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¿Con qué especies convivimos?
Las aves que habitan en las ciudades han descendido más de un 18% en las últimas dos décadas
Las aves que habitan en las ciudades han descendido más de un 18% en las últimas dos décadas.
Igual para algunos el concepto fauna urbana no va más allá de los pichones, las cucarachas y las ratas. Sin embargo, vivimos, también en la ciudad, rodeados de especies. Basta salir a la calle y mirar a los lados o mejor arriba para encontrar decenas de animales diferentes, que además de una distracción, cumplen una labor importante en el entorno (las mencionadas antes, a pesar de su desagradable aspecto también lo cumplen, entre otras cosas acaban con parte de los desechos que generamos los humanos). La llamada biodiversidad urbana es fundamental para conocer el estado de salud de las ciudades, además, numerosos estudios han demostrado que el contacto con la naturaleza y los animales mejora nuestro estado de ánimo y nos ayuda a relajarnos. Sucede, por ejemplo, con la contaminación afecta primero a los pájaros (los mineros de esto sabían algo y por eso mandaban a los canarios al interior de las minas para comprobar si el aire era respirable). Sólo dando un paseo por la Casa de Campo o por Madrid Río se pueden ver hasta 30 especies diferentes sin mucha dificultad y en tan sólo una hora.
Los gorriones son fácilmente identificables, pero ¿sabría diferenciar un macho de una hembra, un gorrión común de un molinero? ¿Sabía que las golondrinas se confunden a menudo con los aviones y los vencejos? ¿y que los machos de esta última especie nunca se posan en cuatro o cinco años y duermen mientras vuelan? ¿Y que en Madrid hay al menos tres especies de carpinteros y que una de ellas es habitual en el parque de El Retiro? ¿o que en el Manzanares a la altura del Puente de Segovia se puede ver pasar al Martín pescador o a las garzas? La riqueza de las ciudades es enorme y más o menos similar en todos los centros habitados de España, aunque como indica Beatriz Sánchez, coordinadora del programa de Biodiversidad Urbana de Seo/Birdlife «no existen inventarios en ninguna que tengan catalogada a la fauna urbana. Nosotros hemos empezado a hacer seguimiento de aves comunes en dos ciudades, Vitoria y Bilbao a través de voluntarios. Estamos lejos de ciudades como Londres donde hay mucha cultura de avistamiento de aves y existen iniciativas para salir al jardín y contar pájaros por ejemplo».
Es cierto que algunas especies, con gran capacidad de adaptación, han sacado provecho de la actividad humana que se concentra en los núcleos de población. Por ejemplo, los halcones peregrinos encuentran en azoteas refugio para sus crías y llegan aquí provenientes de un campo cada vez más castigado por el uso de productos químicos y por la abundancia de competencia por la comida. También los vencejos y las golondrinas hacen sus nidos en los garajes y cornisas de las casas, pero lo cierto es que en general y desde hace 20 años, las aves urbanas sufren un declive de más del 18% de su población. En el caso del gorrión común, la especie está dejando de hacer honor a su nombre ya que se ha perdido casi la mitad de sus ejemplares. Y como dicen desde la sociedad ornitológica si la ciudad no es buena para ellos no es buena para nadie.
Admirar aves desde Internet
Si no le apetece salir de casa y tiene un PC cerca, Seo/BirdLife tiene desperdigadas por la Península varias webcam que valen para monitorizar a las parejas y las crías, hacer vigilancia de especies en peligro y ya de paso sirven para abrir una ventana a la vida salvaje para curiosos. En Madrid cuenta con webcam una pareja de halcones peregrinos y otra de cigüeña blanca, ambas en Alcalá de Henares; en Villalba hay una que vigila un nido de colirrojo tizón; en Rascafría hay una cámara que controla a los polluelos de buitre negro; también las hay de cernícalos y lechuzas en entorno rural y urbano. Y desde este año, la webcamlechuza vigila a la dama de la noche. Esta primera cámara con visión nocturna se ha puesto en marcha para el Ave del Año 2018.
La higiene femenina sin residuos
Más de 20.000 millones de productos dedicados a la menstruación se desechan cada año dañando el medio ambiente. Una mujer utilizará 11.000 productos desechables para el periodo a lo largo de su vida. Además, los tampones están elaborados con una combinación de algodón y rayón (un material sintético de la pulpa de madera), y de determinados plásticos y aditivos con químicos y pesticidas. Además de poder causar problemas a las mujeres, como el Síndrome del Shock Tóxico (SST), estos productos tardan en biodegradarse seis meses; los aplicadores de plástico tardan cientos de años en biodegradarse; y las compresas, hechas en 90% de material plástico, tardan 300 años en desaparecer. Sin embargo existe alternativa: las copas menstruales. Además de evitar residuos las copas son hipoalergénicas.
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