Moda
Bill Clinton, el estilo del posible «primer caballero»
El ex presidente tendrá que mudar de armario ahora que su mujer ostenta el poder y él permanece en un discreto segundo plano, en el que su ropa habla por él
El ex presidente tendrá que mudar de armario ahora que su mujer ostenta el poder y él permanece en un discreto segundo plano, en el que su ropa habla por él
Avanza la carrera por la Casa Blanca y, mientras Hillary Clinton lidera las encuestas, surge la pregunta inevitable: ¿cómo habrá que llamar a Bill, su esposo, si ella se hace con la presidencia? Sería la primera vez que un hombre ocupe el puesto de primera dama. La propia Clinton aún no se decide por el título que le gustaría para su esposo: «Primer tío, primer oficial o primer caballero. La verdad es que no estoy segura», dijo en una entrevista con el humorista Jimmy Kimmel. Un grupo de seguidores de su campaña han querido zanjar la cuestión con su web «First Lady Bill», en la que venden camisetas con el eslogan «Bill para primera dama» y hasta muñecas de Bill Clinton ataviado con un vestido rojo y bolso a juego.
Independientemente del título, el hecho es que Clinton, presidente de Estados Unidos entre1993 y 2001, tendrá que pasar de ostentar el poder a apoyar a quien lo ostenta; y desde un lugar bastante discreto. No será él quien dé los discursos, sino quien escuche con aprobación y orgullo mientras su mujer le habla al mundo. Por eso mismo, su ropa y su estilo cobran importancia: tendrán que expresar todo lo que él no podrá decir con palabras. Por otro lado, las elecciones de vestimenta de las mujeres de los presidentes estadounidenses no han pasado desapercibidas desde la época de Jackie Kennedy. «La moda ha cobrado un protagonismo increíble a través de ellas y su figura se ha revalorizado. Antes, primera dama era sinónimo de pereza, ahora, de Moda con mayúscula», dice Vicente Gallart, periodista especializado en moda. El estilo de Bill Clinton será igualmente foco de atención, y más aún si se toma en cuenta que sentará el precedente para los «primeros caballeros» que estén por venir.
Hasta ahora, Clinton ha representado su papel a la perfección: ha dejado de lado las corbatas, excepto para ocasiones muy elegantes, y favorece un estilo más desenfadado y sutil. Sus «looks» –que van desde las camisas de cuadros hasta los polos combinados con americanas «sport»–, no dicen «soy un hombre poderoso, líder de la mayor economía del mundo», sino «miren a mi mujer, ella tiene algo importante que decir». Del mismo modo que Michelle Obama siempre ha utilizado vestidos que denotan buen gusto y elegancia, pero que nunca opacarían a su esposo. Melania Trump, en cambio, tiene algo que aprender en este aspecto. Ha sido más difícil para ella que para Clinton, tan acostumbrado a ser el centro de atención, quedarse en el segundo plano. La mujer de Donald Trump todavía lleva consigo el porte de su carrera como modelo y suele acaparar miradas con sus vestidos ajustados y monocromáticos.
- De Jackie a Michelle
Si Obama es hoy un icono de estilo, cuyos vestidos se agotan en internet en cuestión de horas, la primera que causó furor por su elegante forma de vestir fue Jacqueline Kennedy. Ella y JFK representaron la renovación y la frescura en un país que necesitaba de ambas cosas desesperadamente, y los trajes de Chanel con sombreros a juego que usaba la primera dama sin duda se habrían vendido en segundos si entonces hubiera existido la compra «on-line». La siguiente esposa de un presidente que trajo buen gusto a la Casa Blanca fue Nancy Reagan, con su estilo audaz y elegante. Quizá por su fugaz carrera como actriz, Reagan representaba el glamour y, también, dio un nuevo impulso al llamado estilo americano que ya Jackie había puesto en valor.
Obama tomó consejo de ambas: «Ella también apuesta por el “made in USA”, ya sea con diseñadores de la vieja guardia, como Oscar de la Renta, o con los más jóvenes, como Prabal Gurung o Jason Wu», dice Gallart. Tanto es así que, según un estudio realizado por la Stern School of Business, en 189 apariciones públicas de la primera dama entre noviembre de 2008 y diciembre de 2009 generó casi tres mil millones de dólares en valor para las marcas que utilizó en esas ocasiones.
Por eso mismo, llevar diseñadores extranjeros no es una opción (o, al menos, no de manera recurrente). Es otra partida que tiene ganada Clinton, que suele utilizar camisas de Brooks Brothers, Martin Greenfield y Donna Karan (aunque ésta ya no hace ropa masculina). Además, es conocido su gusto por los relojes Shinola, hechos en Detroit, de los que posee una docena (a 550 dólares cada uno). De hecho, hasta les ha hecho publicidad en sus discursos: «Necesitamos más historias americanas de éxito como la de Shinola», dijo recientemente.
Quizá, si Hillary Clinton gana la presidencia, serán los modelos de corbata y los Polos de Ralph Lauren que lleve su esposo los que se agoten en cuestión de horas. En todo caso, como primer caballero deberá elegirlos con tanto cuidado como escoge la actual primera dama sus vestidos y tacones. Y tendrá que estar preparado para la gran pregunta: Bill, ¿qué marcas llevas puestas hoy?
Esencia de mujer
Jackie Kennedy
Supo representar la elegancia, con sus trajes Chanel en colores pastel, sus collares de perla y vestidos rectos, a la vez que el estilo del americano de a pie, por eso sigue siendo un icono de moda
Nancy Reagan
Si Jackie era juventud y frescura, Reagan representaba el glamour del Hollywood que dejó atrás. El rojo era su color fetiche y lo usaba para ocasiones elegantes o en conjuntos de chaqueta y falda
Michelle Obama
La actual primera dama opta a menudo por los estampados y los colores vivos en diseños de firmas americanas jóvenes, como Jason Wu o Prabal Gurung, que son a la vez modernos y clásicos
Melania Trump
Además del gusto por el «total white», otro buen ejemplo de su estilo es su preferencia por llevar los abrigos colgados sobre los hombros. Un «look» que la hace parecer fuerte y poderosa, casi como una ejecutiva
¿«Cookies» de chocolate o galletas de estrella?
Más allá del dilema del «primer caballero», Bill Clinton tendrá que decidir si afronta las tareas normalmente destinadas a las primeras damas, como elegir la vajilla de la Casa Blanca. De hecho, ya se unió a una de esas tradiciones: participó en la competencia de recetas de galletas que organiza la revista «Family Circle» en cada ciclo de elecciones. Las esposas de los candidatos envían a la revista una receta y luego los lectores las prueban y eligen la ganadora. Este año, Clinton envió la misma con que su mujer triunfó en 1992 y en 1996: galletas de avena con chispas de chocolate. Melania Trump compartió la receta de unas galletas con forma de estrella y preparadas con crema agria. Curiosamente, fue la propia Hillary quien inspiró el concurso tras un célebre comentario que hizo durante la primera candidatura presidencial de su esposo.«Supongo que habría podido quedarme en casa cocinando galletitas y tomando el té, pero decidí poner
en práctica mi profesión», dijo Hillary, que entonces trabajaba como abogada. La frase despertó cierta controversia –se dijo que estaba agrediendo a las amas de casa–, pero «Family Circle» se lo tomó con humor y la invitó a participar en su concurso de galletitas. Según la publicación, el ganador ha coincidido con el elegido para la presidencia en cinco ocasiones de seis. Los resultados de este año aún no se han hecho públicos.
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