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Andalucía, año cero

Juanma Moreno saluda a Juan Marín en presencia de varios dirigentes de sus formaciones políticas
Juanma Moreno saluda a Juan Marín en presencia de varios dirigentes de sus formaciones políticaslarazon

Costó trabajo y varios billetes de AVE que el PP y Vox se pusieran de acuerdo para acabar con el poder socialista en la Junta. Reuniones en Madrid para cambiar el panorama andaluz, cuando menos curioso esa vuelta al centralismo que no se veía desde los tiempos del proceso de creación del sistema autonómico. Comienzos de los ochenta, tiras y aflojas en una democracia recién estrenada con los españoles aún en estado de shock después de cuarenta años de dictadura. Aquel verso del himno de la Transición, «Libertad sin ira», que describía la docilidad de los hogares españoles. «Pero yo solo he visto gente/ muy obediente, hasta en la cama». Casi nada. Desde entonces, hasta ahora, es decir, nunca, se habían despertado los andaluces sin que el partido socialista dejara de mandar en esa Administración faraónica. Cambiaban las caras, pero el discurso seguía siendo el mismo. Una suerte de arenga romántica impregnada de nacionalismo, toques de épica revolucionaria, hilo musical andalusí y fondo de olivos jornaleros. Escribe, cómo si no se hubiera dado cuenta de la realidad, Susana Díaz en Twitter: «Los socialistas somos en #Andalucía la garantía, la justicia social y la defensa de la bandera blanca y verde». Vivíamos en el paraíso sin darnos cuenta, en un mundo tecnicolor, casi lisérgico, que en breves días comenzará a volverse blanco y negro. Es decir, la situación se presenta en unas condiciones óptimas para que prenda el discurso de buenos y malos de nuevo resucitado. Mientras tanto, Susana decide actuar, volver a la primera fila después de varias semanas en estado catatónico. Hay personas que nunca se rinden o quizás no se dan cuenta.

A Juanma Moreno le quedan horas para dar el golpe en la mesa que no pudieron disfrutar sus antecesores en la derecha andaluza. Con qué cara, ¿de satisfacción?, ¿de envidia?, le observará más de uno de aquellos que durante años lo intentó ante el muro socialista sin lograr resultado. Hasta Javier Arenas, con sus 50 escaños en el año 2012, 50 escaños, quedará oculto en la historia de la política andaluza, porque al final lo que interesa es hacerse con el poder. No ha sido fácil lo que se ha conseguido, aunque pareciera que todo estaba hecho la noche de las elecciones. Aquel 02 de diciembre quedaba aún por delante un extenso camino repleto de dudas y distancias. «No podrán ponerse de acuerdo», decían con mala conciencia los que deseaban que hubiera que repetir elecciones. Incluso dentro del propio PP, semanas antes, afilaban los cuchillos por si caía su candidato. Mientras, en el lado del PSOE y Adelante Andalucía, en lugar de conformar un bloque monolítico se ha optado por la distancia, el reproche e incluso el desprecio mutuo en lugar de mostrar una alternativa deseable para los andaluces en el caso de una vuelta a los comicios. Mario Jiménez, el encargado de hacer ruido, se ha mostrado interesado en hacer visible que en su partido o no se han enterado del resultado de las elecciones o toman por memos a los votantes. La urnas, les guste o no, hablaron democráticamente para sacarles de la Junta al menos por cuatro años. Luego los partidos dispuestos a poner en marcha el cambio exigido se pusieron de acuerdo. Una lección básica de democracia que habría que aprender para no sucumbir antes sorpresas como ésta. En la opacidad que ofrece la derrota, con pocas alternativas que ofrecer, el foco se centró en los dos machos alfa que mantuvieron un pulso, y en vilo a más de diez, durante 48 horas. No tenemos aún la distancia necesaria para entender a dónde quiso o quiere llegar VOX con algunas de las propuestas presentadas como argumento base para negociar el apoyo a los populares. Habrá que esperar, reposar para entender si se trataba de un órdago o de un simple ejercicio de propaganda para hacer ruido. ¿De verdad pensaban que el 28-F se puede cambiar por el 02-E? Aseguraron varias veces que existían unas líneas rojas intocables, cuando traspasaron otras más profundas como la protección de los derechos de la mujer.

Cuando Juanma Moreno, con Juan Marín y Elías Bendodo como hombres fuertes del Ejecutivo, sea investido presidente andaluz tendrá que acostumbrarse a un traje peligroso. Ya es consciente de que mucho de lo que se ha prometido será difícil de conseguir, de que el papel lo aguanta todo, pero también se dará cuenta del peso de la responsabilidad y de cómo los dardos se clavan con más facilidad cuando uno se sienta en la primera fila. Bajo los focos, sin sombra alguna a tu alrededor los defectos adquieren dimensiones difíciles de esquivar si no se cuenta con la astucia, la pericia o el cariño del respetable. Nada mejor que el ejemplo de su antecesora, Susana Díaz, reina desnuda a quien ya en su propio partido le quieren mover la silla.