Crítica de libros
Desde el corazón del derrumbe
«El gran retroceso» (Seix Barral) reúne a 16 autores que proponen un debate internacional sobre el rumbo de la democracia
«El gran retroceso» (Seix Barral) reúne a 16 autores que proponen un debate internacional sobre el rumbo de la democracia
Llega un fin de semana marcado por las fiestas populares que, tentadoras, casi aniquilan las sugerencias culturales de teatros, salas de concierto y exposiciones. En Sevilla se entra en el último tramo de la Feria de Abril, Granada sobrevive a los coletazos de la fiesta de las Cruces y Córdoba ya se vuelca hacia el interior de sus Patios. Opciones lícitas, sugerentes y absolutamente benéficas para el cuerpo y el espíritu que, desde aquí, alentamos y aplaudimos, junto con cualquiera otra que se determine como correcta para pasar el tiempo libre, pero si hay un hueco para la lectura, «El gran retroceso» (Seix Barral) servirá no sólo para llenar las horas, sino para ver el mundo actual con otros ojos gracias a frases como ésta de Ivan Krastev: «Lo que hoy experimentamos es un completo cambio de rumbo; la destrucción del mundo que conocimos en 1989».
¿Pero es un retroceso, un paso hacia adelante, una nueva vuelta de tuerca del sistema, una demolición controlada? Junto al propio Krastev, otros 16 autores reflexionan sobre el «derrumbe» del sistema democrático en el que se encuentra el mundo occidental o lo que entendemos por él. Zygmunt Bauman, Donatella Dell Porta, Santiago Alba Rico, Atjun Appadauri, Nancy Fraser, Marina Garcés, Eva Illouoz, Bruno Latour, Paul Mason, Pankaj Mishra, Robert Misik, Oliver Nachtwey, César Rendueles, Wolfgang Streeck, David Van Reybrouck y Slavoj Zizek ponen en el acento mediante artículos en los distintos huecos por los que hace aguas el sistema que nos impusimos hace menos de 30 años.
Uno de los alicientes que tiene el libro radica en su actualidad, al tratar temas y asuntos que están en pleno desarrollo o por venir, ya que todos los textos se han escrito recientemente, sin la distancia y la falta de asimilación que otorgan unas décadas. Es decir, los autores están inmersos en un proceso de reflexión constante e inmediata que les hace pronunciarse con un apasionamiento necesario que se añora en otros textos similares. Aún no sabemos cómo acabará el Brexit, aunque sí que Tony Blair volverá para «ensuciarse en el barro», ni cuál será la próxima bufonada de Trump o en qué quedará de la crisis a la que se asoma el pueblo venezolano. Tampoco quienes participan en este volumen sí tienen claro cuáles son las cuestiones que se desprenden de este territorio de orfandad del que no se espera casi nada.
Hundiendo un poco más el dedo, es interesante el análisis sociológico de la denominada postverdad y del movimiento «freak news», cuyo ejemplo puede ser el extraño golpe de estado del pasado verano en Turquía. Pronunciamiento que ha servido para encarcelar a toda la oposición turca durante meses y cuyo colofón ha sido el resultado del último referéndum para blindar a Erdogan. Sólo como muestra, el texto de Van Reybrouck a modo de carta a Jean-Claude Juncker, para reflexionar sobre los dos grandes apóstoles de la democracia actual: «Si Facebook levanta muros invisibles entre nosotros, Google llena ambos lados del muro con contenido sin comprobar (...) para ellos la negación del holocausto es tan válida como la segunda ley de la termodinámica». Entiende que una de las características de esta nueva época sobreinformada, en la que nadie conoce con profundidad nada, es la pérdida de los medios tradicionales, que actuaban como garantes de la opinión pública. Ni lo uno ni lo otro existen ya desde hace años y todo el mundo tiene la sensación de que la globalización se convirtió de pronto en una pesadilla, como mantienen varios de los autores del libro.
Por otro lado, uno de los planteamientos que se sustraen de su lectura es una idea que roza el concepto de agujero negro. Si todo indicaba que con la caída de la URSS se llegó al fin de la Historia, los acontecimientos que se suceden en los últimos años rompen esa predicción de Francis Fukuyama y muestran que hay un desmembramiento generalizado de todo lo que hasta ahora pensábamos como estable, creando una situación desconocida de la que aún no se sabe absolutamente nada. Puede pensarse en las zonas donde en la actualidad se libran conflictos bélicos y en las que no se conoce a ciencia cierta qué sucede, porque es como si hubiera un velo negro imposible de traspasar. Así lo entiende en el prólogo Heinrich Geiselberger: «en la era de Google Maps aumentan las zonas en las que sabemos muy poco y que los antiguos cartógrafos habrían señalado con la locución latina: ‘hic sunt leones’ (Aquí hay leones)».
Se puede decir lo mismo de la Unión Europea, de la que pese a los muchos intentos por reagruparse cada vez se muestra con menor capacidad de maniobra para actuar ante los retos que le surgen, tanto en el Oeste (Reino Unido) como en el Este (Ucrania). Escribe lúcidamente la filósofa Marina Garcés de este desconocimiento que llega hasta las instancias más íntimas de «nuestra mortandad», pues casi no sabemos nada de ella, pero sí queda claro dónde quedan «los límites de la dignidad, los límites de lo intolerable, aquellos límites que podemos discernir y por tanto señalar».
Conviene leer especialmente el último de los artículos, «La tentación populista», con el que Slavoj Zizek desarrolla el asalto de nuevo al poder de estos grupos ideológicos aparentemente anestesiados desde el final de la II Guerra Mundial. Lo explica mediante el rescate de un argumento clave como el miedo: el miedo al desempleo, el miedo a los inmigrantes, el miedo a los yihadistas, miedo a los otros, en definitiva. Veremos en breve si esta situación se consolida en Francia o no, pero de momento Zizek remata su texto con la frase ilustradora y adecuada de Mao que sirve de colofón al volumen: «Hay desorden bajo el cielo, luego la situación es excelente».
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