Historias de joyas reales

Les dejé ayer con el apuesto príncipe Carlos de Borbón en el punto de mira de la reina regente como posible candidato para casarse con la princesa de Asturias. Don Carlos realiza una gira por las cortes europeas en plan de presentación y en Austria, tierra natal de Doña María Cristina se rumorea que hay algo más que amistad con una archiduquesa austríaca. Al conocer la noticia, la regente hace llamar al príncipe italiano interrogándole sobre el posible romance. Él no tiene dudas y niega ningún compromiso, al tiempo que reclama a la reina madre el permiso para solicitar la mano de la princesa de Asturias. La boda se celebró con gran alegría. Don Carlos, además de consorte de la princesa de Asturias, fue reconocido como infante de España y general del ejército. Todo transcurría felizmente, tuvieron hijos: Alfonso, Fernando e Isabel Alfonso. De este parto falleció Doña Maria de las Mercedes, princesa de Asturias desde su nacimiento hasta su muerte. Pasado el tiempo, Don Carlos se casa en segundas nupcias con Luisa de Orleans –la dueña de la tiara subastada–, matrimonio bendecido por la Casa Real. La pareja tiene cuatro hijos: Carlos, María Dolores, María de las Mercedes y Esperanza. Ahí comienza el protagonismo dinástico de Doña Luisa, puesto que es madre de Doña María, que se casa con Don Juan de Borbón, que fue rey de derecho de España desde la renuncia de Alfonso XIII. Del matrimonio nace Don Juan Carlos, continuador de la dinastía española. Volvamos a la tiara, origen de esta historia. A la muerte de la infanta Luisa, la citada joya es recibida en herencia por su hija doña Esperanza, casada con Don Pedro de Orleans Braganza. A su vez, doña Esperanza la transmite a su hija María Gloria, que la vendió en 1982. Desde entonces hasta la fastuosa subasta de hace unas semanas. Curiosidad: han tenido que pasar 110 años para que tengamos la tercera Princesa de Asturias titular y han pasado más de 600 años de la historia de España, entre Catalina de Lancaster y Leonor de Borbón.