Diseñadores

Lorenzo Caprile: «Es cateto que los de Podemos se vistan como pobres»

El modista está a la última no solo por haber recibido esta semana la Medalla al Mérito en las Bellas Artes de manos de la Reina Letizia sino también porque el lunes se convertirá en uno de los «Maestros de la costura» de TVE

Lorenzo Caprile
Lorenzo Caprilelarazon

El modista está a la última no solo por haber recibido esta semana la Medalla al Mérito en las Bellas Artes de manos de la Reina Letizia sino también porque el lunes se convertirá en uno de los «Maestros de la costura» de TVE.

Caprile está a 48 horas de convertirse en un personaje mediático. El hombre que ha vivido sin televisión porque su afición a la lectura se lo impedía, gracias a que es un hombre de palabra hace tres se la dio «a Macarena Rey sin creer mucho en que lo pudiera poner en marcha y aquí estoy». El próximo lunes será uno de los «Maestros de la costura», el nuevo programa de televisión que, una vez que los españoles hemos aprendido a emplatar, quiere que ahora aprendamos a coser. «Aquí no hay Jordis, Samanthas o Pepes; unas veces yo hago de poli bueno y otras de malo». Lorenzo Caprile lleva 25 años dedicado al noble oficio de modista y tuvo su etiqueta colgada en el armario de gala de Doña Letizia pero, según el saber popular, fue cambiado por Felipe Varela porque Caprile era el diseñador de sus cuñadas, las infantas Elena y Cristina «yo no sé qué pasó porque desde luego doña Letizia estaba fantástica con nuestros trajes. Si vuelve será bienvenida». Eso no impide que el martes fuera agasajado por los Reyes con la Medalla de las Bellas Artes, que no es de oro ni lleva esmeraldas, es plata bañada en oro y cristalitos verdes: «Yo me quedaré el pin para los actos oficiales, la medalla se la daré a mi madre» y que Caprile se pusiera su traje de «semidisfraz de diseñador con traje de cuadros porque si me pongo de oscuro parezco un chófer».

–¿Por qué se abrazó a la presidenta andaluza al recibir esta distinción?

Porque no me voy a poner a abrazar a la Reina y porque la presidenta es la presidenta y a los Reyes no se les abraza. Me van a criticar pero Susana que, es muy alta y posee mucho carisma, tiene unas piernas estupendas. No me importaría nada vestirla. Después Don Felipe me dio recuerdos para mi familia, pero todo fue muy rápido éramos muchos y muchos corrillos.

–Con lo irreverente que es usted ¿cómo aceptó ser jurado del programa?

Eso me pregunto yo. Hace tres años me llamó Macarena Rey para decirme que estaba tratando de levantar un programa de costura y que contaba conmigo. Le dije que sí, pero sin esperanzas y cuando le ha salido yo he cumplido mi palabra, porque a una señora como Macarena no se le puede decir que no y yo cumplo mi palabra.

–Palomo Spain, María Escoté y usted, son como el agua y el aceite...

Sí, pero ahí está la gracia. Somos tres realidades de la moda española. María Escoté es muy pragmática, con ideas claras del negocio. La voz de la experiencia soy yo, y Palomo Spain es el irreverente. Nos hemos llevado tan bien que a veces nos pedían que nos picáramos un poco, controlarnos ha sido difícil y también te diré que yo también he vestido alguna vez a un hombre con un traje de mujer.

–¿En qué gastará todo el dinero que le generará su ascenso mediático?

–Soy súper escéptico, aún tenemos que ver que tengamos audiencia. En el taller siempre hemos estado lampando, pero eso sí, siempre muy honrados porque aquí no ha entrado nunca una subvención. Quiero ser prudente, ya tuve tres explosiones: con el vestido de boda de la infanta Cristina, con el traje rojo de Doña Letizia y con el goyesco de la infanta Elena y con ninguno de los tres pasó nada más allá de un gran impacto mediático.

–¿Y con la fama qué hará?

Hay tres cosas que me gustaría hacer: la primera, darle una vuelta al taller porque se nos ha quedado pequeño; la segunda, hacer el reto de «Men's Health», saliendo muy mazado en la portada con todas las tabletas junto a Palomo Spain; y, lo tercero es conocer a Darío Villanueva, director de la Real Academia, para que pusiera orden en las palabras de nuestra profesión y en todos los anglicismos que se utilizan, eso del «fitting», «shotting», «oversize» o «front row».

–La RAE admite modisto y modista, aunque este sustantivo puede sonar peyorativo. ¿Mejor decir diseñador?

–Pues algo así. Ahora que estamos todos con lo del género tienen que quitar del diccionario «modisto», que es una aberración con connotación machista. Si vas al modisto hombre es como ir de Balenciaga para arriba y si vas a la modista es la de los arreglos. Eso es repugnante, la palabra adecuada para todos es modista, sin género, igual que no existe el periodisto. Y el diseñador lo puede ser de puertas y coches, es muy amplio y con una connotación industrial.

–¿Los Goya y la palabra reivindicación van unidas?

Más que la reivindicación, que es verdad que a veces son un poco pesados, lo que sí pido es que dejemos de ser la copia barata de los Oscar, y más con el talento creativo que existe en el cine español. Cada año la gala es más aburrida y pesada. Más que la reivindicación en sí, echo de menos algo más dinámico.

–¿Le gustó a doña Elena su cuadro vestida de naranja?

–Me lo regaló Antonio de Felipe porque sabía de mi relación con la infanta y siempre que entra en mi despacho y lo ve se echa a reír. Tiene muy buen humor y seguro que nos seguirá dando buenos momentos. Cualquier día nos da una portada de esas de las suyas pero hablo por intuición, que yo no sé nada.

–¿Qué borraría de sus 25 años de modista?

El haberle puesto mi nombre al negocio porque es un arma de doble filo. Una cosa es Lorenzo Caprile ser humano que va en zapatillas, y otra la marca que es de costura. Y mirando al futuro, si tengo que traspasarlo, es mi nombre y no pienso adoptar un niño, en eso soy muy radical. Creo que traer un niño al mundo es algo muy serio, no estoy preparado, además, los gays somos fiesteros, nos encanta salir, nos gusta viajar, somos disfrutones, nos gusta ir a discotecas. Un niño sería imposible y no soy partidario de los vientres de alquiler. Mi hijo ha sido este taller.

¿Le duele Cataluña?

Sí, porque para los que nos dedicamos al trapo ir a Barcelona hace años era una ventana a Europa, un soplo de aire fresco. Mis proveedores estaban allí y ahora todos han cerrado. Es una ciudad triste, llena de turistas y cateta. A día de hoy, sin entrar en buenos y malos, es una ciudad provinciana. Yo no he sacado la bandera al balcón porque no me deja el dueño del edificio. Soy italiano por mis padres, tengo sobrinos por todo el mundo y es provinciano lo que está ocurriendo en Cataluña. ¿De dónde sale tanto dinero y quién saca adelante los problemas de la gente que vive allí?

–¿La alcaldesa Carmena sería una mujer Caprile?

Me encantaría que nos llamara. A mi las señoras mayores me encantan. Me hubiera gustado vestirla para los Goya porque ese traje marrón era tremendo, parecía Santa Teresa resucitada.

–¿Quizá los de Podemos tienen que ir vestidos de pobre?

–Sí, de pobres, pero bien que se calza un esmoquin Pablo Iglesias, porque cuando una se sube en los Jimmy Choo, que decían en la película «El diablo se viste de Prada», ya no se baja. Encuentro pasado de moda que la nueva izquierda tenga que ir vestida con esa pose de guarrillos. Cuando se casan se visten como el príncipe Carlos de Inglaterra pero al Congreso van de guarrillos. Se disfrazan porque las ideas no son incompatibles con presentarse bien ante el mundo.

–Tamara Falcó se estrena como diseñadora...

Pues déjala, pobrecilla, le deseo todo lo mejor. Aquí tiene un compañero y su casa abierta para lo que necesite. Su hermana Sandra es una de mis grandes amigas y su madre se ha puesto algún traje Caprile para sus posados.