Francia
Las intrigas palaciegas de Julie Gayet
François Hollande, todavía traumatizado por el escándalo que protagonizó junto a su anterior pareja, Valérie Trierweiler, insiste en que no hay primera dama.
Julie Gayet, la mujer que ocupa en estos momentos el corazón del presidente de la República Francesa, se resiste a que la consideren como la primera dama y cultiva el aura de misterio que la rodea desde que hace casi dos años estalló el escándalo de su relación con François Hollande. Ella se refugia en su trabajo de actriz y productora. Los franceses la verán próximamente en el episodio 5 de la serie «Dix pour cent», que emite France 2. Y el 29 de septiembre Ciné+Emotion emitió un documental, «Cinéast(e)s», producido por su sociedad, Rouge International.
Pero las puertas entre cine, vida personal y política no son herméticas, como revela esta semana la revista «L’Obs», que dedica su portada a «Julie Gayet, sus redes, sus ambiciones, su verdadero papel». Mal que le pese, tendrá que admitir algún día que ya no es sólo la joven actriz conocida en el mundillo del cine francés «en la que ningún crítico pensaba cuando tenía que escribir una entrevista o un perfil», como comenta de forma anónima un antiguo crítico de la revista de cine «Première». Este anonimato superado revela de por sí que algo ha cambiado. Y que su poder de decisión o influencia se extiende más allá de su simple trabajo como intérprete y productora.
Es lo que parece revelar una anécdota transcurrida durante la elaboración de su documental «Cinéast(e)s», que busca saber si existe un cine de hombres y un cine de mujeres. Julie Gayet quería contar con el testimonio de Maïwenn, directora de «Polisse y Bal des actrices», pero ésta le dio un no rotundo. Lo que no fue ningún problema para Gayet, que, segura de sí misma, cogió unas imágenes antiguas de Maïwenn y las introdujo en su documental. La ira de la cineasta fue indescriptible, llegando a amenazar a Julie con «degollarte con mis propias manos».
Hollande, en aprietos
Es normal que el presidente francés esté traumatizado después del escándalo que protagonizó junto a su antigua compañera, Valérie Trierweiler, cuando primero él la echó del Elíseo a través de un comunicado, y luego ella desveló aspectos íntimos de la vida del presidente en su libro «Merci pour ce moment». Por ello, insiste a diestro y siniestro en que no hay primera dama, y en que su vida privada no le interesa a nadie. Pero los franceses consideran que sí tienen derecho, y las estancias de Julie Gayet en el Palacio del Elíseo o que disfrute de una protección policial, por otro lado legítima, despiertan una serie de interrogantes: como si ejerce algún tipo de influencia sobre la política del presidente de la República, al menos sobre la política cultural, o si se beneficia de su proximidad a Hollande para desarrollar su trabajo. Porque para «L’Obs» no hay duda: Gayet, siempre relegada a papeles secundarios, por fin va a encarnar «un primer papel, de compañera de un presidente que piensa en volver a presentarse en 2017». ¡Qué más para dar rienda suelta a cotilleos, insinuaciones y miedos!
w la influencia de gayet
Hay quien está convencido de que la decisión del Gobierno de aumentar un euro la cuota de derechos de autor para financiar la radio y la televisión pública le fue susurrada al oído a François Hollande por ella. El Gobierno había dado muestras de apertura ante la opción de recuperar la publicidad a partir de las 20 horas en la televisión pública para poder financiarla. Pero eso era sin contar con una carta de la ARP, la sociedad de Autores, Realizadores y Productores, que hizo pública su protesta porque consideraban esa opción como una amenaza para la creación. «Esa opción, que percibimos como conservadora, (...) desestabilizará violentamente el paisaje audiovisual (...) y será profundamente nefasta para la financiación de la creación», decía la nota que iba firmada por una serie de directores y productores, entre los que figuraba Gayet.
No es la primera vez que la «no primera dama» utiliza su gran cercanía con el jefe del Estado para lograr que avancen los temas que le parecen interesantes. «L’Obs» da cuenta de otra escena interesante protagonizada por Jean-Luc Hees, antiguo patrón de Radio France. La empresa tenía graves problemas económicos pero Hees, que había sido nombrado por Sarkozy, no tenía acceso a Hollande. Sin embargo, sí conocía a Julie Gayet que, cuando le contó su problema, le propuso organizarle un encuentro con el presidente. En aquella época, otoño de 2012, nadie sabía que la actriz y el presidente francés mantenían ya una relación íntima mientras Valérie Trierweiler iba tomando asiento en el Elíseo. La cita con el presidente de Radio France fue concertada a las 8 de la mañana en un apartamento a dos pasos del Elíseo. Tras una hora de reunión, Hollande se despidió: «Yo me voy a marchar, pero usted espere tres minutos antes de salir». Unas semanas después, Hees recibió el fruto del buen hacer de Gayet: su presupuesto había sido salvado de los recortes.
Y este verano, cuando el Ayuntamiento de París tuvo que elegir entre los 59 dossiers que había recibido para reconvertir un edificio histórico en un complejo cinematográfico, entre los cuatro retenidos figuraba el que había presentado la sociedad de Gayet, Rouge Internacional. Su socia, Nadia Turincev, se queja, no sin razón, de que la notoriedad de Gayet les complica el trabajo, porque «todo el mundo sospecha de nosotros por conflicto de interés o colusión», aunque también reconoce que su gran notoriedad «nos facilita el trabajo». Según «L’Obs», Gayet ha organizado varios almuerzos en el Elíseo para facilitar los contactos entre Hollande y personalidades de la sociedad civil, pero en seguida se han rendido a la evidencia de que no podía justificar su presencia como anfitriona entre los muros del castillo de la República.
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