Política

Esteban González Pons: «Los chefs deberían escribir discursos para el Gobierno»

«Me daría la subsecretaría del ministerio del tiempo»

«La política está en una fase en la que Iker Jiménez sería el mejor analista»
«La política está en una fase en la que Iker Jiménez sería el mejor analista»larazon

Si pudiera volver a empezar, Estaban González Pons, no sería político. Dice que su madre, cuando le visita en Bruselas, sostiene la teoría de que «con el español se puede vivir por todo el mundo» porque a ella así la entienden.

Si pudiera volver a empezar no sería político. Dice que su madre, cuando le visita en Bruselas, sostiene la teoría de que «con el español se puede vivir por todo el mundo» porque a ella así la entienden. Cree que al envejecer se está volviendo «tonto», que a los 50 ha vuelto a repetir los mismos errores de los 30 y 40 y que le queda hacer un pacto consigmo mismo: cuidarse más porque allí su menú está repleto de mantequilla.

–Dice que los «Gónzalez» tienen su carta de presentación... ¿Cómo se presenta usted?

–Ser un González es una forma de estar en el mundo sabiendo que hay muchos como tú, que no eres único, que perteneces a un grupo innumerable. Entre los González hay poca tontería y mucha solidaridad.

–Creo que su hija pequeña ya le ha escrito el primer discurso... «Querido mundo», ¿Cuándo lo lleva al Parlamento?

–El próximo periodo de sesiones voy a dejar que mi hija de 8 años escriba todos mis discursos y seguro que todos los periodistas confirman que ha habido una mejoría en mis intervenciones.

–Ahora que la gente se ha lanzado a la caza del Pokemon. ¿Teme que haya alguno suelto por el Parlamento Europeo?

–Encima de mi mesa, en este momento hay uno. Lo cazé hace dos minutos.

–Estaba escribiendo una novela de amor... ¡No me diga que la ha dejado a medias!

–No. Todas las buenas historias de amor están siempre a medias porque cuando tienen final, como el final feliz no existe, siempre son de desamor. No he terminado la novela, pero tampoco la he dejado. Estoy en ello y me gustaría poderla presentar antes de un año.

–¿A quién prefiere de compañero de fatigas, al Quijote o a Sancho Panza?

–A Sancho Panza porque para el puesto de Quijote me propongo a mí.

–«Madrid no mira si no quieres que te vea». ¿Ocurre lo mismo en política?

–En política si no te haces visible no existes. La política no es para los tímidos sino para los exhibicionistas.

–Viniendo de una tierra de naranjas... ¿A quién le haría zumo?

–Bueno, yo le haría zumo a todo el que me lo pidiera. Promovería el consumo de naranjas hasta en el infierno.

–¿Qué significa para usted quedarse a la luna de Valencia?

–Estar fuera uno de donde debería estar, lejos de casa. La luna de Valencia hace dos años que para mí está en Bruselas.

–¿Ficharía a Iker Jiménez para resolver el misterio de los 10 votos fantasmas que recibió el PP?

–A Iker Jiménez yo lo ficharía para cualquier cosa. La política española ha entrado en una fase en la que Iker sería el mejor analista político posible. Si yo dirigiera su periódico, hace tiempo que le tendría escribiendo columnas políticas.

–Dicen que las casas conservan el «Feng shui» de sus antecesores. ¿Qué energía había en su despacho?

–En el despacho en el que acabo de entrar aquí, en el Parlamento Europeo, había energías extrañas y muchos Pokemon. El Parlamento Europeo es lo más parecido al Senado en la guerra de las galaxias que he visto en mi vida.

–«Nadie triunfa demasiadas veces, los “winners” no existen». ¿Usted dónde está ahora?

–Yo soy lo que de manera muy cursi se llama un «finisher», los que sin ambición de ganar terminan las carreras largas. Estoy «en medio de» y sólo aspiro a poderla terminar. Nunca he ganado y no creo que nunca vaya a ganar nada.

–Pedro Sánchez, en sus inicios, le copió su estilismo de la camisa blanca. ¿Cogería ideas del modelo «camuflaje en Mojácar» para este verano?

–No, creo honestamente que los políticos no deberían nunca llevar gafas de sol. Me parece que el político puede taparse muchas cosas, incluso deben taparse las vergüenzas, pero nunca los ojos. Al político, aunque vaya disfrazado, los ojos, obligatoriamente deberán de vérseles.

–En medio de sus libros y batallas, ¿no estará pensando en volver a vestir el uniforme?

–No, no. Yo me iría a la mili todos los veranos. Es la etapa más feliz de mi vida: reglas claras, un horario confirmado, una cadena de mandos segura, ninguna duda sobre lo que hay que hacer... Era el universo perfecto: todo el mundo hablaba de fútbol y otros temas de los que a mí me gustan. Desgraciadamente mi mili ahora es el trabajo.

–Eso es porque no le harían pelar patatas...

–Sí, pelé patatas, limpié letrinas, fui a paso ligero a donde quería y a donde no. Me arrestaron y terminé con ganas de largarme. En la academia de Caballería todos los sábados corríamos 8 kilómetros en menos de 40 minutos y mientras se te escapaba el hígado por la boca me decían siempre: «Recordarás esta época como la mejor de tu vida». Y hace ya varios años que me pasa eso...

–Un televisivo chef dice que a algunos platos les falta «rock and roll» ¿Y a la política?

–Bueno, un respeto, porque en España los chefs se han convertido en los grandes intelectuales del momento. A los chefs, cuando se les entrevista, ya no se les pregunta por los platos que cocinan sino por las sanciones europeas o por la candidatura de Donald Trump. Así que yo, cuando un chef habla de algo que no sea cocina siempre tomo buena nota porque utilizando sus opiniones no me equivocaré.

–¿Habría que fichar a algún chef para Ministro?

–Sí, lo mismo que propongo que Iker Jiménez escriba de política un chef debería escribir discursos para el Gobierno porque opinan últimamente de todo menos de cocina.

–¿Qué Ministerio crearía?

–En España hace falta un Ministerio de la reconciliación y contra el rencor. Aunque de verdad el que daría media vida porque existiera es el Ministerio del Tiempo.

–¿Para detenerlo?

–No, para viajar. Para pasar el verano en Atapuerca, la Navidad en las Cortes de Cádiz o la primavera luchando en la guerra de la Independencia y el otoño resistiendo a los romanos en Numancia.

–¿Y a quién damos esa cartera?

–A mí, claro. No, del Ministerio del Tiempo me da igual quien sea ministro, me conformo con ser subsecretario.

–Creo que le han llegado a confundir con un cantante de Valencia... ¿Mejor dar el cante? ¿Cantar las cuarenta?

–Sí, me han confundido con un cantante por llevar la voz cantante. Pero por desgracia para mí, soy político y no cantante. Intento arreglar la vida de la gente, pero no les hago más felices.

–Ahora que se lleva tanto el «cuñadismo»... ¿Qué sería el vecinismo político?

–El vecinismo es algo más respetuoso que el cuñadismo, aunque igual de incómodo. El cuñado se caracteriza por decirte siempre que te has equivocado y explicarte siempre lo que tendrías que haber hecho. El vecino es un fisgón, un ruidoso que siempre le faltan herramientas cuando se pone a hacer bricolaje y te las pide a ti. Yo del vecinismo político espero eso: que nuestros vecinos políticos fisgoneen, hagan ruido por las noches y cuando quieran hacer bricolaje tengan que venir al PP a por las herramientas.

–Le recuerdo siempre pegado al teléfono. ¿Echa de menos las cabinas?

–Creo que de esto se ha hablado poco y me alegro de que me haga esta pregunta porque el 31 de diciembre desaparecerán y no les hemos hecho el gran homenaje que merecen. En una cabina todos, o yo por lo menos, nos hemos cambiado de ropa alguna vez, empezando por Superman; en una cabina todos, o al menos yo, nos hemos besado alguna vez, y en una cabina, todos, o al menos yo, hemos dicho «ya no te quiero» o «me gustaría verte».

–Marhuenda tiene de mascota una rata común llamada «Vladimir». Si tuviera una, ¿qué nombre le pondría?

–Si tuviera una mascota, que no la tengo, le pondría un nombre de persona: Roberto, Antonio Luis... Para poder dialogar con ella sin sentir que estoy haciendo el ridículo. De todas maneras tengo que decir que por cómo veo a la gente mi mascota soy yo. Dialogo con la mascota que siempre va conmigo.

¿Mar o montaña?

Como valenciano le gusta su tierra y el sonido de su mar. Con su móvil retrata los paisajes que salen a su encuentro y los comparte en Instagram. Ha pasado unos días en Inglaterra tras el rastro de la leyenda del rey Arturo y dice que en cualquier rincón hay un sitio mágico por descubrir.