Televisión

«Jonathan Strange y el señor Norrell»

Un drama histórico con licencias mágicas

«Jonathan Strange y el señor Norrell»
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Otoño de 1806, norte de Inglaterra. El señor Gilbert Norrell demuestra a sus compañeros de la Sociedad de Magos de York que la magia ha regresado a suelo inglés haciendo hablar a las estatuas de la catedral de la ciudad. El asombro que produce este hallazgo se extiende como la pólvora, mientras el Sr. Norrell, convencido de la utilidad de sus habilidades, decide trasladarse a Londres. Allí se pondrá al servicio del gobierno, que se encuentra inmerso en la lucha con el mayor enemigo de Europa de la época, Napoleón. Y conocerá a su colega más brillante, Jonathan Strange, un inexperto mago que sin embargo alberga un enorme poder.

Perteneciente al género del drama fantástico, la brillante adaptación de la novela de Susanna Clarke que la BBC estrenó en el mes de mayo es ya una de las series de 2015. En formato miniserie, y compuesta por siete episodios, Jonathan Strange y el señor Norrell es una producción cuidada hasta el más mínimo detalle, que no ha escatimado en efectos especiales de primer nivel para trasladar como se merece el universo mágico creado por la escritora británica. Publicada en 2004, y editado en nuestro país por Salamandra, la obra de Clarke se alzó con el Premio Hugo a la mejor novela de ciencia ficción o fantasía en 2005 y se situó en las listas de libros más vendidos en Gran Bretaña, Alemania y Estados Unidos.

La historia fantástica adaptada para la televisión por Peter Harness y dirigida por Toby Haynes es en realidad un drama histórico que se permite ciertas licencias mágicas. Como si Jane Austen se encontrase con una versión oscura y adulta de J. K. Rowling y juntas construyesen un universo romántico y mágico. Porque el fin último del ofrecimiento de Norrell al ejército no es más que un intento de restaurar la imagen de la magia en su país, y devolverle su buen nombre. Para el pueblo llano los magos sólo son esos hombres a los que se les pueden pedir todo tipo de deseos, su trascendencia no va más allá. Y para personajes relevantes como Lord Wellington, sirven de poco si no pueden resolver los problemas de abastecimiento de su ejército. Strange y Norrell trabajarán para ser útiles a su país, pero no lo harán de forma conjunta. Aunque su condición de magos debería ser una acicate para que compartieran su tiempo y sus inquietudes, su carácter y su visión sobre la magia les distancia irremediablemente.

Como es habitual en las grandes producciones británicas, a una gran historia y una cuidada adaptación no le falta un gran elenco de actores que hace brillar aún más el producto. Berti Carvel, un actor británico al que pudimos ver en John Adams, interpreta a Jonathan Strange, mientras que Eddie Marsan («V de Vendetta», «Ray Donovan») se pone con maestría en la piel del siempre inquietante señor Norrell. Mark Warren («Los Mosqueteros», «The Good Wife») y Charlotte Rilley («Peaky Blinders») son otros de los nombres del reparto Jonathan Strange y el Sr. Norrell. Una de esas series británicas que si fuese estadounidense sería la producción que todo el mundo ve y recomienda. Por los cuadros de época que conforman sus planos, por la originalidad de su historia o por su esencia de novela clásica. Un clásico que sólo tiene diez años.

Lo mejor

Que sea británica. Porque sus cadenas, y especialmente la BBC, no escatiman a la hora de destinar grandes presupuestos a adaptaciones de novelas, y menos si tienen la fama del libro de Clarke. La recreación de la época y los efectos especiales alcanzan un nivel que mata de envidia a cualquier cadena del mundo.

Lo peor

Su brevedad. Sabe a poco después de disfrutar de las de la magia de los protagonistas y contemplar el camino que toman sus vidas. La excusa para estirar la historia habría sido plausible, por la audiencia. Aunque quizá la cadena se habría visto obligada a mermar la calidad de los episodios.