Bogotá
Bogotá, a la vanguardia en la artesanía
La Semana de la Moda reunió a más de 40 diseñadores con un elemento en común: modernizar las técnicas tradicionales.
La Semana de la Moda reunió a más de 40 diseñadores con un elemento en común: modernizar las técnicas tradicionales.
En la Semana de la Moda de Bogotá, celebrada hasta el 27 de abril, los protagonistas fueron la artesanía y los oficios de las comunidades indígenas recuperados por diseñadores colombianos que han sabido traerlos a un entorno urbano y contemporáneo, como Isabel Henao y Bettina Spitz. Y entre tantos nombres locales destaca además el de Ailanto, la firma de Iñaki y Aitor Muñoz, que inauguró esta edición de la Bogotá Fashion Week. «Estamos muy contentos y orgullosos de que nos hayan invitado. Nunca habíamos estado en Colombia y hemos aprovechado estos días para empaparnos de su cultura», afirma Aitor. De hecho, no descarta que tras su visita al jardín botánico de Bogotá los estampados de su próxima colección se inspiren en la flora más exótica de este país.
Hecho por indígenas
Junto con Ailanto, Adriana Santacruz puso el color a la primera jornada. Sus abrigos estilo manta y chalecos asimétricos están hechos por indígenas con una técnica muy antigua, el tejido en telar. La modista, una mujer menuda de pelo gris azulado, estudió diseño y centró su tesis en el trabajo con las comunidades autóctonas, con las que colabora desde los años noventa. La de Santacruz, con sus mantas sujetas al cuerpo por unos impresionantes prendedores en forma de pájaro y combinadas con trajes clásicos de oficina, es una mujer independiente y arriesgada.
A pesar del frío que hacía en la ciudad, en el segundo día de pasarela se respiraba verano gracias a las propuestas de las marcas de bañadores Saha y Barceloneta Swimwear. Esta última apuesta por bikinis y bañadores de una pieza con pequeños volantes en lugar de tirantes. Todos sus materiales son colombianos y ecológicos y la colección está inspirada en los tonos rojizos de una flor que solo crece en el río Caño Cristales, al sur de Bogotá.
Igualmente mágico es el origen de la propuesta de Flor Amazona, la firma de joyería de Ana María Sarmiento. Su colección se llama Ciudad Perdida, en referencia a un pueblo que entre 700 y 800 d.C. fue un importante centro de negocios para los indígenas tayronas y que permaneció oculto hasta 1976. Sarmiento presentó sus pendientes geométricos de estilo precolombino, además de anillos y brazaletes que imitan los caminos y terrazas de la Ciudad Perdida. Por otra parte, Colombia tiene una amplia tradición de trabajo con cuero, por lo que no faltaron firmas de bolsos y cazadoras, como Divina Castidad. Juliana Mejía, su directora creativa, propone una colección lúdica de bolsos que combinan colores de manera inesperada –turquesa, camel y fucsia, y amarillo con naranja– y gabardinas con frases estampadas en el dorso. «Me gusta intervenir la espalda de las prendas. Así dejas un mensaje cuando te marchas», afirma.
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