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«The Wire»: Tal vez, la mejor serie de televisión del mundo

En el seno de «Cinemanía» hay división entre crítica y público. Mientras la primera opta por «The Wire», los votos de los lectores coronan a «Juego de tronos» como la mejor, aunque ni siquiera ha entrado en el «top 5» de la Prensa especializada

Dominic West (en la imagen) interpreta al detective James «Jimmy» McNulty
Dominic West (en la imagen) interpreta al detective James «Jimmy» McNultylarazon

En el seno de «Cinemanía» hay división entre crítica y público. Mientras la primera opta por «The Wire», los votos de los lectores coronan a «Juego de tronos» como la mejor, aunque ni siquiera ha entrado en el «top 5» de la Prensa especializada.

«Los Soprano» redefinió nuestro modo de pensar en la mafia. «Breaking Bad» sigue siendo un fascinante estudio de personaje. Es difícil encontrar una ficción tan sofisticada e inteligente como «Mad Men». La televisión nunca antes había conocido una epopeya tan grandiosa como «Juego de Tronos». ¿Y «The Wire»? «The Wire» juega en otra liga. Así al menos lo cree el equipo de redactores y críticos de «Cinemanía», que la aupan a lo más alto de la lista de las mejores series de la historia publicada por la revista en su número de septiembre. Como de costumbre, es un placer estar de acuerdo con ellos. Ninguna otra ficción televisiva ha hecho nunca nada remotamente a lo que esta serie hizo. De entrada, tomó una de las formas más básicas de ficción televisiva, la intriga policial, y la usó para llevar a cabo un examen épico de cómo el sesgo de las instituciones y las estructuras sistémicas de poder aplasta a los individuos que dependen de ellas. Además, asignó el papel protagonista no a un policía o un criminal, sino a toda una ciudad, rota, decrépita y desesperada: Baltimore (Maryland), retratada con rabia a través de los ojos de un diverso elenco de oficiales, traficantes, políticos y vapuleados miembros de la comunidad negra, y con la amplitud de miras, la precisión observacional y la envergadura moral de la gran literatura. Lo que Balzac hizo por París y Dickens por Londres, David Simon –creador de la serie– lo hizo por Baltimore.

Desde allí, a lo largo de 60 episodios, «The Wire» le tomó el pulso a América en su conjunto, centrándose en cada temporada en una pieza distinta del engranaje social: el funcionamiento del narcotráfico en la primera, los trabajadores portuarios en la segunda, las esferas políticas en la tercera, las grietas del sistema público educativo en la cuarta y, en la quinta, una prensa escrita enfrentada a su propio ocaso. El sistema en su conjunto, un ente esencialmente defectuoso que condena hasta a aquellos con las mejores intenciones a corromperse o ser destruidos.

Y lo mejor es que todas esas temporadas permanecieron conectadas a través de un complejo entramado de tramas y arcos narrativos y de seres humanos siempre retratados en diferentes tonos de gris. Policías honrados que cometían actos horribles y delincuentes capaces de mostrar genuina nobleza. Sujetos como Stringer Bell, Proposition Joe o, cómo no, Omar Little, el tipo de gentuza a la que la televisión nunca antes se había preocupado de humanizar. «The Wire» sí lo hizo.

Para lograrlo, encontró su mayor aliado en la autenticidad. Simon sabía de lo que escribía: había pasado años trabajando como reportero de sucesos en «The Baltimore Sun». Y el cocreador de la serie, Ed Burns, fue detective de homicidios. No es extraño que, en 2005, durante un juicio en Nueva York, los miembros de una banda de traficantes confesaran haber estado analizando los episodios de «The Wire» para conocer las últimas técnicas de vigilancia policial.

Es en parte por ese nivel de realismo que la serie nunca llegó a tener el éxito que merecía: algunos espectadores la consideraban demasiado oscura y deprimente; otros opinaban que el argumento era laberíntico, que las tramas tardaban demasiado en desenmarañarse. Eso sin duda explica que «The Wire» nunca ganara un Emmy, y que en general fuera vista como un producto más para la crítica que para el público.

Hoy, eso sí, es utilizada como herramienta docente en los institutos estadounidenses e inspira cursos en Harvard. Y, sí, casi todos los «rankings» la coronan como la mejor serie. Y que eso siga siendo así 15 años después de su estreno hace que nos preguntemos si la edad que vive la ficción televisiva es realmente tan dorada como dicen. ¿Por qué, en lugar de producir tantas y tantas series, no se dedican a hacer alguna tan buena como «The Wire»?