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La primera víctima de la carretera
Los coches tenían como límite los 6,5 kilómetros por hora, sin embargo, aquella medida que ahora nos parece ridícula no pudo evitar el primer accidente mortal en el asfalto
Los coches tenían como límite los 6,5 kilómetros por hora, sin embargo, aquella medida que ahora nos parece ridícula no pudo evitar el primer accidente mortal en el asfalto
Días de operación de entrada y salida. De millones de desplazamientos por la carretera, de tristes datos de siniestralidad y, por desgracia, de muerte en el asfalto. Según la DGT, en el año 2014 murieron 1.131 personas en las carreteras españolas. Y todo pudo comenzar un 17 de agosto del año 1896, el día en que se produjo la primera víctima mortal causada por un automóvil en Europa.
Ocurrió en Reino Unido, en una época en la que apenas había un puñado de coches de combustión circulando por todo el país. Una mujer de 44 años, Bridget Driscoll paseaba por Crystal Palace, al sureste de Londres junto a su hija May y una amiga. Se dirigía a participar en las festividades organizadas por la Liga Católica en el barrio. En el mismo que se había convocado una exhibición de automóviles. Eran la novedad del momento, los primeros coches de gasolina en la historia de Inglaterra. Uno de ellos era un Roger-Benz importado por un amante de la conducción: Arthur Edsall.
Arthur salió a probar su nueva adquisición y quizás se entusiasmó demasiado con la potencia del aparato. En aquel tiempo, los automóviles tenían un límite de velocidad predefinido de unos 6,5 kilómetros por hora. Pero todos los datos de la investigación de lo ocurrido parecen demostrar que el Benz de mr. Edsall viajaba más rápido. ¿Fue también el primer caso de «tunning» de un motor? Sea como fuera, en un momento de su viaje Arthur perdió el control, se le oyó gritar «¡apártense!» justo cuando pasaba junto al grupo de la señora Driscoll. May y su acompañante reaccionaron pero Briget quedó paralizada. Los testigos del suceso, según testimonios recuperados por el «Times» 70 años después, declararon: «Es como si la señora hubiera quedado fascinada por el coche, se quedó quieta mientras el auto se acercaba a gran velocidad». Fue arrollada y murió en el acto.
¿A qué velocidad viajaba realmente Arthur? Imposible saberlo. Una mujer que paseaba cerca declaró: «Iba demasiado deprisa, como una máquina de fuego, tan rápido como el mejor de los caballos de carreras». El conductor declaró haber alcanzado los 8 kilómetros por hora, pero que tocó la bocina y gritó para advertir a los pasajeros. May Driscoll aseguró al diario «Norwood News» que el conductor no parecía saber lo que hacía... «iba en zig-zag».
Un jurado popular tuvo que hacerse cargo del caso. Declaró el suceso un «accidente» y, por lo tanto, no condenó a ninguna pena al conductor. La señora Driscoll pasó a la historia como la primera víctima de un coche de gasolina (antes había habido accidentes con vehículos a vapor). Quizás fue un efecto colateral del progreso. Unos años antes todos los coches de este tipo debían ir conducidos por tres personas: un encargado de mantener el motor, el conductor y un hombre que debía caminar unos 50 metros por delante agitando una bandera roja. Todas esas medidas habían sido aliviadas meses antes de la muerte de Bridget.
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