Moda
Betto García: «Me inspiro en mujeres poderosas: mi hermana, mi tía y mi abuela»
Betto García ya prepara las maletas para viajar a Nueva York, donde desfilará junto a Christian Siriano el 10 de febrero. Es su segunda vez allí después de haberse estrenado en Manhattan con Palomo Spain. Aunque está agotado, nada lo delata. Se ríe en voz alta mientras toma un café con hielo y habla animadamente del éxito del que ha disfrutado durante el último año, además de sus intentos fallidos de hablar inglés en el taller de la icónica Edwina Ibbotson, donde aprendió su arte.
–¿Cómo surgió la colaboración con Siriano?
–Me localizó a través de mi trabajo con Palomo. Al poco tiempo del desfile en Nueva York comenzó a seguirme en Instagram y yo a él. Ahí quedó, hasta que me contactó el 2 de octubre. Lo recuerdo porque iba de camino a una cena que daba Rossy (de Palma) cuando me llegó un mensaje suyo en el que decía que quería proponerme algo.
–Siriano es el diseñador de cabecera de muchas mujeres con curvas, entre ellas, Oprah y Michelle Obama. Usted también defiende la diversidad en la moda.
–Creo que hasta ahora ha sido la gente la que ha otorgado un significado a la moda –las mujeres que decidieron quitarse los sombreros, por ejemplo–, no las propias marcas. Ahora muchos nos estamos sumando a esa tendencia y me encanta que Siriano también.
–¿Cuál es su mensaje?
–Para los bolsos que estamos haciendo para Siriano me inspiro en las mujeres poderosas de mi vida: mi hermana, mi tía, mi abuela. El mensaje es que debemos luchar por una igualdad hacia la que creo que estamos encaminados.
–Entiendo que desde pequeño diseñaba collares.
–Sí, tenía mi «showroom» en los recreos y traía fritos a los profesores. Más tarde empecé con los sombreros y decidí irme a Londres, a la aventura. Allí empecé tejiendo bandanas que vendía en la calle con una sabanita en el suelo. Hasta que un día conocí por casualidad a una señora que resultó ser la mejor amiga de la mánager del taller de Edwina. Me organizaron una entrevista con ella y comencé a trabajar, a pesar de que no sabía coser.
–Ni hablar inglés...
–Cuando llegué no sabía decir los números. Nunca supe cómo pude hacer esa entrevista, fue milagroso. A partir de ahí formé una unión guay con Edwina, nos entendíamos perfectamente. Luego aprendí un inglés que les hacía mucha gracia a las clientas. Por ejemplo, pronunciaba encaje («lace», en inglés) como piojos («lice»), y tenía que salir Edwina, histérica, a aclararlo. Con ella aprendí todo. En España no se trabaja la técnica como allí, donde me enseñaron el buen hacer británico y a tratar con clientas de un «target» muy alto.
–Como Pippa Middleton.
–Sí, porque una de sus mejores amigas solía venir a los talleres que ofrecía Edwina.Por eso, ella se hizo clienta. De hecho, le puse Pippa a mi perro de aquel entonces, un American Standford, y a ella le hizo mucha gracia cuando se lo conté (risas).
–Así que pasó de vender bandanas en la calle a hacer sombreros para la hermana de Kate Middleton.
–Lo más gracioso es que empecé como aprendiz, no cobraba un duro. Entonces me busqué un trabajo de friega platos en un restaurante japonés terrorífico. Así, un día cualquiera iba a Condé Nast a dejar unos sombreros y después me ponía el delantal y a lavar. Llevaba una doble vida entre lo que quería hacer y lo que debía hacer para sobrevivir.
–¿Volverá a colaborar con Alejandro Palomo?
–Somos amigos desde hace años, así que siempre es una posibilidad. Pero la última colaboración apenas la pudimos disfrutar porque ya no tenemos tiempo. Es sano descansar, cambiar un poco de registro. Le adoro, pero tampoco quiero ser el sombrerero de Palomo eternamente. También me apetece mucho, por ejemplo, colaborar con María Escoté.
–¿A qué personaje nacional le hace falta un sombrero para completar su estilo?
–Mi causa pendiente es la Reina. Me encantaría hacerle un uno.
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