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El «negocio» de ser niño

La nueva Claudia Schiffer tiene 10 años y coba 40.000 euros. Kristina Pimenova, Hudson Kroening, Thylane Blondeau y Alonso Mateo, entre otros, son el futuro de las pasarelas. A su corta edad firman contratos millonarios y desfilan con los grandes de la moda

Considerada «la niña más guapa del mundo», Kristina Pimenova ha desfilado ya en las pasarelas de todo el mundo
Considerada «la niña más guapa del mundo», Kristina Pimenova ha desfilado ya en las pasarelas de todo el mundolarazon

Aunque algunos investigadores sostienen que el germen del Sorteo del Niño se produjo en 1877, cuando Alfonso XII eximió de pagar el impuesto del 4 por ciento a la duquesa de Santoña en la Rifa Nacional del Niño, fue en 1966 cuando se instauró el citado evento con ese nombre. Sin embargo, hay quien ha encontrado la forma de que le toque el primer premio con el niño (o la niña) pero sin comprar lotería.

Enero de 2011, mismo mes que el del sorteo que se celebra el 6, fueron treinta y un días complicados para la prestigiosa revista «Vogue» a raíz de esta teoría. Su edición francesa publicó un especial en el que tres niñas de siete años de edad (Thylane Blondeau, Lea y Prune) posaban como si fueran adultas: maquillaje, tacones y actitudes sugerentes e incluso atrevidas, con la ambición de que estos ingredientes no rompieran la elegancia. Aquel intento repleto de polémica acabó con la carrera de su directora, la hasta entonces laureada Carine Roitfeld, que sonaba como sucesora de la inigualable editora Anna Wintour cuando ésta decidiera retirarse. Ella, claro, alegó que lo dejaba porque quería buscar «nuevos objetivos profesionales». La verdad, como siempre, era más dura.

22 millones de euros

Unos meses después, en agosto, la firma de ropa interior para niñas Jours Après Lunes levantaba la ira de muchos con una campaña que mostraba a pequeñas de cuatro años peinadas y maquilladas como adultas. Sin embargo, el uso de modelos infantiles es una práctica común en la sociedad española aunque no siempre se hace con el peligroso gusto de los casos mencionados. La industria de la moda mueve cada año más de doscientos millones de euros sólo en España y una parte de lo facturado nace de la ropa y los complementos para menores, cuyas subidas de precios superaban en 2003 la inflación general, según el informe de 2013 del portal especializado en el sector Modaes.es. Y como gran industria, tiene a sus grandes estrellas (de las pasarelas).

Kristina Pimenova ha sido tildada como «la niña más guapa del mundo». Nacida el 27 de diciembre de 2005 en Moscú (Rusia), hija del ex futbolista Ruslán Pimenov y de la maniquí Glikeriya Pimenova, a sus diez años ha desfilado ya en las pasarelas más conocidas del mundo de la mano de los grandes diseñadores. Claro que si esto parece temprano, corresponde saber que su historia comenzó a los tres años, cuando su madre la inscribió en una agencia de modelos. Desde entonces, ha participado en campañas para casas tan potentes como Roberto Cavalli, Vogue, Benetton, Armani o Dolce & Gabanna, lo que le habría reportado unas ganancias de más de 40.000 euros anuales.

Cambiando de género, al niño Hudson Kroening se le ha atribuido una de las etiquetas más potentes que se pueden soñar en el mundo de la moda: «Muso de Karl Lagerfeld». Se llama Hudson Kroenig y a sus seis años lleva desfilando desde 2011 para la casa Chanel. Hijo del modelo Brad Kroenig, no se conformó con las pasarelas y protagonizó la campaña Crucero 2014/2015 de la prestigiosa firma. Junto a Joan Smalls, el pequeño Hudson posa en las ocho imágenes, con ropa hecha a medida para él y fotografiado por el propio Lagerfeld. Su entorno cuenta que le llama «tío Karl» y es habitual que reciba regalos de las casas más laureadas del mundo. Aficionado a la fotografía, ha dado sus primeros pasos en el cine, en el cortometraje «Public Garden».

Isabella Barrett es otra de las niñas que han hecho caja con su cuerpo. A sus ocho años ha tenido tiempo de ser nombrada Little Miss America 2012 además de haber protagonizado su propio reality televisivo, titulado «Toddlers and Tiaras». Una sobreexposición a nivel mundial que la ha convertido en multimillonaria gracias no sólo a su cuerpo y a sus apariciones, sino a sus líneas de joyas, ropa y maquillaje bajo el nombre «Glitzy Girl». En 2012 se calcula que facturó un millón de dólares, lo que hace pequeña la notable «inversión» de 50.000 que su madre realizó en ella, que se repartió en extensiones, uñas postizas, rayos UVA (desde 2002 están prohibidos a menores en España) y vestidos de precios impensables para una menor. Un círculo al que Barrett se ha acostumbrado de tal forma que en una entrevista para el periódico británico «Daily Mirror» regaló a sus fans frases memorables como «me encanta ser la jefa» o «está claro que soy una superestrella». Desde luego, a falta de infancia, no carece de carácter.

Otro de los más conocidos es el mexicano residente en Laguna Beach (California, EE UU) Alonso Mateo. Dirigido por su madre, una estilista de Monterrey que trabaja para populares publicaciones de moda, el niño tenía en 2013 (cuando saltó a la fama) más de doscientas fotografías en sus redes sociales (que también administraba su progenitora). Posados como un auténtico adulto con firmas de todo tipo le han valido a este niño de siete años páginas de seguidores hasta en Tailandia o Turquía. Una popularidad con la que su madre estaba encantada pero que le valió las críticas de muchos, de las que se defendió asegurando que «cuando vamos de compras, si él quiere unos mocasines como los de su papá, si puedo pagarlos se los consigo. Nos va bien criando a nuestro hijo así porque es un niño amable, centrado y dulce», afirmó antes de sentenciar que la gente «juzga demasiado pronto».

Más mayor, aunque cosechada en fama a la edad de las anteriores, es la francesa Thylane Blondeau. A los cuatro años debutó en las pasarelas desfilando para Jean Paul Gaultier en París y a los diez protagonizó una polémica sesión de fotos para «Vogue» (efectivamente, la que le costó el puesto a la antes mencionada Carine Roitfeld). Hija de la presentadora de televisión Veronika Loubry y del jugador de fútbol Patrick Blondeau, a sus quince años se le ha llegado a poner la medalla de la nueva Kate Moss, aunque sin las nocivas aficiones que hicieron famosa a la modelo.

Todos ellos son ejemplos de una industria que no sólo es explotada por padres en apuros económicos o que piensan en la rentabilidad que puedan sacar con sus retoños.

Kaia Gerber, hija de Cindy Crawford, a sus 14 años acaba de fichar por una reputada agencia de modelos. Además, Suri, fruto de la relación entre los actores Tom Cruise y Katie Holmes, lanzó en 2013 su propia línea de ropa, por lo que a los siete ya había firmado un contrato de 1,8 millones de dólares.

No es cuestión, por tanto, de no llegar a fin de mes sino de ver oportunidad donde otros ven el fin del derecho a una infancia normal. Y a ser educados como lo que son: niños.

EL SÍNDROME DEL NIÑO ROTO

«Si alguien me pidiera opinión, le diría que de no ser necesario, no apuntara a su hijo a una agencia de modelos». Son las palabras del doctor en Psicología Guillermo Fouce, que afirma que de tomar la decisión se debe hacer «con extrema prudencia». «Lo que predomina en un menor es su derecho a ser niño», añade. Dice esto para dejar claro que un modelo infantil «no puede ejercer su labor como si fuera un trabajo»: «Para minimizar riesgos hay que tratarlo como si fuera un juego y buscar las ventajas en la estimulación que para él pueden suponer las sesiones de fotos, el descubrir cosas distintas...». A Fouce bien es cierto que le preocupan más los contras: «El problema es que identifiquemos a ese niño como alguien que está desempeñando un trabajo y pase a ser un adulto». «¿Se está criando en un entorno normal?, ¿juega con otros niños o está más rodeado por personas mayores?, ¿va al colegio con regularidad?... son preguntas que debemos hacernos», asevera este especialista, que no deja de insistir en que no hay que olvidar que «lo que tenemos delante es un niño». Recuerda casos españoles «como Mari Trini o Joselito»: «Fueron menores que gozaron de mucha fama y que tuvieron serios problemas para gestionarla». Al menos ellos no vivieron la efervescencia de las redes sociales. «A esa edad están educándose, por lo que harán lo que se les enseñe. Entramos en el riesgo de estar maleducándoles, lo que les somete a un claro riesgo en su desarrollo social y educativo», matiza.Sobre los posados más polémicos, relacionados con niñas que se retratan como adultas, como Isabel Barrett (en la foto de la izquierda) o Alonso Mateo (a la derecha), Fouce habla del riesgo de la «cosificación»: «Pasan de ser ellas a ser su personaje». Un hábito de mal gusto que puede desembocar en loque se denomina «Síndrome del Niño Roto», que padecen aquellos menores en un tiempo habituados a la fama y los focos, y que ven cómo todo eso se derrumba.