Restaurantes

Miguel Marinero: Asturias en el corazóny en la mesa

Diseñador. No recuerda muy bien sus orígenes culinarios, pero reconoce que se apunta a cursos para perfeccionar

Miguel Marinero: Asturias en el corazóny en la mesa
Miguel Marinero: Asturias en el corazóny en la mesalarazon

No recuerda muy bien sus orígenes culinarios, pero reconoce que se apunta a cursos para perfeccionar

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Calamares en su tinta

Elaboración:

-Pelar y cortar tres cebollas grandes y dos ajos (para un kilo de calamares), y ponerlos con abundante aceite de oliva a freír muy lento.

-Limpiar bien los calamares y separar la tinta; para después cortarlos en tiras de un centímetro.

-Cuando estén las cebollas y los ajos pochados, se añaden los calamares (mezclándolos con una cuchara de madera).

-En un mortero machaca la tinta con un poco de vino, que se tendrá que colar antes de vertir sobre los calamares. Se pude añadir un poco más de vino y se deja hervir, con mucho cuidado de que no se pase de cocción para que no queden correosos.

-En casa no añadimos pan tostado para espesar la tinta, estos calamares de potera no lo necesitan.

Para acompañar: se puede poner un cuenco de arroz blanco o una fuente de patatas fritas.

Entre colocar su colección de otoño-invierno y el proyecto Two Stories-One Spirit, con el que el peletero Miguel Marinero promete en septiembre revolucionar desde la calle Serrano (número 25) del barrio de Salamanca de Madrid, apenas le queda tiempo para meterse en la cocina, pero lo bueno de desconectar en Llanes y de la necesidad de comer todos los días, es que no te queda otra que improvisar platos sencillos con el mejor producto. «En Asturias tenemos la suerte de contar con una materia prima excelente. Los primeros calamares de la temporada son un manjar y, en general, todo el pescado. ¡Como los pitus de corral! Siempre nos llevamos provisiones de aquí, sobre todo embutido asturiano», comenta.

Es un gran chef, de los que no dudan en apuntarse a cursos, aunque no recuerda cuándo aprendió a cocinar: «Ha sido una cosa espontánea con los años y, probablemente, contagiado por mi mujer. Inés es asturiana y su patriotismo engancha. En casa lo mismo pasamos de comer unas verdinas con centollo a una ensalada de lechuga de nuestro huerto».

Son un matriarcado, aunque la cabeza visible sea el peletero. Las dos Inés de su vida también son las que marcan el rumbo. «Los cinco que vivimos en casa disfrutamos a diario de la cocina, nos gusta comer bien y nos vale cualquiera que esté elaborada con un producto fresco. Vivo rodeado de amigos y médicos homeópatas, y no me queda otra que estar siempre a dieta y pasando hambre, por lo que intento comer equilibrado y sano, sin tener que pesarme después de una celebración. Simplemente no cometo excesos, mi dieta es equilibrada día a día, aplico el sentido común».

Si tuviera que decantarse por un guiso, Miguel Marinero lo tiene claro: «Un buen besugo al horno asado de manera tradicional, con su fondo de cebolla. El que más disfruto es el que pescamos nosotros para después compartirlo con amigos en casa. Una de mis aficiones favoritas es la pesca y la ventresca de bonito es un clásico. Además, mi frigorífico es grande, gigante. Perfecto para cocinar sin límites. Puedes encontrar productos frescos o comida lista para calentar. Muchos tipos de quesos y embutido no faltan para sobrevivir todos los que somos», explica relamiéndose.

Y si hay un sabor que le ha marcado el sentido, ése es, sin duda alguna, «el olor del bizcocho en el horno». Viaja con frecuencia y le gusta probar las cocinas tradicionales: «Por si acaso, no he querido preguntar qué era lo más extraño que he probado pero sí recuerdo que en alguna región del sudeste asiático nos pusieron platos bsatante difíciles de pronunciar y que no sabía qué podía ser aquello».