Sevilla
Cuca Escribano: «El ser humano es sabio y sabe que nos apetece reír»
La comedia ha vuelto a los escenarios y con fuerza. Después de que durante muchos años estuviera vetada en favor de montajes «sesudos», la carcajada demuestra que también es un buen mecanismo para la reflexión como demostró Mihura. «No te vistas para cenar» es un clásico de este género, donde los personajes no dejan de entrar y salir de escena en una noche delirante e hilarante. La actriz Cuca Escribano es una de las protagonista de este enredo, que es una de las sensaciones de la temporada. Este fin de semana han estado en el Teatro Quintero de Sevilla con gran éxito.
–¿«No te vistas para cenar» es una invitación al nudismo culinario?
–(Risas). Qué va, todo lo contrario. Es una comedia de enredo, un vodevil, donde los personajes se mienten para tapar una infidelidad. Al final acabamos en pijama, pero no desnudos.
–No tiene nada de malo, hay quien come en verano sin camiseta y lo lleva con total naturalidad...
–(Risas) Desde luego que los hay (risas), pero no va por ahí. De hecho, la otra versión del título es «Pijama para seis».
–Lo que sí ha tenido es una gran trayectoria. ¿Le ha dado respeto un texto así?
–Sí, porque es una obra de Marc Camoletti que ha estado 20 años en Broadway con un gran éxito y ha sido representada en mucho lados. A pesar de ello, el texto tiene tanta calidad que puedes confiar en él y en ese sentido vas mucho más tranquila.
–Sin embargo, hacer reír es muchas veces lo más difícil de todo...
–Para mí es lo más complicado, pero confiamos mucho en el texto y creo que nos ha salido bien. Ya te digo, llevamos de gira desde septiembre después de estar toda la primavera en la Gran Vía. Lo que sí está claro es que la gente se parte de risa, a carcajada limpia desde los cinco primeros minutos.
–Hace unos años era complicado ver obras así, la comedia estaba vista como un género menor incluso por el mundo del teatro, y ha vuelto.
–Creo que la cuestión es distinta. Si tú tienes un buen texto, música, actores, vestuario, no es un género menor, porque todo lo que ocurre sobre el escenario es teatro. Lo malo es cuando le das menos importancia a la comedia. Los actores son malos, la escenografía importa menos, pero cuando se hace bien no tiene nada que ver con el género.
–El público la ha recuperado y aplaude con ganas.
–Sí, y creo que se trata en gran medida por la circunstancia en la que estamos todos metidos. Vivimos apesadumbrados, con muy poca esperanza, pero es muy sano reírse. El ser humano es sabio y sabe que nos apetece reír. Lo que sí creo es que en estos momentos hay que reflexionar más que nunca pero también para evadirnos y disfrutar. Tiene que haber de todo y espacio para todas las representaciones. Por supuesto, debe haber otras obras más reflexivas que tienen mucho que decir en este momento.
–Su trayectoria está plagada de participaciones en la televisión. ¿Se siente cómoda en el teatro?
–La verdad es que sí, aunque es verdad que he hecho menos teatro que cine y televisión. De hecho, comencé a estudiar teatro. Cualquier actor donde siente el riesgo de la adrenalina y de la tensión es en el teatro y a mí me encanta hacer cine. Ese placer del riesgo sólo lo encuentro aquí.
–¿Es cierto lo del cosquilleo los 20 segundos antes de comenzar?
–Sí, por supuesto.
–¿Lo sigue teniendo?
–Sí, claro; y de una escena a otra. Ese cosquilleo se mantiene siempre, sobre todo cuando estás en Sevilla, en casa, como es mi caso, más. Aurora Sánchez (otra integrante del elenco), que también es sevillana, y yo hemos estado muy nerviosas.
–Aquí tiene el público nombre y apellidos...
–... y caras.
–Los cines han decidido bajar los precios para que vuelva la gente. ¿Deben hacer lo mismo los teatros?
–No se puede y los cines tampoco pueden hacerlo. De hecho están probando... El teatro va al límite porque son muchas las familias que comen de ello: limpiadoras, taquilla, transporte, etc. Realmente se han bajado un poquito los precios pero no se puede bajar más. Sobre todo desde que nos han puesto el 21% de IVA como si fuera un artículo de lujo. Aplíqueselo a quien quiera comprarse un Rolex o un Maserati, pero no a los que van a los teatros con sus hijos.
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