Gobierno de España

Cómo vestirse para hacerse un «Borgen»

El cargo de presidente del Gobierno, además de decisivo para el futuro del país, tiene un componente de imagen que no puede obviarse. La sociedad espera una puesta en escena que no deje nada a la improvisación y un estilo más depurado en sus políticos

Cómo vestirse para hacerse un «Borgen»
Cómo vestirse para hacerse un «Borgen»larazon

El cargo de presidente del Gobierno, además de decisivo para el futuro del país, tiene un componente de imagen que no puede obviarse.

Una de las primeras lecciones de protocolo que aprende Birgitte Nyborg en la serie «Borgen» (un éxito mundial de la televisión danesa que trata sobre los devenir de la política de este país del norte de Europa), es saber en qué lugar tiene que sentarse en la mesa de negociaciones. Es fundamental para dejar claro en las reuniones quién lleva la voz cantante, es decir, quién aspira a presidir el Gobierno, que ella se siente en la cabecera de la mesa, presidiendo. Se lo indica uno de sus grandes contrincantes y desde ese momento a la política moderada le queda muy claro que en ese diálogo se puede aplicar el tú a tú pero dejando claro quién es la que lidera el «cotarro».

Algo parecido le sucedió, según cuentan las crónicas (y alguna que otra pintura de la época), a Felipe V cuando llegó a España tras la Guerra de Sucesión: sus consejeros le asesoran dejar por un tiempo la moda a la francesa, llena de ricos colores y tejidos, y vestir a la española, con la sobriedad del negro que puso de moda Felipe II y que para nada resultaba un color barato. Así lo hizo el monarca y con este gesto se ganó para su bando a unos cuantos partidarios.

Sirva este preámbulo de gestos, tanto de la ficción actual como de la historia española, para justificar por qué la puesta en escena es algo tan importante en nuestra sociedad, más si cabe ahora donde todo se maximiza de la mano de las redes sociales, la televisión y la prensa. Siglos de historia (pasada y futura) nos contemplan, decía Napoleón, otro gran maestro de la «mise-en-scène», por lo que más vale intentar acertar y estar al nivel que se espera. La próxima semana veremos algo inédito en nuestra historia: el primer candidato a la Presidencia que se presenta sin ser la fuerza más votada en las elecciones sabiendo además que su propuesta está condenada al fracaso por la oposición tanto de PP como de Podemos (Rajoy y Pablo Iglesias ya han marcado el camino a seguir a sus correligionarios).

En un momento donde la clase política no vive sus mejores momentos y teniendo en cuenta que el cargo de presidente del Gobierno, además de ser decisivo para el devenir del país tiene un componente de imagen que no se puede obviar, no estaría de más que escucharan también las voces que piden un estilo más depurado a la hora de presentarse delante de sus votantes. No vale con reservar esto para los días de campañas y debates: una imagen pública se construye día a día (y puede dar muchas más alegrías de lo que pueden pensar en un primer momento).

Así que más les vale a los protagonistas (sobre todo a Pedro Sánchez) acudir al Congreso de los Diputados con la puesta en escena bien estudiada y no dejar nada a la improvisación si no quieren concentrar la atención de manera involuntaria y pasar a la memoria política y popular como el que estropeaba la foto. Desde el pelo hasta el traje, esta vez más que nunca deberían prestar atención a su «look» y mostrar a los españoles que realmente han hecho un esfuerzo para presentarse ante ellos como lo que quieren ser: los presidentes del Gobierno. Lo sabía Felipe V y no le fue tan mal. En sus manos está.

Pedro Sánchez

La chaqueta menos ajustada y especial atención a su calzado

Es el hombre llamado a hacer historia. Con los números sin cuadrar, su estilo debe ser impecable para, por lo menos, no incrementar la tensión de la situación. Tras su estrepitoso ridículo en los Goya (se presentó sin esmoquin y sin corbata o pajarita), al secretario general de los socialistas le hemos visto con un aire mucho más depurado. Parece que algún asesor le ha aconsejado llevar un estilo más acorde con un posible presidente del Gobierno. Lo primero que debe hacer es seguir con su pelo corto con raya sin marcar a un lado y prestar mucha atención a su cara. El empleo de una crema con un ligero toque de color que disimule las marcas que tiene en el rostro le ayudarían a conseguir un look impecable. Después tendrá que mejorar el estilo de sus chaquetas: las hombreras siempre le quedan estrechas, dando una sensación de improvisación o de no terminar de tomárselo en serio. En cuanto a los colores de sus trajes, abusa demasiado de un llamativo azul que debería plantearse cambiar por tonos más sencillos como el azul marino, el negro o el gris.

La camisa blanca y una corbata roja serían dos buenas opciones con las que además le hemos visto en los últimos días. Si bien es cierto que también ha mejorado el patrón de sus pantalones, tiene pendiente progresar en la elección de sus zapatos. ¿Tan difícil es verle con unos Oxford o unos Derby negros que pongan el broche de oro al político? Tampoco estaría de más que se atreviera con los zapatos de hebilla, como hace el Rey: sería un placer ver cómo en política se empieza a apostar por una moda que sale del clasicismo.

Albert Rivera

Revisar el largo de los pantalones para lograr una imagen más estilizada

Rivera puede presumir de ser uno de los políticos que mejor ha sabido actualizar el vestuario, pero tiene un problema: abusa en exceso del gris claro para sus trajes. Si bien es cierto que en los últimos días ha empezado a oscurecer su paleta (así lo vimos esta semana durante la firma del acuerdo con el PSOE), el líder de Ciudadanos no debería volver al pasado, ya que son tonos demasiado pesados para la televisión o los periódicos y pueden llegar a desgastar o producir cierto cansancio en la audiencia. Las camisas le gustan con un cuello muy estrecho que le han forjado en muy poco tiempo una imagen de hombre joven y fresco. Pero quizá ha llegado el momento de dar el salto a la madurez y, si bien no debería apostar por el cuello italiano que se identifica demasiado con el PP, sí sería conveniente buscar ampliar su armario con camisas de cuello francés o inglés. Donde sí debe esforzarse es en mejorar los pantalones de sus trajes. Rivera debe acudir a un sastre o pedir en Hugo Boss, firma a la que recurre con cierta frecuencia, para ajustar la pierna y recortar sus bajos. Le estamos viendo últimamente unas bolsas que lo único que hacen es achatar su figura y si va a posar mucho tiempo con Pedro Sánchez tendría que buscar dar una imagen más estilizada. Aunque su gran problema está en las corbatas. Está claro que controla el tamaño de la pala, que siempre lleva estrecha haciendo un guiño a la moda más actual. Pero... ¿qué color debería escoger Rivera?Un modelo en rosa o en verde sería el más adecuado.

Mariano Rajoy

Actualizar el entallado de sus trajes y cuidar la barba

E l presidente en funciones compartirá protagonismo con el candidato. No se va a librar de ser escrutado por propios y extraños, pese a que asuma que tal día se encuentra en un segundo plano. Si todo sale como él planea, puede ser el siguiente en estar en la posición de Sánchez, pero por ahora debería intentar mantener una postura más relajada. Eso quiere decir que evite o intente controlar los gestos faciales a los que acostumbra. Debería revisar su barba para conseguir un aspecto más cuidado. Éste sería el primero paso para presentarse como el hombre tranquilo que sabe controlar la situación e, incluso, le aportaría un aire de seguridad del que sabe que va a salir victorioso de ese trance. Si bien es cierto que suele acertar con los colores de los trajes (azules y grises) debería intentar ajustar más el «fit» de éstos para conseguir un aspecto más actual. Todos recordamos la imagen del presidente del Gobierno durante la proclamación de Felipe VI en la que llamó la atención el largo de los pantalones de su chaqué. No debería volver a repetir esa imagen. Para empatizar más con la audiencia, debería apostar por camisas azul claro, el color más amable de los que encontramos en la naturaleza y que alguien en su posición se puede permitir. Las corbatas con microestampados son una buena opción aunque deberá prestar especial atención a los colores: el azul le hará presentarse como líder absoluto del PP; el rojo podría parecer un guiño al PSOE pensando quizá en una Gran Coalición, y verde puede hacer correr ríos de tinta como le sucedió a Felipe VI. Acaso no pierde las esperanzas Rajoy de repetir en la Moncloa?

Pablo Iglesias

La progresía no debería estar reñida con la barbería

Él sí que lo tiene fácil. Es el político que mejor controla los medios de comunicación y sabe cómo hacer el gesto que al final se lleve la foto. Si quiere desviar la atención el día de la investidura basta con que aparezca con el pelo corto. Lo supo hacer en los Goya y nadie duda de que puede volver a hacerlo. Otra cosa es que se atreva con un cambio tan radical. Como esto parece algo complicado, vamos a ceñirnos a opciones más reales. Es más, para conseguir mandar un mensaje contundente bastaría con que apareciera con una americana de pana con la que nos recordaría a Felipe González y se conseguiría presentar como el político que de verdad representa el cambio. Si desde la gala del cine español el marcador es de 1-0 para Iglesias frente a Sánchez, con esto le dejaría en un complicado 2-0. Eso sí, a nosotros nos bastaría con verle con una camisa blanca bien planchada, un jersey o un chaleco de punto y unos vaqueros rectos o pitillos que le den una imagen más depurada. Incluso podría hacer un guiño a los votantes más moderados, sin perder de vista a los descontentos que dice representar, apareciendo con una corbata trico. Lo que sí debe plantearse es dejar en casa las zapatillas. El Congreso no es el lugar para este tipo de calzado y unos zapatos de cordones (los Derby que recomendábamos a Sánchez) en marrón serían ya un paso para conseguir una imagen más impecable del hombre que todavía se ve como vicepresidente del Gobierno. En cuanto a su barba, necesita un «restyling» para no tener ese aspecto cansado. La progresía no debería estar reñida con la barbería.