Italia
Vuelve Berlusconi
No es una broma, porque ahora ya no se trata de sus «bellinas», sino de la prima de riesgo y del rescate de Italia, España y «tutti quanti». Al «Il Cavaliere» se le ha pasado la hora. Maldita la gracia.
Los avatares rijosos de Silvio Berlusconi no pasarían de historietas de viejo verde de no ser porque afectan gravemente a la Unión Europea y España. Para evitar su juicio por presunta prostitución de una menor magrebí, Karima el Mahroug, alias Ruby, a la que llegó a pasar por sobrina de Mubarak, retira la confianza al primer ministro Mario Monti y adelanta unas elecciones con las que decide volver. Las comparaciones no son odiosas y al menos nosotros no tenemos que avergonzarnos de que Rajoy o Rubalcaba organicen «bunga-bunga» en sus residencias privadas, en mitad de la crisis, con conejitas trasladadas en aviones de la Fuerza Aérea. Es verdad que Monti es un técnico no elegido democráticamente, pero también es un senador vitalicio, un político florentino a quien sobra la «fineza» que reclamaba el maquiavélico Andreotti.
Berlusconi es un cantante de cruceros, testaferro de los dineros socialistas del corrupto Bettino Craxi, emperador del ladrillo y los medios de comunicación que ocultan o jalean su sicalipsis senil, incluidas varias televisiones españolas. El presidente Aznar nunca fue su compadre y sólo soportó su simpatía chabacana porque entonces era un socio europeo que convenía cultivar. No se pueden concebir personajes más dispares que el adusto José María Aznar y el «vivalavirgen» de «Il Cavaliere». Ha iniciado su precampaña descalificando a la canciller Angela Merkel, la segunda más poderosa tras Obama, y tachando de estafa la prima de riesgo, que lo será pero que ya han rebajado las Bolsas de Milán y Madrid.
Como es sabido, en Italia nadie vota a Berlusconi pero siempre acaba logrando formar Gobierno vendiendo populismo de supermercado. Por eso es peligroso su regreso o su protagonismo aunque el prudente Monti decida también ser candidato. Berlusconi mueve la palanca de la larga inquina italiana hacia los alemanes, a los «tedeschi» y de la extorsión de los recortes impuestos por la UE del norte a los socios mediterráneos y atlánticos. El ministro De Guindos dijo en un corro de colegas europeos de finanzas: «Rescatar España son ciento cincuenta mil millones de euros; pero detrás viene Italia con ciento setenta mil». Con Silvio Berlusconi y un programa de «bunga-bunga» que suscribirían todos los que disienten en España, juristas, sanitarios, enseñantes, separatistas, con razones o sin ellas pero siempre desatendiendo lo imposible y haciendo cálculos sobre la construcción de una tortilla sin romper los huevos, caería Italia arrastrándonos pese a la desgana de Rajoy por ser rescatado en este lentísimo naufragio.
Cuidado, ellas primero
El general Norman Schwarzkopf cuenta en sus memorias que, en los prolegómenos de la Guerra del Golfo, una marine conducía rauda un «jeep» por territorio saudí cuando la detuvo escandalizado un policía caminero, dado que las mujeres no pueden conducir un auto. La dulce chica se apeó, le desarmó, le arrastró por el suelo a patadas en el culo y reanudó su viaje militar a toda velocidad.
Esta semana, la comandante de helicópteros Mary J. Hegar ha presentado en San Francisco una demanda civil contra el Pentágono por discriminación al no permitirle combatir en primera línea. El Estado Mayor americano no duda de la entereza castrense de sus mujeres (150 bajas mortales en la guerra de Irak y Afganistán), pero teme la inclinación protectora de los varones. Si un pelotón choca con una barrera de fuego, ha de retirarse a la primera posición cubierta para evaluar un contraataque, dejando las bajas en el terreno para su ulterior evacuación. La experiencia en las últimas guerras de EE UU dicta que si cae una soldado los hombres rompen su formación y, en un movimiento instintivo, corren a socorrerla poniendo en peligro a todos. Un vestigio de «las mujeres y los niños primero», lema con el que comenzó a hundirse el «Titanic». Ningún soldado inmisericordemente entrenado apuesta la vida, y la de toda una sección, por paternalismo o consideración de la mujer como inferior. Desde el fondo de las gónadas algo le dice al hombre que la mujer es insustituible. Meditación para feministas y convencidas de que la violencia es de género.
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