Moda
Karl es mi padre por Clara Courel
Nos ha dejado pero, afortunadamente, nos queda su gran obra
Si el síndrome de Stendhal fuera aplicable a las personas,confieso que con él, pude sentirlo. Tuve la gran suerte deconocerle, de entrevistarle, de realizar preciosos y exclusivosreportajes de moda, en la residencia privada de Coco Chanel o en los talleres de la firma; o de visitar, de la mano de esta maison francesa, los pequeños talleres de las petites mains de París, casas de artesanos como Lesage, Massaro o Lemarié, que gracias al mecenazgo del Kaiser de la moda pudieron sobrevivir en París y que, de hecho hoy siguen siendo un auténtico referente para el mundo de la Alta Costura, realizando minuciosos encargos de fantásticas flores y plumas y bordados de ensueño, para las casas de moda más exclusivas del mundo.
También tuve el honor de ser invitada a algunas de sus fiestasprivadas ¿La mejor? Una en la que, entre la legión de españolesse encontraban Pedro Almodóvar, Bibiana Fernández, Paz Vega oJude Law... ¡una noche memorable! Pero lo mejor de todo, loque más agradezco, como amante de la moda que me considero,es el hecho de haber tenido la gran oportunidad de poderpresenciar muchos de sus memorables desfiles de prêt-à-portery Alta Costura en París y, claro, también los de Fendi en Milán.Así, como no iba yo a sentir mi propio Síndrome de Stendhalsiempre que le tenía cerca, esa misma sensación de ahogo y deemoción, de respeto y pleitesía, de absoluta admiración ante unhombre genial que, más allá de la costura (innegable legado), hasido y será uno de los artistas más relevantes de nuestra era.
Fotógrafo, mecenas, modisto, icono, intelectual... "Karl es mipadre", un eslogan mítico del `fashion business que incluyo entremis frases favoritas, porque con él he aprendido lo importanteque es no rendirse hasta el final y que "vivir tus memorias cadadía es mucho mejor que tener que escribirlas". Ésta era una desus máximas y, desde luego, lo ha demostrado, retirándose tan solo unos días antes de su fallecimiento.
Nos ha dejado pero, afortunadamente, nos queda su gran obra. Los que amamos la belleza le debemos mucho. Su buen gusto, su talento, su poder de reinvención, su imaginación desbordante, su virtuosismo con la aguja y una energía de otro planeta. Descanse en paz querido Kaiser.
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