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El Marqués de Covadonga o el Rey Alfonso XII de España
Cuando el primogénito y homónimo del rey Alfonso XIII renunció en 1933 a la sucesión a la corona, asumió el título de Conde de Covadonga. Su abuelo Alfonso XII usó el mismo predicado, pero con título de marqués y como identidad de incógnito, evocando así el santuario de Covadonga donde Don Pelayo inició la Reconquista y el hecho de que los herederos de la corona son príncipes de Asturias.
Poco antes de que Isabel II abdicara en Alfonso XII éste viajó a Roma con el capitán general conde de Cheste, el conde de Heredia Spínola, el general Reina, Isidro Losa, José Aizcorbe y el capellán Llerena, para recibir la primera comunión de manos de su padrino Pío IX. Allí, del 24 de febrero al 10 de marzo de 1870, utilizó el título de marqués de Covadonga, aunque el pontífice le recibió con honores reales. Aizcorbe, ayudante de Cheste, describió la recepción en el Vaticano: «El Papa ha recibido a su ahijado el marqués de Covadonga del modo más afectuoso y honorífico que se podía desear. Primero le ha recibido como a un Rey reinante, pues le formaron todas las guardias y salió a recibirle al pie de la escalera toda la Corte, de gran gala, capitaneada por monseñor el Cardenal Pacca, y después, con una bondad y un cariño de verdadero padre, se llevó al Príncipe a sus piezas interiores y le enseñó su retrato y el de su madre, y estuvo entretenido con él media hora. Después recibió al resto de la comitiva en su despacho con la mayor bondad y estuvo hablando con Cheste largo rato en italiano; luego nos echó la bendición y nos despidió, manifestando su deseo de que el tiempo mejorara para hacer el acto de la comunión del Príncipe con toda la pompa posible».
Alfonso XII, a quien su hermana Eulalia llamaba «Al», se inscribió en 1872 como marqués de Covadonga en la Academia Imperial y Real del Theresianum de Viena, donde permaneció hasta junio de 1874. Pero su condición no era un secreto y fuera de las clases se le guardaban todas las consideraciones. Luego estudió en la Academia Militar británica de Sandhurst. Una placa en el número 1 de The Terrace, Sandhurst, reza: «El marqués de Covadonga, príncipe de Asturias, después S.M. Alfonso XII, rey de España, residió aquí, como cadete, de octubre a diciembre de 1874. Esta placa fue colocada por su hijo, S.M. don Alfonso XIII, rey de España, K.G., G.C.V.O.». Había acabado su primer año y el 23 de diciembre de 1874 llegó a Londres antes de viajar a París a ver a su madre. Como sólo llevaba un maletín y un abrigo, en el Charing Cross Hotel pidieron un depósito de 2 libras a este cadete desconocido antes de alquilarle una habitación.
Más tarde, para su encuentro con la archiduquesa María Cristina en Arcachon, partió el 21 de agosto de 1879 del Real Sitio de San Ildefonso. Viajó como marqués de Covadonga, con el marqués de Alcañices, el conde del Serrallo, el General Primer Ayudante marqués de Torrelavega, Guillermo Morphy, el Duque de Tetuán, entre otros. Era difícil que séquito tan copioso pasase desapercibido. Su hermana Paz, escribió: «... Ayer salió Alfonso de incógnito (aunque todo el mundo lo sabe) para visitar en Arcachon a la Archiduquesa Cristina, que está allí con su madre. Pronto será su esposa...». Luego, la propia María Cristina, ya viuda, utilizaría también el título de marquesa de Covadonga cuando deseaba guardar el incógnito.
Su carácter
Ascender al trono e intentar apaciguar el país, tras el Sexenio Revolucionario, fue todo uno. Eso le valió el apodo del «El Pacificador». Dócil, sencillo, romántico, sensible y generoso, murió joven a causa de la tuberculosis pero antes le dio tiempo a demostrar que un Rey debe estar con su pueblo siempre, pero especialmente en tiempos de prueba. Así cuando el cólera asoló Valencia y llegó hasta Aranjuez, el Rey, haciendo caso omiso a Cánovas del Castillo, abrió el palacio real para todos los afectados, les consoló y les repartió ayudas. Viudo de su amada prima hermana y esposa la reina María de las Mercedes, se casó por responsabilidad con María Cristina pues sabía que uno de los deberes de los monarcas es asegurar la sucesión.
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