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E Inglaterra gritó: ¡Es una niña!
Catalina Middleton dio a luz a las 9:34 de la mañana a su hija y a las 19:12 ya estaba fuera del hospital, donde no atendió a los medios.
«¡Es una niña!». El mensaje aparecía a primera hora de la mañana en la emblemática torre de BT en el centro de Londres. Catalina, la mujer del príncipe Guillermo, dio ayer a luz a su segundo hijo, que ocupa el cuarto puesto en la línea de sucesión y que recibirá el tratamiento de princesa, en lugar de ser simplemente «lady», gracias a una reforma de la legislación. A pesar de que el parto se hizo esperar, todo ocurrió luego de manera muy rápida. Los duques de Cambridge entraban en el hospital St. Mary’s pasadas las cinco de la mañana y, tan sólo dos horas y media después, ya tenían en sus brazos a la pequeña, que pesó 3,7 kilos. En un ejemplo más de la modernización en la que se ha embarcado la familia real, la noticia llegaba a través de la cuenta de Twitter del Palacio de Kensington. Y en cuestión de segundos se convertía en «trending topic» global con 4.500 tuiteos por minuto.
Eso sí, el pregonero Tony Appleton inyectó la pompa que tanto gusta y, ataviado con su traje tradicional, daba la buena nueva con su voz grave a todos los congregados a las puertas del centro. Básicamente, periodistas de ambos lados del Atlántico y fans que llevaban días acampados para vivir el momento histórico. En el Palacio de Buckingham también se seguían las costumbres y colocaban el atril con el que, décadas atrás, el pueblo conocía el sexo del bebé. Sólo los varones del hijo mayor del príncipe heredero recibían, hasta hace muy poco, todos los honores. Pero con la nueva normativa británica, la princesa de Cambridge será tratada como «Su Alteza Real». La igualdad es posible tras una reforma legal sancionada por Isabel II en diciembre de 2012, cuando Catalina estaba embarazada de Jorge, para asegurar que el primogénito recibiría el más elevado tratamiento y podría acceder al trono fuera cual fuera su sexo.
Parto sin complicaciones
Durante todo el día, cualquier movimiento en la puerta principal levantaba la máxima expectación. Y el príncipe Guillermo dio la sorpresa al abandonar el centro para regresar al poco tiempo acompañado por su primogénito, el príncipe Jorge, que el próximo 22 de julio cumplirá dos años. Rara vez el pequeño ha sido fotografiado. De hecho, salvo su bautizo, no ha protagonizado ningún acto oficial en Reino Unido. El único «photocall» en el que se le ha podido ver, fue el año pasado, cuando acompañó a sus padres por un tour en Australia y Nueva Zelanda. Y con la máxima privacidad, los duques de Cambridge también quieren criar ahora a su hermana. De hecho, para alejarse del foco de la prensa, la familia al completo se trasladará a Anmer Hall, una villa de campo regalo de la soberana Isabel II por su boda. Está situada en Anmer, una pequeñísima aldea perteneciente al condado de Norfolk (este de Inglaterra), que ni siquiera tiene pub y cuenta con un censo de tan sólo 63 vecinos. El Palacio de Kensington –situado en el centro de Londres– seguirá siendo su residencia oficial, pero Anmer Hall será su hogar a partir de verano.
Al tratarse de un parto natural sin complicaciones, los duques de Cambridge abandonaron ayer mismo el hospital sin necesidad de hacer noche, algo, por otro lado, habitual en Reino Unido. Pasadas las siete de la tarde (hora local), Kate –como la llaman cariñosamente– posaba con la niña en brazos acompañada de su marido, muy pendiente de ella en todo momento. La recién nacida permaneció dormida ajena a la gran expectación que ha generado su llegada al mundo. Eso sí, no se conocieron detalles del parto porque, a diferencia de como ocurrió con el príncipe Jorge, en esta ocasión la pareja no se prestó a hablar con los periodistas. Hechas las fotos de rigor, se metieron en su coche camino al Palacio de Kensington, donde los esperaban los padres de Catalina. Por su parte, los abuelos paternos, el príncipe Carlos y Camilla, duquesa de Cornualles, emitieron un comunicado en el que decían estar «absolutamente encantados». Isabel II, que ayer presidió un acto oficial al norte de Inglaterra, mostró también su felicidad.
Al cierre de esta edición se desconocía el nombre de la pequeña. Diana, como no podía ser de otra manera, es el favorito para los británicos. Entre los más populares están también Alice, Alexandra, Charlotte y Victoria. Aunque los duques se podrían decantar por Isabel, en honor a la reina, que en septiembre se convirtió en la soberana con el trono más largo de la historia del país. Si alguna vez requiere un apellido, para casarse o por cuestiones legales, éste será Mountbatten-Windsor –en relación a los del duque de Edimburgo y la reina Isabel II–, según se indica en la página oficial de la monarquía. La última princesa de Cambridge británica fue María Adelaida de Cambridge (1833-1897), la nieta del rey Jorge III, conocida como «María la gorda» por su barriga y también por su trabajo para organizaciones caritativas.
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