Mascotas

¡Que persigue mi bici!

Los paseos ciclistas relajados en vacaciones se pueden convertir en una pesadilla cuando nos cruzamos con un perro suelto. Te decimos qué hacer, aunque no hay varita mágica.

¡Que persigue mi bici!
¡Que persigue mi bici!larazon

Los paseos ciclistas relajados en vacaciones se pueden convertir en una pesadilla cuando nos cruzamos con un perro suelto. Te decimos qué hacer, aunque no hay varita mágica.

Antes de llegar a este problema deberíamos tener claro que nuestro perro no debe perseguir ciclistas bajo ningún concepto, y que, normalmente, lo hace por miedo o por defender su territorio.

Una buena educación y mucha paciencia, generalmente con ayuda de algún profesional, puede quitar esta «manía» a nuestro can. Lo ideal es conseguir que cuando se llegue a esta situación tengamos suficiente control sobre nuestro perro como para llamarlo y que se quede quieto a nuestro lado. Problema resuelto.

Ahora nos vamos a poner en la piel de quien va a dar a un paseo con su bici, o a entrenar por lo montes, para relajarse o hacer deporte y, de repente, se cruza con un perro que comienza a ladrarle y perseguirle. Por desgracia esto es muy común, porque además de los canes asilvestrados que deambulan por los montes, en nuestro país está permitido tener perros de guardia en las fincas que, antes o después, consiguen escabullirse por algún hueco de la verja protectora y se lanzan contro los transeúntes.
Partimos de que no hay varita mágica para ello, pero sí unas pautas que pueden ayudar a calmarnos todos, el perro y nosotros.

Lo primero y fundamental es no salir huyendo a toda velocidad ni gritarle al perro, esto le pondría aún más nervioso y acabaríamos todos en el suelo. Es difícil, pero lo mejor es intentar estar tranquilo y transmitirle esta tranquuilidad al can, que muchas veces se lanzará para defender su territorio o por miedo.

En lugar de salir corriendo se debe bajar la velocidad, incluso hasta llegar a pararse si no se calma. Nunca mirarlo directamente a los ojos, para que no vea una actitud desafiante. La disminución de la velocidad se debe realizar al primer ladrido del perro hacia nosotros. En muchos casos bastará con esto y tras perseguirnos unos metros se volverá hacia su finca. Si persiste, hay que parar la bici, bajarnos y, según los clubs ciclistas, poner la bici entre el perro y nosotros.

Si vemos que su dueño, si lo tiene, no se hace con él y continúa amenazándonos, podríamos darle algo a morder como un palo o nuestra botella de bebida para distraer su atención. Cuando esté calmado, podemos seguir.

Me gusta tu sonrisa

Investigadores de la Universidad de Helsinki afirman que los perros sienten atracción por las personas cuando éstas sonríen. En su trabajo, con 43 perros, descubrieron que la oxitocina (la hormona del amor) hace que los canes se fijen más en las caras sonrientes, algo constatado por las pupilas más dilatadas de los canes cuando obervaban rostros felices.

Ojo a pisos vecinales

Ninguno de los puntos de la Ley de Propiedad Intelectual prohíbe la tenencia de animales en las viviendas, aunque deja en manos de las comunidades las normas para regular la convivencia. Si vamos de vacaciones a un apartamento es bueno preguntar a la Junta de propietarios. Por regla general, no podrá estar en las

zonas comunes.