Crisis del PSOE

La Virgen de los Reyes salva el Año de la Fe

La procesión extraordinaria de la patrona de Sevilla, único culto externo que se suma a la celebración. Baja la asistencia en comparación con el tradicional 15 de agosto; la megafonía genera polémica

Paso de la patrona de Sevilla, que lució el manto de tisú celeste
Paso de la patrona de Sevilla, que lució el manto de tisú celestelarazon

SEVILLA- Tuvo que ser la patrona, la Virgen de los Reyes, la que salvara el Año de la Fe en Sevilla. Por lo que tiene de aglutinadora de la devoción popular, por la medida exacta de su procesión, por el cariño desmedido que los sevillanos le profesan a esta imagen y por ser una talla que, más allá de afectos particulares y la pertenencia a una u otra hermandad, genera un sentimiento unánime de admiración. El Papa emérito Benedicto XVI proclamó 2013 como el Año de la Fe y la Archidiócesis de Sevilla, con su arzobispo al frente, Juan José Asenjo, se pusieron manos a la obra para celebrar este singular acontecimiento para la Iglesia. Una de las citas más significativas iba a ser el Vía Crucis Magno previsto en la pasada Cuaresma, como principal acto de culto externo. Catorce imágenes de cristo –entre las que se encontraban el Gran Poder, el Cachorro o el Señor de la Salud de Los Gitanos– iban a participar en una convocatoria insólita y multitudinaria, pero la lluvia se encargó de dar al traste con todo. Por eso, la procesión de ayer sirvió para evidenciar el vigor de la Iglesia de Sevilla y que la fe, muchas veces entendida de manera particular por los sevillanos, sigue articulando muchos aspectos de la vida de la ciudad.

En tiempos de crisis sobran las grandes demostraciones, los espectáculos huecos y los adornos. La de la Virgen de los Reyes es una procesión corta, sin estridencias, ajustada al rito y que va dejando silencios que invitan a la oración. Precisamente, éste era el objetivo fundamental del acto: que los fieles acompañaran a la imagen rezando el rosario. Y se consiguió.

A las 7:30 de la mañana comenzó a salir el cortejo por la Puerta de Palos de la Catedral. A diferencia del 15 de agosto, las filas estaban integradas por representaciones de las hermandades de Gloria, con su estandarte corporativo y cuatro varas. También la junta superior del Consejo de Hermandades, los sacerdotes, los canónigos de la Catedral y el arzobispo, acompañado del obispo auxiliar Santiago Gómez. En esta ocasión iban desfilando delante del paso, y no detrás. Para remarcar el carácter extraordinario de la cita, no participaron la corporación municipal ni el escuadrón del ejército. Todo más austero para facilitar así la participación de los devotos.

Sin embargo, la procesión dejó algunas sombras. Asistió mucho menos público en comparación con las salidas del 15 de agosto. Tan sólo un cuarto de la plaza Virgen de los Reyes se llenó a la hora de la salida, cuando habitualmente está repleta en pleno agosto. «Hoy es día de comuniones y mucha gente no ha podido venir. Además, en verano sale en un día festivo y es más fácil asistir», comentaban tras la valla.

Otro de los aspectos que generó más controversia fue la megafonía instalada para que los fieles siguieran los rezos de los misterios del rosario y los cánticos de la coral polifónica. Era tal el volumen que en algunas ocasiones resultaba molesto. Además, los equipos estaban rodeados de vallas, con un vigilante, y en la calle Alemanes se convirtieron en un tapón para el público, con las consiguientes quejas.

La Virgen lució el manto de tisú celeste bordado en plata en 1904, con motivo de su coronación canónica. También la corona de plata sobredorada que lleva en los besamanos y en la novena. El paso estuvo adornado con gladiolos y azucenas, en vez de los tradicionales nardos, aunque sí había un pequeño ramo de estas flores en la delantera. Unas dos horas duró la procesión, algo más de lo habitual debido a los rezos. Los fieles aprovecharon la ausencia de los concejales y militares y se colocaron tras el paso, conformando así una estampa inédita.