Rusia

El secreto mejor guardado de Putin

«Nunca doy explicaciones sobre mi familia. Mis hijas no son “niñas estrella”», dijo el líder ruso días atrás. De ellas jamás habla. Apenas hay fotografías de las jóvenes, salvo de cuando eran pequeñas, y siempre aparecen de espaldas

Putin con su familia en una imagen de archivo
Putin con su familia en una imagen de archivolarazon

Putin aparece a todas horas en la televisión en Rusia: es amigo de los animales, líder carismático, aficionado al deporte y amante de la naturaleza, pero no encontrarán ni rastro de su familia. Desde que subió al poder marcó una línea roja entre su trabajo y su vida privada, manteniendo alejadas de los focos a su esposa, Ludmila, de la que se divorció en 2014, y muy especialmente a sus dos hijas. Los medios en Rusia se autocensuran y apenas hablan del tema, que es tabú, lo que ha generado gran cantidad de rumores, algunos más creíbles y mejor documentados que otros. Lo que se sabe a ciencia cierta es que Putin contrajo matrimonio en julio de 1983 y tuvo dos hijas, María, de 30 años, y nacida en San Petersburgo, y Katerina, de 29, que nació en Dresden, Alemania Oriental, donde su padre estuvo destinado, es por eso que toda la familia habla alemán fluido. No hay constancia de que ninguna de las dos haya hecho todavía abuelo al presidente.

Estudios en rusia

Ésta es la información oficial, a partir de aquí todo es cruzar la línea roja. Lo hizo la agencia Reuters, que publicó en noviembre un amplio reportaje de investigación en el que detallaba que Katerina, la menor, cursó estudios de filología oriental y participa en competiciones de rock and roll acrobático. Por motivos de seguridad, para mantener el anonimato, utiliza el apellido de su abuela, Tijónova. Al presidente le preguntaron sobre ese reportaje el 17 de diciembre, en su tradicional macrorrueda de prensa previa a la Navidad, y explicó que detrás de su silencio sobre el tema está la seguridad de sus hijas, un celo por la privacidad en el que también tiene que ver su pasado como ex agente del KGB. En aquella rueda de prensa Putin advirtió: «Nunca doy explicaciones sobre mi familia, mis hijas no están involucradas en política ni en negocios, no son ‘‘niñas estrella’’». La mayoría de familias ricas e influyentes de Rusia envían a sus hijos a estudiar al extranjero, preferentemente Londres y Suiza, por eso Putin, que se presenta como un patriota, aprovechó la pregunta para remarcar que sus hijas sí viven Rusia. «Han estudiado en universidades rusas y estoy muy orgulloso de ello. Aquí siguen, estudiando y dando sus primeros pasos profesionales con éxito. Hablan tres idiomas de manera fluida y una de ellas se defiende en lenguas orientales», dijo en probable referencia a Katerina que, además de estudiar japonés, mantuvo una larga relación con un militar surcoreano de alto rango, cuyo padre estuvo destinado como diplomático en Moscú. De hecho se llegó a hablar de boda en 2010, un enlace con el que Putin no estaba demasiado entusiasmado, pero cambió de idea tras conocer en persona al muchacho. Incluso se llegó a filtrar el lugar de la boda, un palacio en Marrakech. Sea como fuere, aquel matrimonio no llegó a consumarse, Katerina se terminó casando con Kirill Shamalov, hijo de un viejo amigo del presidente, quien según Reuters habría amasado una gran fortuna desde que entró en la familia Putin en 2013. Shamalov es accionista del Banco Rossiya, que las autoridades de Estados Unidos describen como la banca personal de la élite rusa. Reuters estima su fortuna en unos 1.800 millones de euros, que procedería de su participación en una compañía petroquímica, adquirida de Gennady Timchenko, un colaborador cercano del presidente desde los años noventa. Entre las propiedades de la joven pareja se encuentra una villa en Biarritz, valorada en 3,5 millones de euros. En su boda no se escatimó en gastos, celebrada en un resort de esquí una hora al norte de San Petersburgo y para la que se hizo firmar un contrato de confidencialidad a los invitados, práctica habitual en las celebraciones de la oligarquía rusa. La pareja se dio un paseo en un lujoso trineo tirado por tres caballos blancos, según describió uno de los trabajadores del resort.

Katerina trabaja en la Universidad Estatal de Moscú, dirige el proyecto de una fundación para promocionar a investigadores y participa en otro para la ampliación del campus, ambos generosamente patrocinados por empresas estatales. Su hermana, María, la mayor, está relacionada con la misma universidad, la más prestigiosa de Rusia para muchas carreras; allí estudió Medicina, también bajo identidad falsa, y ahora está especializada en endocrinología. Su novio, Jorrit Faassen, es holandés, seis años mayor que ella y tampoco tiene problemas económicos. Estudió Arquitectura en La Haya y su meteórica carrera como empresario en Rusia despertó rumores: antes de cumplir los treinta y siendo extranjero, lo que en las empresas estatales rusas puede ser un hándicap, ya era vicepresidente de Stroytransgaz, una de las mayores constructoras del país, con proyectos de gasoductos e infraestructura.

Al cine con escolta

Las hijas de Putin sólo han concedido una entrevista en toda su vida, en 2000, cuando su padre asumió la Presidencia. La entrevista, de corte oficial, se realizó en la residencia de campo de la familia y tenían entonces solo 15 y 16 años. Katerina lamentaba haber tenido que dejar el colegio, por motivos de seguridad acudían profesores particulares a su casa: «Tenemos guardias incluso cuando salimos con amigos o vamos al cine. Hay un tipo que está sentado allí viendo la película, pero creo que nos está protegiendo al mismo tiempo. En general ni notamos su presencia, a veces le invitamos a café, pero siempre se niega». Katerina «alucinó» cuando supo del nombramiento de su padre como presidente. En 2002, Katerina y María estuvieron de vacaciones en la isla italiana de Cerdeña, junto a Bárbara, hija de Berlusconi, buen amigo de Putin.

Una fan del rock acrobático

La hija menor de Putin, Katerina, es, según parece, una apasionada participante en campeonatos de rock acrobático, en los que utiliza el nombre de Katia Tikhonova. Incluso se asegura que ganó el quinto lugar en el campeonato mundial de baile de Suiza en 2013. Su padre no ha negado ni confirmado la información, como es habitual.