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La soledad del hombre de Estado

«El ejercicio del poder» se adentra en los despachos gubernamentales franceses

«El ejercicio del poder»
«El ejercicio del poder»larazon

En los últimos años, el cine francés se ha aproximado a la política de su país a partir de algunos de los protagonistas directos de su historia más reciente, como François Mitterrand –«Presidente Mitterrand» (2005), de Robert Guédiguian– o Nicolas Sarkozy –«De Nicolas a Sarkozy» (2011) de Xavier Durringer–. Pierre Schoeller parte de la ficción para reflexionar sobre el campo de acción político sin ocultar todas las intrigas y conspiraciones de despacho que traen tras de sí. Todo ello contado a partir de un anónimo ministro de un anónimo gobierno francés. El realizador explica cuáles son las líneas generales de esta película y por qué optó por una figura como la de Bertrand Saint Jean, interpretado con mano maestra por Olivier Gourmet. Preguntado sobre por qué eligió este personaje, responde que «no me interesaba tanto la figura de un ministro de Transporte propiamente dicha, sino la situación de un hombre que se encuentra en el centro de la acción del Estado, un ministro totalmente entregado a esa tarea. Tardé siete años en escribir el guión. Decidí eliminar las grandes cuestiones de sociedad y de política que hubiesen implicado la elección de un Ministerio "importante", como Educación o Justicia, por ejemplo. Quería una figura más normal, más de andar por casa, más en línea con un campo de acción gubernamental que resultara tangible».

Impactante inicio

Entre los muchos méritos de la película destaca su impactante escena inicial, en la que Saint Jean tiene que hacer frente a una grave crisis de su departamento. El suceso fue una de las primeras ideas del cineasta: «Se me ocurrió muy pronto esa secuencia inicial con el accidente de autocar, con niños como víctimas como metáfora de generaciones futuras... Así se fue forjando la figura de ese personaje».

Todo el peso de la cinta recae en el ministro, con todas sus dudas y complejidades a cuestas. Pero el cineasta lo niega, porque apunta que «no pensé en ningún modelo concreto; sólo quería que fuese un «joven», de unos 40 años, pero ya inmerso en el poder. Saint-Jean, como personaje, es pura ficción. Lo que me interesa no es la clase política francesa propiamente dicha, sino, repito, la situación del poder».Por eso, el espectador tampoco podrá saber nada del color político en el que se esconden los protagonistas de esta producción. «Fui consciente desde el principio de la dificultad, y del riesgo de hacer una película ambientada dentro del corazón mismo de la acción política, mientras se pretendía al mismo tiempo desmarcarse de cualquier tipo de imitación de la política-espectáculo, eso que los medios nos sirven en dosis abundantes todos los días, hasta llegar a provocar cierta náusea hacia la política... Por lo tanto, hago un pacto con el espectador: vamos a olvidarnos de etiquetas, de ideologismos tipo derecha-izquierda, y vamos a centrarnos en la realidad de la acción gubernamental, en su realidad física y orgánica».

Caos en Grecia

Pese a la ficción, el director tampoco ha olvidado la realidad actual para rodar «El ejercicio del poder». La crisis económica, especialmente el inicio del caos en Grecia, no han sido descartados por parte de Schoeller, creando una suerte de trama paralela con la de Saint Jean. Por eso, matiza que «a medida que rodaba la película, la crisis financiera, más tarde la crisis económica, luego la crisis social, iban en aumento e intensidad, y ahora vivimos bajo el peso de sus escombros. Veo en esta crisis un desafío enorme y muy difícil para nuestras democracias. Hoy no se sabe si estamos al borde de 1789 o de 1933. Evidentemente, prefiero pensar que lo primero», asegura el director.

En camino hacia la trilogía

Schoeller sorprendió hace unos años con «Versailles», una película protagonizada por Guillaume Depardieu y que logró el apoyo de público y crítica. Era la primera entrega de un proyecto de trilogía sobre el poder del que su nueva película es la segunda entrega. Siete años para la redacción del guión y seis meses para completar el reparto de «El ejercicio del poder» demuestran la meticulosidad de un cineasta comprometido en cada uno de sus trabajos.