Política

Sevilla

El día que Triana plantó a Susana Díaz

En El Tardón, donde se crió y aún reside la presidenta saliente, reniegan de su vecina «ilustre» otrora admirada y respetada. «Ya ni se la ve por aquí, presume de ser ''trianera'', pero luego ni rastro; creo que eso le ha pasado factura», confiesa Rafael

Los mayores de 65 años no podrían ir a las juntas de vecinos si no se pueden asegurar las medidas de prevención del covid
Los mayores de 65 años no podrían ir a las juntas de vecinos si no se pueden asegurar las medidas de prevención del covidlarazon

En El Tardón, donde se crió y aún reside la presidenta saliente, reniegan de su vecina «ilustre» otrora admirada y respetada. «Ya ni se la ve por aquí, presume de ser ''trianera'', pero luego ni rastro; creo que eso le ha pasado factura», confiesa Rafael.

Quien piense que los vecinos de Triana, el barrio de Susana Díaz, siguen besando por donde pisa la presidenta saliente está tan equivocado como el ingenuo que viaje estos días a Sevilla en busca del calor para contrarrestar la ola de frío que impone el calendario. Ni la capital hispalense se escapa del azote helador ni los habitantes del otro lado del puente de Isabel II admiran ya a la política socialista que se encuentra en sus horas más bajas. Ella siempre reivindicó sus raíces, sus «gentes», el barrio en el que nació, se crió y donde aún hoy sigue viviendo. Parte de su carrera la basó en hacer gala de ser una chica normal de El Tardón con un objetivo: mejorar la vida de sus vecinos, de los «trianeros», los sevillanos y andaluces. Pero su promesa quedó en el olvido y en el barrio le queda poco para ser nombrada persona «non grata», al menos, políticamente. «Nos dijeron que era la esperanza de Triana, pero la verdad es que ya era hora de que saliera de la presidencia. Los cambios son necesarios. En el barrio la respetamos como vecina, aunque como política parece que pocos la quieren, solo los más mayores ahora dicen que sin Susana en la presidencia no les van a limpiar las calles, qué tontería», explica Andrés, que despacha unas lentejas en «La semillería de San Gonzalo», a pocos metros de donde viven los padres de Díaz. Este barrio, y en especial la Avenida Álvar Núñez, ha sido la cuna de La Pantoja, Chiquetete, Los Morancos y también de Díaz.

Rafael, que regenta la pescadería del mercado del barrio, conoce bien a la dirigente. «Es una mujer maja, cercana, pero vamos, por aquí se la ve poco, la gente se queja de esto precisamente. Tanto presumir que es de Triana y no pisa por aquí. Sus padres sí lo hacen, de hecho a mí me hicieron las compras de pescado para Navidad. Debería venir más ella, yo creo que esto ha provocado la desconfianza que ahora tiene la gente hacia ella», apunta el pescadero que además de vivir al lado de la socialista en El Tardón también comparte residencia en las respectivas casas veraniegas que ambos tienen en Chipiona. «La tengo hasta en la sopa», remata.

En la tienda de vestidos de flamenca de Ana, cuya casa linda también con la de Díaz, la decepción política se incrementa. Ella siempre ha votado al PSOE, pero a pesar de ello se alegra de que Susana ya no sea presidenta. «Mira, me da cosa que se vaya de la Junta porque es vecina y respeto a sus padres, pero creo que no lo ha hecho bien. No ha mejorado la educación ni la sanidad, así que en el fondo me alegro de que haya un nuevo gobierno», afirma la costurera, quien protesta por no ver a la presidenta nunca por el barrio pese a vivir enfrente. «Los trianeros hablamos más con sus escoltas que con ella, imagínese cómo está la cosa», lamenta. Tanto desencanto quedó grabado a fuego en los resultados del 2 de diciembre. Los populares obtuvieron 6.077 sufragios, frente a los 5.955 de los socialistas. Ciudadanos se hizo con 5.009 votos, la confluencia de izquierdas Adelante Andalucía con 3.988 y Vox irrumpió con 3.250 sufragios. Satisfecho con el resultado se muestra Alberto al que Susana, cada vez que se cruza con él en la Marisquería Emilio –donde durante mucho tiempo trabajó el suegro de Díaz–, le llama «mi calvito guapo». «Le he mostrado mi desencanto a la cara y ella se ríe. Confiemos en Vox a ver qué hace, si no, pues no se les vota más y punto. Una cosa es el afecto personal que tenemos aquí a Susana, porque nos conocemos de toda la vida, pero no por ello le voy a pasar todo. Ya era hora de que se acabara con toda la mamandurria que han hecho los socialistas durante casi cuarenta años. Hay que dar oportunidad a los nuevos», reconoce este comerciante. Su esposa, Mercedes, comparte su discurso y ve con buenos ojos la irrupción de Vox.

En tierra hostil

La frustración con la «vecina ilustre» no deja indiferente a nadie. Jesús, que trabaja como lotero, recuerda que la socialista prometió una nueva línea de metro «y todavía estoy esperándola. Si no se cumplen las promesas cómo voy a seguir apoyándola. Sé que ella no tiene toda la culpa, que hay un partido detrás, pero Susana es la cara visible y tendrá que cargar con ello. Siempre había votado al PSOE, pero ahora ya no lo haré», apunta.

Aislada en el partido a nivel nacional después de que Pedro Sánchez se hiciera con la secretaría general, derrotada (pese a haber sido el partido más votado en diciembre) en la Junta y desterrada prácticamente en su barrio, Susana Díaz trata de reinventarse. Esta semana aseguró que se siente legitimada para liderar la oposición y continuar al frente del PSOE andaluz. No le queda otra. Pocas opciones más tiene sobre la mesa y sus vecinos le auguran un futuro incierto «más aún cuando no sabe nada más que hacer política, no ha trabajado en otra cosa». Así de tajante se manifiesta María José, hostelera del barrio y que conoce bien a los Sanz Pacheco. «¿Que si me da pena que Susana ya no sea presidenta? Ninguna. Ya basta. Que se vaya de una vez. Ella forma parte del cortijo clientelar que se han montado los socialistas en Andalucía. Parece mentira que si defienden ideas de izquierdas se hayan cargado la ayuda a la dependencia o que hayan permitido que tengamos el impuesto de sucesiones más alto de toda España. Es una vergüenza», relata la camarera.

Se suma a la conversación Sebastián, «de izquierdas de toda la vida», apunta a modo de presentación. «Estoy tan decepcionado con Susana... ha destruido la sanidad en nuestra comunidad y encima ha tapado toda la corrupción que había», asegura. Manolo, el padre de María José, que también se encuentra en el bar en ese momento, aporta su experiencia. «Nosotros hemos criado a Susana y mira lo que ha hecho; su abuela era muy amiga de mi madre. El padre es un buen tipo, pero la madre... mejor no hablar». Otro de los presentes no puede contenerse y grita: «Encima se compró una casa en Barrio León, que es el sueño de todo ''trianero''. Eso tampoco sentó muy bien aquí».

En la puerta del mercado de San Gonzalo, el cuponero avisa: «Parecía imposible que la fueran a echar de la Junta, y así ha sido». Sin embargo, algún que otro cliente, bolsas en mano, hace su particular análisis de su debacle. Carlos González, jubilado, no quiere desvelar a qué partido votó el 2D, aunque su relato da muestra de que apostó por el cambio político después de casi 40 años de gobiernos monocolores en San Telmo. «Un partido no puede estar tantos años gobernando, es sano que haya alternancia». A su juicio, el PSOE «sigue teniendo mucho apoyo en Andalucía, pero algo pasó el día de las elecciones, no sé si el cansancio o el desinterés de los votantes». Por tanto, le parece positivo el acuerdo al que han llegado PP y Ciudadanos para gobernar en coalición. González, no obstante, sí pone reparos a la llegada de Vox, un partido «radical» que «puede hacer mucho daño». No por sus planteamientos sobre la inmigración o su firme oposición a las leyes de género. A este jubilado le preocupa la idea que lanzó el partido de Santiago Abascal de cerrar Canal Sur, una televisión que «es muy necesaria en Andalucía».

Por el contrario, uno de los carniceros del mercado valora positivamente la llegada de Vox a la Cámara andaluza. «Ojalá hubiesen sacado diez diputados más», señala. El ideario del partido, sin complejos, ha calado en un electorado hastiado de promesas incumplidas y de tanta corrupción. Y es aquí donde se detiene este comerciante. «Me parece maravilloso que el PSOE abandone la Junta de Andalucía». Los vecinos de Triana han abrazado sin miramientos los mensajes de Vox, a pesar de la cercanía física de la presidenta en funciones de la Junta.