Caso Weinstein

Weinstein, cerco al Hollywood más depravado

El productor se entregó ayer en una comisaría de Nueva York por la acusación formal de violación y forzar una felación, pero se declara inocente. Salió tras depositar una fianza de un millón de dólares y llevará un dispositivo electrónico para estar localizado

Harvey Weinstein, a su llegada a la comisaría de Manhattan / Efe
Harvey Weinstein, a su llegada a la comisaría de Manhattan / Efelarazon

El productor se entregó ayer en una comisaría de Nueva York por la acusación formal de violación y forzar una felación, pero se declara inocente. Salió tras depositar una fianza de un millón de dólares y llevará un dispositivo electrónico para estar localizado.

Cayó Harvey Weinstein, el Midas del Hollywood nacido en los noventa, el productor detrás de «Sexo, mentiras y cintas de vídeo», «Pulp Fiction» y «Shakespeare enamorado». Su paseíllo de ayer viernes, frente a la puerta de una comisaría en Manhattan, cierra abruptamente el ciclo del niño de Queens, hijo de un cortador de diamantes, al que decenas de actrices han acusado de comportamientos propios de sádico. Acoso, abusos, violaciones y amenazas... En el tenebroso catálogo de Weinstein no falta detalle. Según sus supuestas víctimas abusaba de su posición, todopoderosa en la industria, para ejercer como una suerte de señor feudal, con derecho a pernada, al que nadie osaba contradecir. No faltan las carreras arruinadas, cuando alguien amenazaba con irse de la lengua, y las historias de pesadilla, como aquella que relató Salma Hayek al «New York Times» tras sacar adelante su «Frida» pese a las brutales coacciones de un Weinstein diabólico.

De momento, del abrumador número de denuncias, tendrá que hacer frente a dos, por violación y abuso. Una en 2013, y otra, en 2004, previsiblemente cometida contra la actriz Lucia Evans, a la que presuntamente habría obligado a hacerle una felación en la oficina que Weinstein tenía en el neoyorquino barrio de Tribeca. Ni que decir tiene, que el productor, o mejor ex productor, ha negado las acusaciones y, abogado mediante, aprovechó para explicar que reafirmará su inocencia ante el juez en el momento que acceda al pliego de acusaciones. El magistrado, por cierto, fijó su libertad condicional en una fianza de 10 millones de dólares, si se trataba de un bono, o un millón en efectivo. Weinstein optó por la segunda opción y abandonó la comisaría acompañado de su abogado, el mismo que representó al que fuera director del Fondo Monetario Internacional, Strauss-Khan. También llevará un dispositivo en su cuerpo, cuyo mantenimiento deberá abonar él mismo, y que permitirá mantenerlo localizado hasta la previsible celebración del juicio.

En un comunicado para la prensa, su abogado explicó que «el Sr. Weinstein siempre ha mantenido que nunca tuvo una relación sexual no consentida con nadie. Nada de lo ocurrido hoy cambia la posición del Sr. Weinstein. Se ha declarado inocente y espera ser exonerado». «El Sr. Weinstein no inventó el sofá de casting en Hollywood», añadió, de forma más informal, «esto no trata de que haya un mal comportamiento en la industria. El mal comportamiento no es lo que aquí se juzga». El sofá del casting, obviamente, forma parte de la mitología más siniestra de un Hollywood siempre rico en historias de hombres fuertes que actuaban como auténticos depredadores, aspirantes a estrellas y espesos silencios a favor de la industria y sus «secretitos», por decirlo como el James Ellroy de «L.A. Confidential».

La peripecia de Weinstein incluye denuncias de actrices como Ashley Judd, Gwyneth Paltrow, Mira Sorvino, Rosanna Arquette, Rose McGowan, Angelina Jolie y así hasta alcanzar la centena. Su caso fue la espoleta del #MeToo, el movimiento que ha sacudido los cimientos de la sociedad estadounidense, y en especial de la industria del espectáculo, para propagarse después por todo el mundo. En un comunicado para el «Hollywood Reporter», McGowan, que acusa a Weinstein de haberla violado en 1997, explica: «Yo, y otras muchas de los supervivientes de Harvey Weinstein, habíamos perdido la esperanza de que nuestro violador respondiera ante la ley. Hace veinte años, juré que trabajaría para evitarlo. Hoy estamos un paso más cerca de que se haga justicia. Éramos mujeres jóvenes, atacadas por Weinstein y luego aterrorizadas por su vasta red de complicidades. Estoy en pie junto a mis compañeras supervivientes. Que esto sirva para dar esperanza a todas las víctimas y supervivientes que en cualquier parte que están contando su verdad».

Panoplia de difamaciones

Mucho antes de que el caso Weinstein destruyera la credibilidad del productor que organizaba las mejores fiestas, coleccionista de Oscar y amigo de políticos, ya circulaban por Sunset Boulevard las habladurías respecto a su conducta. Hay quien, como Tarantino, han confesado luego que algo sabían, y que trataron de confrontarlo. Pero la magnitud de las acusaciones, el número de posibles víctimas, y la violencia de muchos de esos relatos, multiplicaron los presagios más explosivos, al tiempo que la policía y la fiscalía de Nueva York mantiene abierto un caso susceptible de crecer en las próximas semanas, avanzan pesquisas similares en ciudades como Los Ángeles y Londres. Aunque su abogado sostiene que estamos ante una panoplia de difamaciones, su futuro legal amenaza ruina.