Estados Unidos

Vestidas para matar

LA RAZÓN pasa un día en una feria en Gettysburg. Muchas mujeres acuden a comprar armas de fuego. Acusan a Obama de proteger a sus hijas con el Servicio Secreto y no dejar a las mujeres comunes adquirir armamento para defenderse

Vestidas para matar
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Un rifle semiautomático rosa destaca en un puesto de la feria de armas celebrada el fin de semana pasado de Gettysburg (Pensilvania). «Ese color le gusta mucho a las mujeres», sonríe Mike, gestor de este encuentro y que sólo facilita su nombre. «En los últimos tiempos ha habido mucha demanda entre las mujeres», explica. Según la Asociación Nacional de Bienes del Deporte (NSGA, por sus siglas en inglés), la participación de mujeres en deportes de tiro al blanco aumentó de 3,3 millones en 2001 a cinco en 2011, un 51 por ciento más.

Hasta esta feria de Gettysburg han acudido vendedores de todo el estado para ofrecer escopetas, pistolas, balas, blancos, recortes de prensa de las grandes batallas de Estados Unidos o condecoraciones de los héroes de guerra. Los techos del recinto son altos. Hace frío. Hay una luz blanca artificial que ilumina el lugar y se confunde con la natural que entra de la calle. El ambiente es tranquilo. Casi todos se conocen. Y si no, se hacen amigos de forma inmediata. Acuden familias, conocidos, vecinos y padres con sus hijos para pasar el rato. «No sabíamos qué podíamos hacer hoy y hemos venido aquí», reconoce una madre que ha parado un momento para comprar un helado a sus dos hijos en el restaurante de comida rápida del recinto. Son dos días de feria, sábado y domingo, en el complejo Allstar Events. Este fin de semana habrá otro show en el pueblo de Allentown.

Hay pistolas semiautomáticas por 400 dólares. Las escopetas por lo general cuestan más de 1.000 dólares. Los paquetes de cien balas llegan a los 30 dólares. Hay miles de escopetas, pistolas, mosquetes y otras armas que se distribuyen entre los 500 puestos que alberga el lugar. Rifles Baker del siglo XIX y Springfield del XX, de madera. También M-16 de asalto. Y hay algunas armas de plástico, que es la mejor forma de sortear el detector de metales.

Todo el mundo viste pantalones vaqueros y chándal con botas o zapatillas.Los más jóvenes prefieren las armas automáticas. Los mayores echan un vistazo a los rifles y las pistolas de las guerras de Estados Unidos. «Aunque todo depende de la persona. Cada uno tiene su gusto. Su bolso, por ejemplo, es bonito. Pero puede que haya a alguien a quien le guste mucho más o menos que a usted», dice Mike comparando un bolso con un arma de fuego.

Joyas y balas

No sólo hay armas: en uno de los puestos se pueden comprar joyas antiguas, que recuerdan a las que se podían llevar cuando se libró en Gettysburg la famosa batalla por la que es conocido este lugar. Se prolongó durante tres días, entre el 1 y el 3 de julio de 1863, y habitualmente es descrita como el enfrentamiento que cambió el curso de la guerra entre el norte y el sur.

La entrada a esta feria cuesta siete dólares. Muchos de los asistentes descansan en la entrada mientras vigilan la escopeta que han traído. Se puede entrar con un arma, siempre que esté descargada: un hombre enseña su pistola semiautomática antes de acceder al lugar de venta. Abre la cámara. Y se pueden ver las balas. No le permiten la entrada: está escrito a mano en un cartel. Al lado de otro que dice que se investigará el historial de cada comprador, aunque luego ninguno de los vendedores lo lleva a cabo en el interior. Parece como si estuviese escrito a causa de la tragedia de Newtown (Connecticut), donde murieron 20 niños el diciembre pasado y que sirvió para reavivar el debate sobre las armas en Estados Unidos. Parece escrito por obligación.

Entre los quinientos puestos destaca el de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés). Cuesta 25 dólares hacerse miembro y otros 25 al trimestre. El hombre que está al otro lado de la mesa sonríe. Acaba de conseguir dos nuevos miembros. «Deme su número de teléfono. Seguimos en contacto», les asegura al nuevo socio y su esposa. Al otro lado, otro estadounidense está especializado en condecoraciones. Las más valiosas son las que están mejor conservadas. También depende si el héroe de guerra de turno la ganó tras una misión en la que salvó muchas vidas.

Pasan las horas. Y el puesto de garrapiñados que hay en el centro empieza a hacer más caja. Está justo al lado de un rifle Yugo AK-47. Es una oferta especial: 1.399 dólares. El vendedor aclara en un cartel que nunca ha sido disparado antes. Una ganga, por tanto. Vende también rifles de otros países, entre ellos destacan los de los países ex comunistas como Rusia y comunistas como China.

Una vendedora nos vigila mientras intentamos hacer una fotografía. Nos interrumpe. «¿Qué hace? Usted no es de por aquí, ¿verdad?», apunta. «Espero que fotografíe sobre la libertad y la verdad de Estados Unidos», asegura en clara referencia a la Segunda Enmienda de la Constitución, donde se garantiza el derecho a portar armas. «¿Qué va a contar? ¿Mentiras sobre que a los estadounidenses nos gustan las armas? Ya sé lo que hacen ustedes. Hacen una foto y escriben algo malo para que luego la gente piense lo que sea», anticipa. El guardia de seguridad de la feria se aproxima: «No quiero interrumpir. Pero hay que tener en cuenta que las hijas de Obama tienen seguridad y están protegidas por veinte guardias bien armados. En cambio, quiere que nuestros hijos estén indefensos en las escuelas». Este es el último argumento del debate.

Locos desarmados

Sin duda el guardia ha visto el controvertido anuncio de televisión que emitió la semana la Asociación Nacional del Rifle en el que se tachó a Obama de «hipócrita elitista» por querer declarar las escuelas lugares libres de pistolas mientras sus hijas, Sasha y Malia, están protegidas por el Servicio Secreto.

La mujer que nos ha interrumpido asegura que su «marido lleva coleccionando armas durante 20 años. Ahora las vendemos desde hace dos años. Deberíamos estar jubilados. La mala situación económica no nos lo permite». Y añade que está convencida de que es culpa del presidente Barack Obama que el banco le haya cancelado la tarjeta de crédito. Más tarde, el gerente Mike nos invita a abandonar la feria. «Se acabó el "show". Aunque somos gente amable no nos gusta que los periodistas no nos pidan permiso para entrar aquí», se justifica antes de asegurar de que no cree que la ley de Obama de restricción de armas salga adelante en el Congreso. «Sí, claro que estoy de acuerdo con que se lleve un control de quién compra armas. Nosotros somos buena gente. Todos los que han venido a esta feria son honradas, personas familiares. Vecinos. Yo estoy de acuerdo con que un enfermo mental no debería tener acceso a todo esto», continúa en referencia al caso de Adam Lanza, responsable de la tragedia de Newtown (Connecticut), donde mató a 20 niños de entre 6 y 7 años.

El jueves de esta semana se presentó de manera ofilcial la ley de prohibición de armas de asalto en el Congreso, la cual expiró en 2004, precisamente porque los demócratas no se atrevieron a renovarla por el elevado coste político en los estados con tradición de cultura de armas. La ex representante demócrata de Arizona Gabrielle Giffords, tiroteada en la cabeza, declaró antes de la tragedia a «The New York Times» que ella también tenía una pistola en casa. Sabía que tenía que decir esas cosas para llamar la atención de sus votantes, ya que representaba a un distrito conservador.

El día de la feria, antes siquiera de la introducción de esta iniciativa en el Congreso, Mike sonrió preguntado al respecto: «No va a cambiar nada».

Entre 250 y 300 millones de armas en EE UU

Nadie sabe exactamente cuántas armas hay en Estados Unidos. Según un informe del Congreso sobre su control realizado el pasado noviembre, existen entre 250 y 300 millones de armas.

Se desconoce quién las compra, porque no hay ningún registro nacional de los propietarios. Los únicos estados que obligan a adquirir un permiso son Nueva York y Connecticut. Tampoco existen registros en las fuerzas policiales sobre las armas que se utilizan para cometer crímenes. Con los 23 decretos que ha firmado el presidente Barack Obama, se va a poder levantar el bloqueo a los estudios federales para analizar las causas y efectos de la violencia con armas. El último se hizo hace 20 años. Con las iniciativas del presidente, también se creará una base de datos para registrar todas las armas.