La preocupante delgadez de Angelina

La extrema delgadez de Angelina Jolie y la preocupación de sus familiares al respecto vuelven a ocupar portadas. El último en hacer saltar las alarmas, está vez ensordecedoras por la contundencia del titular, ha sido la revista norteamericana «The National Enquirer». Con larga trayectoria en el sensacionalismo, pronostica un dramático final para el matrimonio Jolie-Pitt: «Angelia se está muriendo». Citan el peso de la actriz, que calculan que estará alrededor de los 37 kilos, y a fuentes del entorno de la pareja que confirman que la también directora sufre anorexia y que le han detectado un cáncer. Las críticas contra la publicación han sido inmediatas, resaltando las fuentes poco sólidas que emplea y el historial de noticas fallidas que acumula con el único objetivo de vender más números. Porque una madre de seis hijos, trabajadora, ávida de retos profesionales, esposa de uno de los hombres más atractivos del mundo, activista reconocida casi con despacho propio en las oficinas de la ONU en Nueva York y leona ante la enfermedad, sencillamente, aburre. Y tiene que vender; al fin y al cabo son la familia más entrañable y adorable de Hollywood. «La actriz se niega a comer», revela el tabloide, que, además, descubre a los lectores que Brad Pitt ya le habría dado la mala noticia a sus hijos.

La salud de la intérprete suscita desde hace años rumores. El más sonoro: que coquetea desde la adolescencia con los desórdenes alimenticios. Lo reveló el año pasado una de las mejores amigas de su madre, Cis Rundler, quien también recordó que Angelina se automutilaba de joven y que sufrió «bullying» en el colegio. Inspiración en blogs y foros que celebran la delgadez extrema, sus hábitos frente al plato han sido discutidos por la gran mayoría de cabeceras del periodismo del corazón. La revista «In Touch» aseguraba en 2011 que Jolie se alimenta durante días y días únicamente de sopa. Otros como el «Daily Mail» aseveran que su dieta se basa en intercalar ínfimas cantidades de frutos secos y té verde o carne roja con vino tinto, y que nunca supera la ingesta de 600 calorías diarias.

Entre sus obsesiones, según se ha especulado, está la teoría que tiene la actriz de que todo lo que se mete en el cuerpo terminará por ser la causa de su muerte. De hecho, y dado el historial médico que tiene su familia con el cáncer de mama (su madre, su tía y su abuela murieron de la enfermedad y Angelina se sometió a una mastectomía en 2013 y se extirpó los ovarios a comienzos de este año)se dice que, como su madre hacía, bebe grandes cantidades de limón por su alta concentración de vitamina C y su impacto en la prevención del cáncer.

Las últimas informaciones al respecto son menos escandalosas. Angelina seguiría desde hace meses una dieta basada en frutos secos y semillas, sobre todo, quinoa, millet, chia, espelta y alforfón. También parecen más sólidas las explicaciones de sus compañeros de reparto, que dicen que debido a la carga de trabajo en casa y en el set de rodaje, la belleza se olvida muchas veces de comer o mata el hambre con un puñado de almendras. Hace un mes, se vio a la pareja en California a las puertas de un restaurante de comida rápida especializada en bocatas, con sus refrescos y su bolsa de comida para llevar en la mano. El «run run» parece que seguirá sonando hasta que Angelina Jolie se pronuncie al respecto.