de los agentes que le custodiaban le hiciera la pregunta que se hacen millones de italianos: «¿Es verdad que usted le dio un beso a [Giulio] Andreotti?» Ese supuesto beso entre el siete veces primer ministro de Italia y líder de la democracia cristiana con el jefe de jefes de Cosa Nostra habría sellado el inicio de su colaboración. Riina, también conocido como el «Corto» por su baja estatura, le respondió: «¿Cabo, pero usted cree que yo puedo haber besado a Andreotti? Le puedo decir que era un caballero y que yo he sido siempre del área ''andreottiana''».