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Nuria Labari: «Las agresiones verbales de los políticos no deberían ser gratis»

La periodista y escritora Nuria Labari / Foto: La Razón
La periodista y escritora Nuria Labari / Foto: La Razónlarazon

Deja claro desde el inicio que su novela, «La mejor madre del mundo», trata sobre el «mito/timo» de la maternidad. ¿Por qué piensa que nos hemos dejado engañar?

Más que dejarnos engañar, que hay muchas cosas no dichas sobre el asunto y que damos por sabidas. Pensamos que no nos han contado nada sobre este tema, más allá de la función reproductiva, y no es así, cargamos con mucha herencia, con ideas, algunas milenarias y otras medievales, sobre ser madres y padres. Y ahí es donde empieza el timo. Llevamos mucho peso que desconocemos, de donde vienen muchas de nuestras frustraciones. El libro intenta poco a poco deshacer esa madeja de malentendidos.

¿Está igualmente mitificada la paternidad?

Tiene sus propios mitos también y los hombres tienen que reformularla. Tradicionalmente ha habido una separación entre la esfera doméstica, que era un espacio femenino, y otro espacio social, de poder y público, donde estaba lo masculino. Ese espacio doméstico se ha abandonado. Las mujeres nos hemos ido al mercado de trabajo y no hay nadie en casa. Padres y madres tenemos que reconquistar ese espacio. Para ellos, tener un hijo hasta ahora era un aspecto público más. Está cambiando: de la baja por paternidad que ocupaba menos que el puente de la Constitución hace solamente ocho años, ahora aspiran a tener dos meses. Los estudios de fecundación del CIS solo se hacían a mujeres hasta 2019, este es el primer año que incluyen a hombres y mujeres.

Sucede algo similar cuando preguntan por la conciliación solo a las madres.

Es que no existe la expresión «padres trabajadores» para nombrarlos. El lenguaje nos da muchas pistas de todas las cosas tan desiguales que aceptamos todavía.

Cuenta el caso de una treintañera estéril que siente la necesidad de tener hijos para «completarse». ¿Es un error hacerlo sin sentirse completa antes?

La protagonista siente que no estará completa hasta que no sea madre. Es algo que nos pasa a muchas mujeres y ella disecciona ese deseo para ver cuánto es suyo y cuánto es un deber social. Uno por desear algo no tiene que cumplirlo a toda costa. Llega a la conclusión de que el valor de una mujer no lo determina su maternidad. La maternidad no nos completa, es un complemento más. A veces se va a la maternidad como al amor romántico, con mitos que tanto daño nos hacen después.

Dice su protagonista que si fuera empresaria, contrataría a muchas madres trabajadoras porque no pueden decir que no a nada. ¿Después de quitarse la culpa de los hijos, toca desprenderse de la del trabajo por no llegar a todo?

Cuánta culpa puede llegar a tejer una madre, hasta sentirse inútil. Ella va elaborando cómo relacionarse con su trabajo para ver a dónde llega y a dónde no.

Aborda también el aborto. Se queda embarazada del tercero y decide no tenerlo. Y dice «no hace falta un padre para abortar, es una decisión exclusivamente de las madres». Hay partidos que quieren volver a regularlo para que no depende de la mujer. ¿Qué supondría ese retroceso?

La interrupción del embarazo, que ya hay una segunda ley de plazos en España, depende lógicamente exclusivamente de las madres

Pero necesitan un informe psicológico previo.

Al final es una decisión que tiene que ver con el cuerpo de la mujer, no es preciso que el padre firme ningún documento ni siquiera estar informado. Una mujer puede estar embarazada y no contarlo, obviamente. Las ideas de esos nuevos partidos son demenciales, antidemocráticas e inconstitucionales. Por declaraciones así en Alemania sobre los judíos, directamente pueden caerte penas de cárcel. Decidir obligar a las mujeres a no interrumpir embarazos para que esos supuestos hijos que podrían nacer sostengan el sistema de pensiones es perverso e ignorante. No todas las ocurrencias que tienen se pueden decir, ni se puede agredir al cuerpo de las mujeres. Las agresiones verbales de los políticos no deberían ser gratuitas.

¿Cómo surgió el tema de la novela? No les pone nombres a sus personajes, los llama de forma genérica.

Arraiga en mi experiencia, no hubiera salido sin ser yo madre o sin haberme enfrentado a un problema de infertilidad. Quería tratar la maternidad como un viaje de la imaginación y cuáles son sus consecuencias intelectuales sobre cualquier mujer. Me venía bien que los personajes fueran arquetipos, Hombre, con mayúscula, y los hijos H1 y H2. O el de MiMadre, al que todo el mundo reconoce en seguida. Me funcionaba mejor que ponerles nombre.