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Montaje contra natura

Carmen Lomana
Carmen Lomanalarazon

Quizá me tachen de irresponsable, insensata y frívola, pero qué quieren que les diga, estoy cansada del tema «Cataluña independiente» y mi desapego y desinterés llega al punto de no preocuparme lo más mínimo, quizá por lo absurdo e inviable que me parece. Y esto, por las razones que todos conocemos y porque ningún partido apoyaría ni aceptaría un pacto que haga a Mas presidente. El espectáculo que están dando es de vergüenza ajena, lo mismo que la guerra de banderas en el Ayuntamiento de Barcelona mientras el «president» observaba sonriente con un cinismo y una falta de responsabilidad que se le ponen a uno los pelos como escarpias de ver en qué manos esta Cataluña. Comenté en mi crónica anterior el afán de unos cuantos por hacerse dueños del cortijo para que, entre otras cosas, nadie cuestione su pésima gestión y sus corruptelas. Visto desde una faceta muy cínica y poco solidaria con nuestros hermanos catalanes, creo que la escisión de una parte de España con la que hemos permanecido política y territorialmente unidos con romanos, visigodos, árabes o cristianos desde hace 1.500 años quizá no sería tan mala para el resto, dado que la mayoría de las empresas radicadas en territorio catalán, probablemente, al menos a corto plazo, saldrían de allí sin dudarlo al verse fuera del mercado europeo y, sobre todo, de su mercado natural, que es el resto de la Península. Admiro y adoro Cataluña. Siempre fue pionera en cultura y modernidad. La burguesía surgida en la revolución industrial y textil fue una burguesía ilustrada que se preocupó de invertir en arte, arquitectura y en educar a sus hijos con una actitud universal ahora convertida en aldeanismo. Eso es lo que ha hecho que Madrid sea el lugar de encuentro donde actores, gente de la cultura y la industria catalana aterrizan buscando la libertad de acción y expresión que les es negada en su propia comunidad. Por eso me parece contra natura todo este montaje irresponsable y populista de fractura social orquestada con la misma e irresponsable sonrisilla cínica de Mas que pudimos ver el día de la pitada al Himno Nacional en la final de la Copa del Rey.

Les decía que no me importa, pero no es cierto... Por eso me entrego a esta vida madrileña llena de actos interesantes en el mundo de la cultura, la moda, la danza y la ópera que no nos da un respiro pero que se agradece por los momentos de gran belleza que nos ofrece, como el desfile organizado por Jorge Vázquez en la embajada francesa. Fue un placer estético no sólo por sus maravillosas creaciones de aire nostálgico , sino también por la belleza de la decoración, que nos hizo sentir en un jardín encantado. De la misma forma nos recibió Chanel para celebrar la apertura de su nueva tienda. Entrar en ella es entrar a un museo. No tengo palabras para definir la fiesta en la Casa de Velázquez. Su maravillosa puesta en escena en el palacio mezcla de estilo francés y también madrileño que se edificó en terrenos cedidos por el Rey Alfonso XIII a Francia en usufructo a condición de que se construyese una residencia para jóvenes artistas e investigadores. Otro evento que me fascinó fue la presentación en Málaga del espectáculo flamenco de Los Farrucos. ¡Insuperable! Verlos bailar es tocar el cielo. ¡Olé por nuestro arte flamenco! De esta forma ha ido pasando mi semana, rematándola con la ópera de Donizetti. Para acudir a ella me pintaré «morritos rojos» y me pondré tacones. Nice weekend...