Alumnos

El lastre del abandono escolar: casi dos millones de adultos sin estudios

La mitad de los andaluces entre 25 y 64 años se estancó en la educación obligatoria

La consejera de Educación, Sonia Gaya, en una imagen de archivo. Foto: Manuel Olmedo
La consejera de Educación, Sonia Gaya, en una imagen de archivo. Foto: Manuel Olmedolarazon

La huella del abandono escolar histórico en Andalucía se vislumbra en los casi dos millones de adultos que no tienen más estudios que la educación obligatoria, ya sea la ESO o la extinta EGB. Son la mitad de los andaluces entre 24 y 64 años y muchos de ellos ni siquiera poseen esos estudios mínimos. Los escasos índices de formación que arrastra la comunidad se concentran en las edades más avanzadas (62,3% en la franja de 55 a 64 años), pero son elevadísimas también en los jóvenes. Entre los menores de 35 años, más de un 43% dejó de estudiar en la etapa básica. Las últimas cifras de fracaso escolar ofrecen la cara más positiva de Andalucía, con una rebaja constante hasta el 23,5% actual. Nada que celebrar porque continúa siendo alarmante que uno de cada cuatro adolescentes abandone los estudios, pasando a engrosar la lista de jóvenes que ni estudian ni trabajan, castigados con una tasa de paro cercana al 60%.

Continuamente se alude a «la generación mejor formada de la historia», pero son todavía una inmensa minoría que no alcanza el 35% los que acceden a estudios superiores. Si se compara con España, los adultos andaluces sin estudios suponen un diez por ciento más. La media europea es de menos de la mitad (22%).

Todos estos datos se reflejan en las publicaciones periódicas del Instituto Nacional de Estadística (INE) y permiten observar la evolución del otro extremo de esta balanza, la de las personas que han ido a la universidad. Un 30% de esos adultos tienen estudios superiores. Sin embargo, hay un dato alarmante: el estancamiento con las nuevas generaciones. Entre los menores de 35 años aumentó ligeramente el fracaso escolar respecto a la generación inmediatamente anterior y han disminuido los titulados universitarios –solo uno de cada tres lo son–.

El análisis de los factores que están desencadenando ese retroceso hay que buscarlo una década atrás, cuando quienes tienen ahora esa edad estaban acabando la ESO y decidiendo si continuar su formación.

A esos 1,8 millones de adultos se sumarían otros doscientos mil menores de 24 años, calculado en función del porcentaje de fracaso actual. No obstante, la mejora en la última década –en parte debida a la vuelta a las aulas por la falta de ofertas laborales– es palpable pese a ese mínimo retroceso: desde 2007 la tasa de abandono ha bajado casi catorce puntos, a mayor velocidad que el resto de España. En nuestra comunidad permanece estancada la brecha entre hombres y mujeres, con una mayoritaria presencia de ellas en las universidades y un 10% menos de fracaso educativo. Andalucía destaca en España, a su vez el país de la Unión Europea con peores resultados, aunque su media (20%) se acerca lentamente al objetivo del 10% para 2020.

“Se sigue repitiendo lo que pasaba hace cien años”

Más de diez mil personas respondieron el día 16 a la oportunidad de reengancharse a los estudios y abrir sus opciones profesionales. Esta era una de las dos convocatorias anuales que la Junta realiza para facilitar la obtención del título de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) a mayores de 18 años. España es el único país europeo donde se «corta» a los alumnos impidiéndoles avanzar en el sistema educativo sin ese título imprescindible, como señalan los expertos en diversos artículos. Esta peculiaridad provoca que en la práctica se unifiquen los conceptos de fracaso escolar y abandono temprano, que Andalucía trata de revertir. «En Inglaterra supera la educación obligatoria el cien por cien de los estudiantes, a todo el mundo se le da el título. ¿Quién va a contratar a alguien que no tiene ni la ESO?», razona Francisco Martín Zúñiga, profesor de la Universidad de Málaga.

«Tendría que haber un currículum diseñado para motivar y quien quiera dedicarse al comercio u otro tipo de actividad que no implique seguir estudiando. Eso falla», lamenta. En su opinión, la Lomce y sus reválidas –actualmen suspendidas– «van a provocar un mayor fracaso porque expulsan a los alumnos del sistema educativo y a ese porcentaje de entre el 25 y el 30% se le acaban las posibilidades de hacer otra formación. Están condenados a vivir sin recursos».

«Mis investigaciones corroboran que lo que pasaba hace cien años en la educación se sigue repitiendo en muchos aspectos», dice Martín Zúñiga tras haber ahondado en las consecuencias del analfabetismo a principios del siglo pasado y en la historia de la educación de adultos.

Rechaza el concepto de una Andalucía lastrada aún por la desigualdad histórica y ofrece un par de soluciones básicas al fracaso escolar: «atajarlo en Primaria, antes de que empiece» y «establecer currículums flexibles, como hizo la Logse».