Marbella
Un 4 de julio de color arcoíris
Siempre me han enseñado lo importante que es cumplir la palabra dada y hacer frente de la forma más diligente posible a nuestras deudas. Esta semana hemos asistido a un espectáculo bastante bochornoso por parte de un país miembro de la Comunidad Europea. Hace meses que se especula con que si los griegos pagarán o saldrán de la zona euro o si nos hundirán a todos los que nos quedamos; si el euro acabará desapareciendo; si serán los causantes de una explosión de la Unidad Europea. Todo es una sucesión de incógnitas.
Teniendo en cuenta que Grecia no hizo sus deberes: ¿realmente merece la pena que se quede en la zona euro si se sabe que la hemorragia seguirá aún muchos años obligándoles a estar bajo el gota a gota financiero de Europa? No me gustaría estar en la piel de los griegos. Los bancos están cerrados al público hasta el 7 de julio. Y por si esto no fuese suficiente, tampoco pueden sacar más de 60 euros diarios por tarjeta o cuenta para evitar así la fuga de capitales a otros países. En mi opinión, lo grave es que el 1 de julio Grecia creó un precedente en un país desarrollado al alinearse con otros emergentes o subdesarrollados como Somalia, Sudán o Zimbabue. Y encima comunica al FMI que no piensa pagar su deuda de 1,6 mil millones. Y yo me pregunto: ¿cómo pueden hablar de celebrar un referéndum? La organización del mismo les costaría millones que no tienen. En caso de anulación sería un suicidio político para Alexis Tsipras, confirmando un hecho evidente: que las corrientes y partidos populistas son partidos de oposición y no de poder. Aquí podría servirnos para recordar eso de « las barbas de tu vecino...». Tendremos que andarnos con mucho cuidado y ser cautos a la hora de entregar el poder a partidos populistas emergentes que son muy activos criticando y haciendo fácil demagogia de oposición, pero de los que todavía no hemos visto resultados de gobierno ni programas con rigor que al menos a mí me convenzan. Tampoco me ofrece mucha confianza esa llamada «ley mordaza» que coarta muchas de nuestras libertades democráticas y que en algunos puntos invitan a cambiarse de país.
Pero como la vida sigue y a mí me gusta relativizar haciéndome a veces la frívola –eso ayuda bastante–, me he lanzado a diferentes eventos celebrados en Madrid, que está absolutamente divertida. Creo que habrá pocas ciudades en el mundo con la oferta cultural, las distintas fiestas y una semana del Orgullo Gay que se celebre con una alegría y participación encomiable de toda España. Entre los actos a los que he acudido uno me ha parecido sin duda muy recomendable: la maravillosa exposición «Vogue Like a Painting» organizada en el Thyssen. En ella podemos contemplar y deleitarnos con instantáneas de los mejores fotógrafos que han trabajado para esa icónica revista a lo largo de los años. No deben perdérsela y comprar el libro editado para la misma con toda la obra expuesta.
Otra fiesta digna de ser comentada fue la que ofreció el embajador americano James Costos con motivo del Día de la Independencia americana; la adelantó para no coincidir mañana con el Orgullo Gay. ¡Fue realmente divertida! Con profusión de banderas, desfiles, los himnos de Estados Unidos y España y unas orquestas estupendas para bailar al ritmo de Glenn Miller o del rock& roll mientras nos tomábamos unas riquísimas hamburguesas y perritos calientes con refrescos y cerveza. Gracias a James Costos por su simpatía y buen hacer y sobre todo porque está siendo un magnífico embajador de su país, ya que está colaborando en el buen entendimiento y desarrollo de muchos proyectos positivos para España. ¿Saben una cosa? Estoy muy feliz volviendo al mar y a la playa en mi adorada Marbella, no sea que se me quite ese moreno caribeño que traje de mi aventura por aquellas islas y que tanto recuerdo y añoro. Que sean felices y sonrían.
Otra fiesta digna de ser comentada fue la que ofreció el embajador americano James Costos con motivo del Día de la Independencia americana; la adelantó para no coincidir mañana con el Orgullo Gay. ¡Fue realmente divertida! Con profusión de banderas, desfiles, los himnos de Estados Unidos y España y unas orquestas estupendas para bailar al ritmo de Glenn Miller o del rock& roll mientras nos tomábamos unas riquísimas hamburguesas y perritos calientes con refrescos y cerveza. Gracias a James Costos por su simpatía y buen hacer y sobre todo porque está siendo un magnífico embajador de su país, ya que está colaborando en el buen entendimiento y desarrollo de muchos proyectos positivos para España. ¿Saben una cosa? Estoy muy feliz volviendo al mar y a la playa en mi adorada Marbella, no sea que se me quite ese moreno caribeño que traje de mi aventura por aquellas islas y que tanto recuerdo y añoro. Que sean felices y sonrían.
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