Patrimonio

Duque de Medina Sidonia: «Pido que me dejen participar en la gestión del patrimonio del Ducado»

El primogénito de «la duquesa roja» está satisfecho con la sentencia que le reconoce unos derechos negados, pero no va a permitir que se le excluya de la fundación.

Duque de Medina Sidonia: «Pido que me dejen participar en la gestión del patrimonio del Ducado»
Duque de Medina Sidonia: «Pido que me dejen participar en la gestión del patrimonio del Ducado»larazon

El primogénito de «la duquesa roja» está satisfecho con la sentencia que le reconoce unos derechos negados, pero no va a permitir que se le excluya de la fundación.

El vigésimo segundo duque de Medina Sidonia, Leoncio Alonso González de Gregorio Álvarez de Toledo, titular y cabeza en la actualidad del condado y ducado más antiguos de España, es una persona moderadamente satisfecha con la sentencia dictada por el Juzgado de Sanlúcar de Barrameda, que ha condenado a la Fundación Casa de Medina Sidonia a devolver más de 33 millones de euros a los tres hijos y a la viuda de la anterior titular del ducado. Pero el mayor de los hijos de Luisa Isabel Álvarez de Toledo –conocida popularmente como «la duquesa roja»– matiza que está parcialmente satisfecho porque se reconocen unos derechos que eran negados de plano, aunque no está de acuerdo con los detalles de la sentencia misma.

«Tanto mis hermanos como yo consideramos que ésta es favorable sin duda, sobre todo en el aspecto económico, aunque conviene que se sepa que hemos aceptado unas valoraciones mínimas de un patrimonio cuyo valor asciende a varios cientos de millones. La cantidad determinada por el tribunal no comprende el importe total de las legítimas, pues no se han incluido bienes que están en la fundación y que no pudieron ser valorados por las trabas que impuso la directiva a la labor de las albaceas nombradas por mi madre, algo que reconoce el propio juez. Pero –prosigue– lo más preocupante para mí es que la sentencia no garantiza la vinculación material de los duques de Medina Sidonia en el presente y en el futuro con un patrimonio que sus antecesores fueron conformando durante más de 700 años. También porque no se me reconoce el derecho sobre la fundación, que ahora está en manos de Liliane Dalhmann, la viuda de mi madre, y del Patronato. De él forman parte el Ayuntamiento de Sanlúcar, la Diputación de Cádiz, la Junta de Andalucía, la Dirección General de Archivos y Bibliotecas y el Ministerio de Cultura y, aunque yo soy vocal, hace un mes fui suspendido de mis funciones», explica a LA RAZÓN.

El primogénito de «la duquesa roja», Leoncio Alonso González de Gregorio Álvarez de Toledo, aunque él prefiere obviar el nombre de Leoncio y usar el de Alonso, es profesor de Historia de la Economía en la Universidad de Castilla-La Mancha. El duque es un apasionado de la historia de España y experto en investigación, gracias, en gran parte, a la influencia de su madre, que le inculcó siempre ese interés. De ahí que reclame ahora al Tribunal Superior de Andalucía, en el recurso presentado el pasado enero, que se reconozca su cuota de propiedad de los bienes donados a la fundación: el palacio ducal de Sanlúcar con su contenido; el Archivo, considerado como uno de los de carácter privado más importante es de Europa; y las obras de arte, muchas propiedad de los herederos pero depositadas ahora en la sede de la fundación.

«Yo no quiero, en manera alguna excluir a nadie de la institución que alberga seis millones de documentos de un valor incalculable, tasados casi de manera simbólica en 30 millones de euros. Pero sí reclamo mi derecho a supervisar y participar en la gestión de esos fondos históricos, una labor que han desempeñado con mayor o menor fortuna mis antepasados y por eso siguen estando accesibles en el Palacio de los Guzmanes después de siete siglos. Mi familia –comenta– ha demostrado a lo largo de todo ese tiempo su voluntad de conservar ese inmenso capital histórico y su capacidad para hacerlo. Lo que pido es que se abra una negociación para llevar a cabo cambios estatutarios en la fundación que me permitan participar activamente en la gestión del Archivo y en la conservación del patrimonio de la Casa Ducal», añade.

«A beneficio de inventario»

El actual duque fue nombrado heredero universal por su madre, que aceptó «a beneficio de inventario»,ya que observó que las deudas eran superiores a los dineros transmitidos. Desde entonces, no ha dejado de encontrarse con situaciones muy incongruentes, especialmente en los últimos meses. «Hace unos días fui con un notario a la sede de la Fundación porque se me había negado la entrada en el edificio con anterioridad, a pesar de ser el duque de Medina Sidonia y vocal del Patronato. Quería que se levantara acta de la prohibición, así como entregar una carta en la que reclamaba mis derechos, y fue entonces cuando me enteré de que estaba suspendido de mi condición de miembro de la Fundación. Es verdad que yo dimití de ese cargo en 2004 por diferencias serias en su actuación, pero tras la muerte de mi madre me llamaron para decirme que habían cambiado los estatutos y que yo era vocal nato, participé en algunas reuniones y después dejaron de convocarme por razones que nunca me explicaron», subraya el duque.

Alonso explica con detalle que, ante la confusión creada en torno a su condición de vocal del Patronato, hace un mes consultó al Ministerio de Cultura, que le respondió que él no figuraba como vocal. Eso le decidió a presentarse en la Fundación reclamando sus derechos a entrar y comprobar el estado de los bienes que la sentencia ya reconoce como parcialmente suyos. Fue entonces cuando le informaron de que estaba «cesado en sus funciones» y él aprovechó para pedir información contable y administrativa de la Fundación.

Admiración materna

A pesar de las disputas y litigios que hubo en vida de su madre, Alonso González de Gregorio declara que siempre se sintió muy unido a la anterior duquesa de Medina Sidonia: «Fue una relación no muy extensa en el tiempo, ya que se vio interrumpida por varias circunstancias. En primer lugar, por la separación de mis padres, que hizo que viviéramos a veces con él, Leoncio González de Gregorio, y en otras ocasiones, las menos, con ella. Pero en este último caso, la convivencia se vio interrumpida durante largos periodos por la estancia de mi madre en la cárcel y sobre todo durante su posterior largo exilio debido a su activismo político de izquierdas y su oposición al régimen franquista. Su presencia en la provincia de Almería para protestar por las bombas de Palomares, al estar vinculada como marquesa de los Vélez, a la comarca donde se produjo el incidente la condujo a prisión y, más tarde, las numerosas causas pendientes con la Justicia del régimen dictatorial la obligaron a exiliarse durante los últimos años del franquismo. Pero yo he admirado siempre a mi madre –precisa–, tuvo una gran influencia en mis hermanos y en mí, que siempre vimos a una mujer de gran fortaleza defensora de sus ideales. Siempre respeté sus decisiones y en la medida que pude la ayudé hasta donde ella me dejó». Y el duque indica que agradece «los valores que nos inculcó, el aprecio por la Casa Ducal, el interés que fomentó en nosotros hacia la historia de nuestra familia y la responsabilidad de conservar el patrimonio que había heredado de sus antepasados», añade.

Alonso reflexiona al contestar a la pregunta de por qué se distanciaron su madre y él y cuáles fueron las razones últimas que provocaron el alejamiento entre ellos. Confiesa que, después de pensar mucho en ello durante décadas, ha llegado a la conclusión de que no es capaz de comprender qué los llevó a separarse y a permitir que hubiera un desgarro como el que se creó entre ambos con los años, lo que sólo deja como conclusión que fue creciente la influencia de «elementos externos interesados próximos a mi madre» los que alimentaron el distanciamiento. Todo ello no le impidió, sin embargo, visitarla poco antes de morir: «Fui a verla cinco días antes de su muerte y, aunque estaba bastante delgada y tosía, no pensé que estuviera tan enferma como para morir en un plazo corto. Mi padre acababa de fallecer hacía un mes y sus últimos días fueron muy penosos, al ver cómo se deterioraba poco a poco. Pero en el caso de mi madre, no se me ocurrió que iba a ser la última vez que la viera viva. En un lapso muy breve murieron los dos. Ellos se separaron en 1960, pero mi padre sólo le pidió el divorcio apenas dos años antes de morir y, curiosamente, mi madre se negó y no quiso aceptarlo. Pero el juez sí se lo concedió por el tiempo que llevaban separados, más de cincuenta y cinco años».

Matrimonio sorpresa

La negativa de su madre a divorciarse de su marido, con el cual no coincidía para nada ideológicamente, hace creer al actual duque que en el pensamiento de ésta no estaba el casarse con su secretaria y presidenta de la Fundación, Liliane Dalhmann, a pesar de que el matrimonio gay estaba reconocido hacía tiempo. Por eso, él también se sorprendió con el matrimonio «in articulo mortis» pocas horas antes de su fallecimiento.

Pero, como ha manifestado el XXII duque de Medina Sidonia en el transcurso de esta entrevista, entre sus proyectos de recuperar lo que en buena ley le pertenece no está el de excluir a nadie. Lo que le guía es mantener un ingente patrimonio histórico que empezó a formarse después de la gesta de Guzmán el Bueno, un hombre leal que optó por sacrificar la vida de su hijo antes de entregar la plaza de Tarifa a sus enemigos y que recibió de Fernando IV, en premio a esa gesta, el señorío de Sanlúcar de Barrameda en 1297, justo en el lugar donde hoy se ubica el patrimonio material de los Medina Sidonia.