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París bien vale una exposición

Resulta muy gratificante para la mayoría de los españoles la cortesía y la atención del presidente de Francia, Emmanuel Macron, con los Reyes de España. El viaje real a París era de carácter cultural, se inauguraba una gran exposición del artista español Joan Miró. Pintor, escultor, ceramista, grabador... artista universal y catalán entusiasta. Nació en Barcelona en 1894, siempre se declaró antifranquista, por encima de todo demócrata, y cuando empezaba el fervor independentista, poco antes de morir con casi noventa años, quiso dejarlo claro: «No estoy a favor del separatismo, estoy a favor de la unidad española y de la unidad europea». Igualmente, expresó su afecto por los Reyes Juan Carlos y Sofía. Pero volvamos a París. El Estado francés habría quedado correctamente enviando al acto cultural a un ministro del gabinete, bien el de Exteriores o el de Cultura. No era una visita oficial, ni mucho menos de Estado. Pero el presidente de la República, junto a su esposa, quiso estar acompañando a los Reyes de España. Posteriormente, para poner más visible el afecto personal, los dos matrimonios se fueron a cenar juntos a un conocido restaurante. Era una forma de poder hablar sin protocolos y sin testigos. Eso de que las comparaciones son odiosas queda perfectamente representado con el pretendido desaire de Torra en Barcelona y el del lehendakari en Bilbao al Rey. Perdida la educación, poco se puede esperar de nadie.

Dejemos a los maleducados y disfrutemos de estos últimos domingos de calor veraniego para hojear las revistas. «¡Hola!» dedica más de la mitad de la portada a una de sus estrellas de toda la vida, Ana Obregón, que ha estado seis meses apartada del mundo y dedicada en Estados Unidos a cuidar a su hijo de forma ejemplar. Han vuelto por unos días, antes de comenzar el nuevo tratamiento para terminar con la tremenda enfermedad que padece Alejandro. En momentos tan duros es imposible hacer ninguna gracieta. Ana es ideal para ello, solo decir que los personajes tan marcados, hasta en una entrevista como ésta siempre terminan saliendo. De todo lo que cuenta, que es mucho, habla muy poco del padre de su hijo, con lo que sería prudente pensar que el citado señor no ha estado a la altura de las circunstancias. La otra mitad de portada de «¡Hola!» se dedica a la boda en Sanlúcar de Barrameda de José Ortega Cano y Ana María Aldón. Colorista y familiar boda. Les deseo de corazón que sean felices. Ortega es una muy buena persona, quizá con la cabeza con demasiadas fantasías, y Ana, a la que apenas conozco, es una mujer que hasta el momento se ha mostrado sencilla y discreta, y en este mundo esas son virtudes que ayudan a la buena convivencia. No han faltado por parte de los Ortega algunos reproches por no aparecer como ellos merecen en el reportaje de boda. Esta familia conoce algo cómo funciona el mundo de las exclusivas y más si hay un fuerte pago por la misma. Es la publicación quien escoge a los personajes que cree de más interés. No se trata de un álbum familiar.

Hablando de exclusivas, «Lecturas» nos trae a una de las reinas en esos cometidos: Isa Pantoja realizó un gran reportaje antes de entrar en «Gran Hermano» y repite nada más ser expulsada. Esta joven, que a sus pocos años lleva muchos kilómetros recorridos en su vida, aparece con un titular de rock duro: «Mi madre lloró y me pidió perdón». La creo. Es algo propio de una mujer que está a un paso de decirle a su hija: «Olvídame para siempre y sigue con la vida que tú quieres»; pero la madre termina haciendo lo que cuenta la hija, una y cuantas veces sean necesarias para no perderla. Isa, que es lista, siempre juega con esa ventaja.