Industria de Moda

Vestidos de comunión para afrontar deudas

DEVOTAY LOMBA
DEVOTAY LOMBAlarazon

Diseñadores como Victorio&Lucchino, inmersos en un concurso de acreedores, ven en estos pequeños trajes la salida a su situación.

Aparentar y manifestar el estatus social y económico sigue siendo, en algunos casos, la motivación que empuja a las familias a invertir importantes cantidades en la Primera Comunión. Y aunque la Iglesia aconseja a los progenitores que este rito se viva con sencillez y austeridad, las cifras de este negocio no se hacen eco de dicha recomendación, sino más bien todo lo contrario. Y es que, según la Federación de Usuarios y Consumidores Independientes, esta ceremonia alcanza los 675 millones de euros al año en España. Una inversión cuyo principal gasto es el banquete, seguido de los trajes y vestidos para la ceremonia, que cada vez más, al igual que ocurre con las bodas, nos llevan a una exagerada ostentación. Al año son una media de 245.427 las comuniones que se celebran, si nos ceñimos a los datos de la Conferencia Episcopal Español registrados en 2012. Sí, definitivamente, las comuniones son el otro blanco de la moda, y, en suma, otro negocio estacional. Pero el sector es tan atractivo que empuja a diseñadores famosos a buscar en este nicho de mercado una salida. Sobre todo aquellos que peor lo están pasando, como es el caso de Victorio&Lucchino, en pleno concurso de acreedores desde 2013, o como ha sido el caso de Devota&Lomba, que recientemente ha abandonado su situación concursal. Sus trajes para niñas se caracterizan por un estilo elegante y tradicional. Algunos, de la colección de 2013, se pueden adquirir a través de la web feldy.es por unos 690 euros. También en la misma página, se ofrecen diversos diseños para 2015, cuyo valor oscila entre los 575 y los 670. Blanco nuclear combinado con blanco roto son algunos de los tonos predominantes en los vestidos del vasco. Algunos trajes de la firma liderada por Modesto Lomba juegan con lazos de todo tipo y flores en color dorado, y con pequeños detalles de trabajo artesanal que justifican su elevado precio.

Y del traje organdí o el de monja, para la celebración de la primera Eucaristía, se ha pasado a centenares de diseños. De hecho, la última tendencia de los creativos es pasar toda la parafernalia de los vestidos de novia a los de la Primera Comunión. De pronto, la pedrería, las lentejuelas, el encaje por doquier, los volantes, colas largas, plumas y nuevos colores que se salen del blanco son las últimas tendencias en estos trajes. La costumbre es que las jóvenes acudan hasta tres veces a la tienda a probarse el traje, igual que hacen las novias. Y fuentes cercanas de Rosa Clará atestiguan que emplean, para este tipo de vestimenta, las mismas telas que para los vestidos de novia.

Cambio de diseño

Sin embargo, Juan Duyos evita la ostentación innecesaria. «Las niñas huyen de la incomodidad», asegura el diseñador, que acostumbra a hacer unos 50 vestidos de novia al año y ahora se suma a las comuniones. «Busco la naturalidad para que el vestido sea cómodo y relajado», nos explica el creador madrileño, cuyos vestidos de comunión se distribuyen a través de «Mi pequeño Lucas». Pero Duyos no es el único creativo de Cibeles que ve este tipo de confecciones como una salida. «La comunión tiene que ser una cosa muy alegre», asegura Ágatha Ruiz de la Prada, quien también se ha sumado a esta oportunidad de negocio, no sólo para ella, sino también para ofrecerles a las niñas la posibilidad de acercarse a este rito de una manera diferente. «Los vestidos para esta ocasión no tienen que ser siempre blancos, eso sería aburrido», sigue explicando la también empresaria, quien ha trasladado su particular estética multicolor a este tipo de vestimenta tan clásica. «La religión es una cosa alegre», prosigue . Aunque afirma que su «target» son niñas poco convencionales y divertidas.

A pesar del auge de diseñadores famosos que se animan con este mercado, siguen siendo dos los grupos que se reparten la mayor parte del pastel: Carmy y Marla. Parece ser que los titanes de los trajes de la Primera Comunión pueden con los diseñadores independientes. Aunque no impide que nuevas firmas irrumpan en el sector a partir del mercado nupcial o de las pasarelas de alta costura y del prèt-â-porter. Carmy, con sede en Murcia, se dedica al mercado de las comuniones desde 1975, y actualmente es la licenciataria de los trajes de Primera Comunión de Rosa Clará y de la ex modelo Paola Dominguín, empleando a un centenar de personas. Mientras tanto, Marla tiene las licencias, no en exclusiva, de Hannibal Laguna, Francis Montesinos y Devota&Lomba. También ubicada en Murcia, desde 1969, tiene capacidad para producir hasta 1.500 vestidos al día. Además de estar presente en toda España, también se ha expandido por Portugal, México, Venezuela, Estados Unidos, Irlanda, Inglaterra e incluso los Emiratos Árabes.

Hace poco salía al mercado un vestido de novia por 60 euros en Kiabi. La compañía de producción acelerada de productos textiles a precios bajos ha creado un traje de dos piezas en color blanco poco tradicional, pero a un precio impensable para el caro sector nupcial. La pregunta es cuánto tardarán Inditex y Mango en crear algunos modelos de calidad y con diseño para aquellos que van a hacer su Primera Comunión a bajo precio. Es cuestión de tiempo. La realidad es que algunos vestidos llegan a los 2.000 euros. Mientras que el vestido de Duyos ronda los 100. Ágatha Ruiz de la Prada entiende que es un lujo y, aunque intenta poner precios asequibles, ciertos materiales sofisticados y las horas invertidas en un traje imposibiltan la democratización de este producto.