Moda

Todos quieren vestir de Avellaneda

En menos de tres años, el joven diseñador ha conseguido hacerse un hueco entre los modistos de culto de nuestro país, con clientes que incluyen desde aristócratas a gente del «star system» internacional. El último en incorporarse a esta selecta lista ha sido Jaime de Marichalar, que eligió un abrigo de mutón azul con un corte peacoat a medida

Todos quieren vestir de Avellaneda
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La exposición de Ingres en el Museo del Prado es algo más que una mera retrospectiva de uno de los pintores más influyentes del siglo XIX. Dejando de lado su concepción erótica de la pintura, de las paredes de esta exposición cuelga una galería única de hombres elegantes, dandis de su tiempo, que nos da una idea de cuál era el sentir de la moda masculina en aquella época. Desde el Napoleón vestido con su terno rojo de primer cónsul a la gloria de su uniforme de emperador, pasando por los retratos de Ferdinand-Philippe de Orleans o el de François-Marius Granet. Durante el paseo por esta muestra nos veremos observados por grandes y pequeños retratos de unos hombres que si vivieran en este momento sabrían apreciar el trabajo del diseñador que ha conseguido estar en boca de los señores más elegantes de nuestro país e, incluso, más allá de nuestras fronteras.

Desde su estudio en Barcelona, ciudad de la que recibe parte de su inspiración, Juan Avellaneda ha logrado crearse una amplia cartera de clientes que recurren a él a la hora de conseguir dar un aire distinto a su estilo, sin «disfrazarse», como afirma: «Parece que la moda se destina a un hombre muy clásico o a uno muy atrevido, pero en medio hay un sector que está algo olvidado y es a ése a quien yo me quiero dirigir», asegura. «Mis clientes son personas con mucha sensibilidad, que saben apreciar el tejido, el corte, con inquietudes sociales y culturales muy elevadas, que se ven reflejadas en su sentido estético». Si les ponemos nombres, estaríamos hablando de gente como el embajador americano James Costos, el actor Alfonso Bassave, el chef Ramón Freixa, el escritor Boris Izaguirre o el interiorista Lorenzo Castillo.

El último en incorporarse a esta selecta lista ha sido Jaime de Marichalar, al que hemos visto estos días durante la semana de la moda de París luciendo uno de los abrigos de piel que tan sabiamente ha sabido desarrollar Avellaneda: «Se trata de un abrigo de mutón azul con un corte peacoat que se hizo a medida». Y no es la única pieza que el ex duque de Lugo ha encargado: «Jaime sabe combinar unos códigos clásicos con elementos más novedosos. Vio la colección de verano y le gustaron algunas prendas». Así que todavía nos espera alguna más que agradable sorpresa con el guardarropa de uno de los hombres con más personalidad a la hora de vestir en España.

Si bien es cierto que Avellaneda cuenta con Aldo Comas como uno de sus más grandes y mejores embajadores (su estilo no sólo se admira aquí, en Mónaco también causa sensación y parte de la «culpa» de eso la tienen las creaciones del diseñador catalán), el ex marido de la Infanta Elena conoció la firma a través de su círculo de amistades: «Al parecer vio a un amigo común con una de nuestras prendas y se interesó por ella. Nos llamó y nosotros, por supuesto, estuvimos encantados de atenderle».

Comas fue el primero en aparecer con un esmoquin suyo. Amigo personal de Avellaneda, el diseñador afirma: «Nuestro showroom es su armario, pero es verdad que luego él se hace muchas cosas. Yo me lo paso genial trabajando con él». Y pese al particular estilo del cantante y empresario, él no se considera un diseñador para dandis: «Se ha abusado mucho de ese concepto y no me gusta hablar de dandis como tal», responde. «Algunas personas me han dicho que yo hago ‘sastrería girada’, pero tengo piezas que no responden a ese concepto, como un caftán».

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¿Pero cómo es el estilo de este nuevo genio de la moda masculina que ha conseguido que gente tan dispar como Jaime de Marichalar, Aldo Comas o el mismísimo Ronnie Wood se hayan convertido en clientes de su firma? Con Yves Saint Laurent y Thom Browne como punto de partida y sin prestar mucha atención a las tendencias, en los bocetos de Juan Avellaneda se respira el Mediterráneo mezclado con el estilo depurado de la costa americana. Afirma también añadir alguna nota asiática a esta fórmula de alquimia que da como resultado un hombre que no cae en clichés y que sabe volver a reclamar para sí elementos como los pantalones palazzo: «Parece que esa prenda se pensó para la mujer, pero es ella la que la ha robado del armario masculino», recuerda. «Hace décadas los usábamos nosotros combinados con una guayabera o una camisa de lino para pasear por las playas de Cannes o Portofino». Así se construye una estética que este verano fusiona la sensualidad de Alain Delon y la elegante locura de Salvador Dalí con uno de los modelos españoles más destacados a nivel internacional, Xavi Serrano, como imagen de campaña.

Y es que ése es otro de los pilares de Avellaneda: el mundo entero contempla con entusiasmo los pasos que va dando. El catalán ha sido muy inteligente en su política de expansión: con las tiendas Yusty en Madrid y Santa Eulalia en Barcelona (verdaderas referencias nacionales) como embajadas, y una manera de trabajar silenciosa pero segura, no sólo ha conseguido clientes en todo el mundo sino que en su primera presentación en París el pasado enero la prestigiosa publicación «WWD» se acercó hasta su «showroom» para mostrar interés por su trabajo: «Me sorprendió porque estaba fuera de la feria y del calendario, pero aparecieron diciendo que me seguían y querían ver en directo las prendas». Y el resultado no pudo ser mejor: «Avellaneda está tratando de construir su marca llenando un hueco entre la sastrería italiana y británica con propuestas confortables y llevables con un distintivo toque ibérico», se leía al día siguiente en esta publicación, una de las máximas referencias mundiales de la moda.

El próximo día 27 diremos adiós en el Prado a la maravillosa reflexión de Ingres sobre la moda masculina. Por suerte, la elegancia que el pintor demostró en sus pinceles la podremos seguir contemplando en el trabajo de gente como Juan Avellaneda. Ambos tenían clientes de lo más dispares y todos lucían elegantes.

Una bomber para un Rolling Stone

Sin esperárselo, un día Juan Avellaneda descubrió que había vestido a una leyenda de la música. Sus satánicas majestades hace tiempo que figuran en la lista de clientes de Savile Row, de ahí que ver a Ronnie Wood, el guitarrista y bajista de los Rolling Stone, con la bomber de la marca (con cuerpo de cashmere y mangas de napa) supuso todo un hito en la carrera del diseñador catalán. Hasta la publicación «WWD», una de las «biblias» de la moda, se hizo eco de esto en su crónica. Y todo sin mover un dedo: «No tengo ni idea de cómo llegó hasta nosotros, debió de ser por recomendación de un amigo», afirma Avellaneda. «Yo me enteré de esto tras tener contacto con su mujer, que me contó que Ronnie había llevado una chaqueta mía».