Londres
Infinitas curiosidades
Ayer titulaba de una forma parecida, y es que las curiosidades inundan la vida diaria. Desafortunadamente, siempre hay que volver al drama catalán, ya convertido en tragedia, e incluso por animarnos los unos a los otros en tragicomedia. Oía a un prestigioso médico de la mente, refiriéndose a ciertos líderes catalanes, que cuando durante años se da forma a un plan muy elaborado para conseguir un objetivo a toda costa, en este caso la independencia de Cataluña, al retorcer tantos los argumentos, los propios creadores terminan creyéndose sus propias mentiras. Esto ya lo había practicado con gran éxito el eficasísimo ministro de propaganda del nazismo, Joseph Goebbels. Con motivo de no conceder a Barcelona ser sede de la Agencia Europea del Medicamento se ha organizado una batalla dialéctica sobre quiénes son los culpables del desastre. Vamos, una especie de «entre todas la mataron y ella sola se murió». Hasta el mismo ministro de Justicia ha entrado al trapo, para mí de forma desafortunada. Solo hay que acudir a hechos concretos, que es donde está la verdad. ¿Por qué sale de Londres esta agencia europea? Porque Gran Bretaña se marcha del marco de la Unión Europea. Por lógica, es imposible trasladar dicho organismo a un territorio que pretende salirse del de esa unión de países.
Viendo los cambios de itinerarios para la próxima «Madrugada», sin duda la cofradía que va sufrir un calvario, con una especie de vuelta al ruedo para entrar en la Campana con salida por puerta lateral incluida, es justamente la hermandad del Calvario.
Empezamos por el drama. Voy a terminar en el vodevil, en la cena de gala del Sicab. La pareja más fotografiada en el «photocall» fue sin duda la formada por Carlos Falcó, Marqués de Griñón, y su flamante esposa, Esther Doña, marquesa consorte. Al saludarlos –por cierto ambos encantadores–, alguien me preguntó mi opinión sobre Esther. Contesté que era un espectáculo y que cada cual le busque sus vueltas. De todo, me quedo con la cara del marqués: felicidad intensa, alegría desbordada, con un aire que decía «aquí estoy yo con el ‘pibonazo’ de la noche». Al despedirme de la pareja me saludó una señora en la que apenas reparé. Inmediatamente recibí una afectuosa palmada de un señor con planta un tanto rústica que me dijo: «Soy el padre de la marquesa». Deduje sin ningún gran trabajo mental que los padres de la recién casada acompañan a la niña, no vaya a dar un mal paso. Vano esfuerzo, a la vista esta que esta bella mujer no da puntada sin hilo.
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