Literatura
La inmortalidad ganada en la literatura
García Montero se adentra en la poética del «Llanto por Ignacio Sánchez Mejías»
García Montero se adentra en la poética del «Llanto por Ignacio Sánchez Mejías»
La cátedra Ignacio Sánchez Mejías arrancó ayer su IX seminario dedicado a las relaciones entre la tauromaquia y los poetas de la Generación del 27. Gerardo Diego, Aleixandre, Alberti, Dámaso Alonso, José Bergamín, Federico García Lorca... todos se preocuparon literariamente por una fiesta que vivió hasta el hachazo de la Guerra Civil una comunión con los principales estandartes de la cultura que no se ha vuelto a repetir. Quizás por un exceso de complejos que no son los que tenía precisamente García Lorca: «el toreo –dijo– es probablemente la riqueza poética y vital mayor de España, increíblemente desaprovechada por los escritores y artistas, debido principalmente a una falsa educación pedagógica que nos han dado y que hemos sido los hombres de mi generación los primeros en rechazar. Creo que los toros es la fiesta más culta que hay hoy en el mundo; es el drama puro, en el cual el español derrama sus mejores lágrimas y sus mejores bilis».
El poeta Luis García Montero se adentró precisamente en la poética del «Llanto por Ignacio Sánchez Mejías» que compuso García Lorca tras la muerte del diestro sevillano, a quien mató un toro en agosto de 1934 en la plaza de toros de Manzanares y con el que mantuvo una estrecha amistad. Luis García Montero aseguró que García Lorca le dio a Sánchez Mejías con el «Llanto» la vida eterna que no podía darle Dios. «Es un acto de reafirmación de la literatura. Con su poema le dijo ‘lo que no puede Dios lo puede la literatura’». De ahí el verso «te has muerto para siempre» en un pasaje de la elegía que el poeta granadino consideró la más importante del siglo XX. García Montero participó tras su intervención en un coloquio con el público. Señaló que los poetas de la Generación del 27 mostraron su interés por la tauromaquia entre otras cosas porque en ese momento la fiesta formaba parte de la vida cotidiana. «La cultura ha perdido muchas raíces rurales y los toros tienen una raíz rural. La actual vida urbana se ha encargado en buena parte de ello», deslizó. «Por ello la abundancia de mascotas no es más que una melancolía de lo rural».
La Generación del 27 se empapó de las nuevas propuestas vanguardistas como el surrealismo –tan presente por ejemplo en «Poeta en Nueva York» de Lorca– o el creacionismo que llegó a Gerardo Diego –uno de los miembros de la nómina del 27 que más abordó la temática taurina– de la mano de Huidobro, aunque si algo caracterizó a este grupo de poetas es la perfecta armonización entre el nuevo lenguaje de vanguardias y la tradición del romancero y de los principales exponentes del Siglo de Oro, especialmente del cordobés Luis de Góngora. Rogelio Reyes, catedrático de Literatura de la Universidad de Sevilla; el poeta Carlos Marzal; y el periodista y escritor Juan José Téllez analizaron la vigencia de las propuestas vanguardistas de la Generación del 27 en un coloquio que moderó el profesor de la Facultad de Comunicación de Sevilla y director de la Cátedra Ignacio Sánchez Mejías, Juan Carlos Gil.
En este sentido, Carlos Marzal argumentó que «la Generación del 27 estuvo a la altura de la tradición pero los poetas que la integraron tuvieron la agudeza de no dejarse arrastrar por las vanguardias». Fueron vanguardistas «ma non troppo». «La Generación del 27 fue la última gran generación taurina. Esto luego no se ha repetido. En el momento en el que la Generación del 27 escribe el gran espectáculo, sin competencia, son los toros», deslizó en línea con García Montero. Marzal citó a Lorca, a Bergamín, pero aseguró que Gerardo Diego, que entraba por cierto a su casa empuñando la llave como si fuera un estoque y haciendo el volapié, fue el más taurino de todos.
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