Palacio Real
La taquilla de Dueñas: 3.200 euros cada hora
Este mes abre al público el sevillano Palacio de las Dueñas, residencia del duque de Alba y que tuvo como moradoras insignes a la emperatriz Eugenia de Montijo y a Cayetana Fitz-James Stuart.
Este mes abre al público el sevillano Palacio de las Dueñas, residencia del duque de Alba y que tuvo como moradoras insignes a la emperatriz Eugenia de Montijo y a Cayetana Fitz-James Stuart.
El ahora llamado Palacio de las Dueñas ya estuvo abierto al público porque fue casa de vecinos. Allí nacieron el poeta Antonio Machado y el marqués de Griñón, Carlos Falcó. También fue hospital y domicilio de los Pineda, los Ribera o los Alba. Y aunque haya sido alojamiento de Jacqueline Kennedy, Alfonso XIII y de la familia del Rey actual, sus dos moradoras más insignes fueron la emperatriz Eugenia de Montijo y Cayetana Fitz-James Stuart. Ambas dos coincidían en los mismos lugares: la emperatriz desayunaba en el velador-cenador ubicado en el Patio de los limoneros, mientras que a Cayetana, sin embargo, le gustaba cenar temprano en el mismo lugar bajo las buganvillas amarillas, naranjas y rosa fucsia y con vistas al magnolio. Las dos damas han contribuido a generar un interés mediático que batirá récord de visitas ahora que se abre al público. Entre 350 y 450 personas cada hora podrán visitar las estancias abiertas de la planta baja. La superior seguirá siendo privada del duque de Alba y su familia. Ni siquiera Alfonso Díaz lo visita cuando viaja a Sevilla. Prefiere alojarse en el hotel Las casas de la Judería del duque de Segorbe.
Hace un año que el duque de Alba tuvo la idea de abrir el Palacio de las Dueñas. En dos semanas lo hará y todo estará igual que su madre lo dejó, con la excepción del gallinero que instaló Alfonso Díez, que ya no existe, y tampoco los perros corretean ahora por los jardines, tan sólo quedan unos canarios. La idea es abrir antes de Semana Santa para aprovechar la afluencia de visitantes, pero depende de la inauguración oficial. Hay que hacer coincidir las agendas entre los días 16, 17 o 18 de la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, y la de Carlos Fizt-James Stuart. El recorrido comienza por las caballerizas con sus pesebres y suelo de adoquín, que, en los buenos tiempos, cuando en la Feria de abril se alojaban amigos de la duquesa, estaba llena de caballos para los jinetes y de mulas rubias que tiraban de los coches vestidos con las guarniciones de la casa de Alba en amarillo y azul. Ahora, como nos comenta uno de esos amigos, allí «no hay animales, pero sí objetos tan valiosos como la silla de montar de la emperatriz Eugenia de Montijo con sus mantas y abalorios».
Dueñas abre al público como un nuevo monumento visitable de la ciudad, con sus tornos, su recorrido guiado, audioguías y tienda de recuerdos y de productos de la Casa de Alba. En dos horas se podrán ver con comodidad los 16 espacios habilitados al público a cambio de los ocho euros de la entrada. Uno de los responsables del proyecto apunta que «el duque pidió que fuera lo más barato posible, que se pusiera la entrada para el mantenimiento de Dueñas, no como fuente de enriquecimiento, y que costase menos que el resto de recintos similares al palacio». El edificio sigue siendo la residencia del duque y su familia en Sevilla; de hecho, sólo se puede visitar la parte de abajo y algunos jardines y patios. En este periodo de acondicionamiento, Carlos Alba ha estado a pie de obra en tres ocasiones y ha dado el visto bueno a lo que Ricardo Gascó, gerente del proyecto de apertura de Las Dueñas, le iba planteando y las decisiones estéticas las ha delegado en el museógrafo Enrique Bonet, quien afirma que al duque «le alegra abrir su casa por el gran respeto que tiene al arte, aunque al compartirlo con la gente pierda algo de privacidad. Quiere que se muestre lo más fiel a lo que ha sido hasta ahora, de ahí que no se haya hecho ningún cambio». Dueñas abrirá todos los días del año, excepto el 1 y el 6 de enero y el 25 de diciembre, y no está previsto alquilarlo para eventos. Se permite hacer fotos en el exterior, pero no dentro de las salas. El recorrido está enriquecido con unas placas de texto que aportan datos extra. Hay tantas obras de arte de primer nivel que sólo se destacan algunas. Es un paseo cultural por quinientos años de historia sevillana porque el palacio tendrá detalles góticos, renacentistas y mudéjares, pero, sobre todo, lo que tiene, y mucho, es de Sevilla. Toni Benítez, modisto de Cayetana, recuerda el suelo de baldosas policromadas del siglo XVIII en blanco y verde haciendo triángulos de la Antecapilla, donde hay un Luca Giordano que corta la respiración, igual que el artesonado de madera policromada o en el patio central, desde el que parte la escalera principal que sube a las estancias privadas, que mantiene el azulejo sevillano original, además de las porcelanas de Sèvres o el tapiz de Pannemaker en oro, seda, plata y lana de 1570, que ahora está expuesto en Nashville (EE UU).
«Dado el buen estado de conservación del palacio, se ha podido abrir en un mes. No hemos modificado nada, todas las obras de arte, objetos personales y el mobiliario están tal cual los tenía la familia», comenta Bonet. Gascó reduce las intervenciones a lo mínimo: «La creación de unos aseos públicos, la tienda en la cochera, las taquillas de la entrada, las luces de emergencia por todo el recorrido, el incremento de las medidas de seguridad y los detectores de incendios. Nadie que conozca la casa notará ningún cambio, tan sólo una moqueta para proteger los suelos y, en el interior, un camino marcado por cordones de cuerda y forja». Incluso se han dejado las fotos de la familia y de los visitantes ilustres que han estado en Dueñas.
El tablado de la Duquesa
Quizá la parte más personal de todo el recorrido sea el Tablao de la duquesa con todos los regalos que le hacían a Cayetana, la sillería típica sevillana y la tarima para bailar, que es un guiño homenaje a la madre del duque. Uno de los amigos de Cayetana da más detalles de esta estancia: «Ella dio clases con Enrique el Cojo y hay muchas fotos con él. Cayetana nos preguntaba: ¿Qué queréis que os baile, seguidillas, tarantos, sevillanas? Se atrevía con todo y las manos las movía maravillosamente, le enseñó Pastora Imperio». Otro lugar que también podrá visitarse es la capilla, donde todos los domingos a la una de la tarde se ofrecía una misa a la que asistían, junto a Cayetana, los invitados y el personal del servicio que quería. Lass misa se daba en latín y de espaldas. Siempre había flores y la plata reluciente. Era un «balazo» de misa, rápida y sin sermones. Lo más espectacular del pequeño recinto religioso, además de la cantidad de imaginería, a juicio de los que allí rezaban, es el altar presidido por Santa Catalina en un retablo del siglo XV firmado por Neri di Bicci.
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