Lucas Haurie
Chusma empoderada
«Sí comienzan a notar cómo la convivencia se deteriora por culpa del populismo»
La visita de una pareja mixta hispano-estadounidense, con dos hijos de apellidos unidos por un guion, se convierte en una sesión preparatoria para el inminente viaje a la costa occidental de la gran república norteamericana. Profesores ambos de universidad, sus vidas gravitan en torno a esa progrez que era renuente a Donald Trump desde sus tiempos de showman televisivo y hace dos veranos, él –un wasp natural de Ohio especialista en Literatura del Siglo de Oro– aún se mostraba confiado en el buen juicio de sus compatriotas: «Aunque gane la nominación republicana, es imposible que sea presidente». Pertenecen a la élite intelectual y también al hemisferio zurdo de su polarizado país, desde luego, pero ambos cuentan con un bagaje cultural vastísimo que los vacuna contra las tontas supersticiones de esos izquierdistas a la violeta que beben de los editoriales buenistas del NY Times y las teleseries de Aaron Sorkin. «La gran enemiga de la democracia, que es la abstención, se alimenta con candidaturas pésimas como las de Hillary Clinton», le advertía su esposa andaluza, harta de ver cómo arenas, teófilas u otros bonillas ciegan la vía de la alternancia en su tierra. Ganó Trump, o sea, y casi mediado su mandato tienen claro que su sistema de «check & balance» –esa efectiva división de poderes con la que aquí ni siquiera soñamos– los mantiene a salvo de los grandes cataclismos anunciados, aunque sí comienzan a notar cómo la convivencia se deteriora por culpa del populismo, primero mediante detalles casi insignificantes pero luego... «Es la primera vez que nos pasa: en un restaurante de Georgia, los camareros no se molestaban en disimular que les molestaba que hablásemos español con los niños». Si la clase dirigente regala los oídos a la muchedumbre, la convierte en chusma empoderada.
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