Estados Unidos
El perdedor más influyente
El 14 de enero de 1963, George Wallace juraba como gobernador de Alabama. y se convertía en la cabeza del movimiento contrario a la integración racial
Corría el año 1963 y George Wallace se colocó frente a la Universidad de Alabama para oponerse a la entrada de dos estudiantes negros impuesta por el Gobierno Federal. Wallace no consiguió impedir a los jóvenes de color que estudiaran en la universidad y los periodistas más influyentes de la nación lo criticaron de manera despiadada. Sin embargo, más de cuarenta mil personas que lo habían visto por televisión llenaron su oficina de gobernador de Alabama con cartas y telegramas de felicitación. Al año siguiente, Wallace se postuló en las primarias del Partido Demócrata a la presidencia con un fondo inicial de tan solo setecientos dólares. Los especialistas afirmaban que no conseguiría más del cinco por ciento de los votos.
En el sur, uno de cada tres votó por él y cuando comenzó su campaña en el norte, diluyó el mensaje de supremacía racial y subrayó los aspectos conservadores como la familia, la importancia de las creencias religiosas, el valor del esfuerzo personal y la necesidad de respetar las ideas de cada comunidad local. En 1968, Wallace había creado un tercer partido –el Americano Independiente–, que contaba con un respaldo de no menos del quince por ciento del electorado. En 1972, su mensaje –base de lo que sería la revolución conservadora de Ronald Reagan– parecía imbatible. Wallace apoyaba la reducción de impuestos para la clase media, defendía la ley y el orden, veía con horror el gasto público y las subvenciones y oponía el sentido común a la acción de los burócratas. Para ese año, no pocos analistas consideraban que Wallace podía llegar a la Casa Blanca porque era mucho más agresivo y claro que Nixon en la defensa de la denominada «mayoría silenciosa». Incluso era posible que hiciera volver a los demócratas a la época anterior a los Kennedy y, de hecho, había ganado las primarias en Tennesse, Carolina del Norte, Florida, Maryland y Michigan.
Sin embargo, el 15 de mayo de 1972, un desempleado disparó contra él en un aparcamiento de Maryland mientras hacía campaña para la nominación por el Partido Demócrata. Aquel tiro le dejó paralítico y evitó que pudiera ser presidente, pero, sobre todo, lo sumió en una crisis espiritual. Pasó 1974 entregado a la lectura de la Biblia y llegó a la conclusión de que su racismo había sido dañino. Ese mismo año, desde su silla de ruedas, pidió públicamente perdón por sus pecados ante una congregación evangélica bautista de Alabama, formada completamente por negros. Fue el inicio de una nueva vida. En 1982, ganó las elecciones a gobernador por cuarta vez. Cuando falleció en 1988, su partido rival, el republicano, había absorbido totalmente las líneas maestras de su proyecto político. Fue así como Reagan llegó a la Casa Blanca y como, en 1994, los republicanos lograron su primer presidente del Congreso en cuarenta años. No resultaba injustificado el que se le conociera como el «perdedor más influyente en la Historia de los Estados Unidos».
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