Sevilla
Mucho más que pasos, túnicas y capirotes
Manuel Jesús Roldán y Rocío Plaza reflexionan sobre la Semana Santa en tiempos de crisis
En menos de un mes estarán listos los pasos que saldrán a la calle durante la Semana Santa. Siete días que se esperan durante el año y sobre los que parece que ya se ha dicho todo. Sin embargo, las verdaderas claves de esta fiesta siguen sin conocerse en profundidad pese que esta celebración goza de una salud como en ninguna otra época. Miles de nazarenos, un público que ya necesita de medidas de seguridad especiales, millones de beneficios; las cofradías viven una completa tensión que las puede llevar a una situación desconocida bajo la frase manida «morir de éxito». Manuel Jesús Roldán, autor de «La Semana Santa de la Transición», y Rocío Plaza Orellana, con «Los orígenes modernos de la Semana Santa de Sevilla», acaban de publicar en la editorial El Paseo sendos libros dedicados a analizar este fenómeno. Durante periodos de crisis reflexionan sobre una realidad vivida pero no cuestionada en la capital andaluza. Dos textos imprescindibles para entender un fenómeno que inundará las calles inminentemente.
Salen los cortejos, se llenan las calles, las autoridades organizan los desfiles y se mira al cielo para que nada falle, un trampolín para la promoción social, un acto religioso, una excusa para el desmadre. ¿Qué es en realidad este fenómeno de origen medieval que se mantiene inexpugnable? «Se trata de la condensación de todo lo que se es y de lo que se quiere ser en Sevilla. Es una fiesta religiosa, pero es mucho más incluso que una fiesta porque condensa todas aquellas por las cuales uno no se atrevería. En Sevilla no hay carnaval porque nos ponemos un antifaz o porque nos vestimos de costaleros. No hay otras grandes celebraciones porque ya salen los pasos, pero además es un compendio social. No funcionan otras asociaciones porque hay más de 50 hermandades y todo el mundo tiene su hueco», señala Roldán. Un artificio construido sólo para unas horas que luego se desmorona cuando las cofradías se han recogido pero cuyo peso se deja notar todo el año. Así lo explica Rocío Plaza, que destaca que a lo largo de la historia ha ido sumando adeptos. «A medida que han pasado los siglos el éxito ha sido mayor y todo el mundo ha tratado de encontrar un hueco en ella de la manera que sea».
Una fiesta que implica tanto a los que toman parte de ella como a los que no, un espectáculo complejo formado por contrarios. «Por eso es una fiesta total, las hay parciales, pero de la Semana Santa hasta los que pasan van en contra de ella, porque les importa. No se puede sustraer a ella incluso viviendo en el extrarradio», explica Roldán. Ambos han centrado sus estudios en procesos históricos en los que las cofradías vivieron un renacer pese a hacerlo en plena crisis política y social. «El punto de partida inicial es que se trata de una celebración del pueblo y para el pueblo, por encima del poder, sea el que sea, en toda su escala y su permeabilidad», concreta Plaza. Se trata de una experiencia social en continua tensión con el poder, religioso o civil según el momento, cuyo desarrollo dependerá de la fortaleza de esa fricción. Las crisis, siempre vienen dadas por factores externos como la invasión francesa o la quema de imágenes, de las que sale reforzada, y luego las internas como sucedió a comienzo de los años 70 del pasado siglo.
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