Casas reales
Patriotismo en decadencia
Al menos en nuestra España. En los últimos días se ha escrito y hablado mucho de este tema. La conclusión es que nos da pudor en unos casos y en otros se da por hecho que el respeto a la bandera o a la Corona es cosa de derechistas recalcitrantes. Las únicas ocasiones en que damos rienda suelta a los colores nacionales son en los grandes acontecimientos deportivos, especialmente en el fútbol, donde se pierde cualquier vergüenza y podemos ver incluso a personas muy serias disfrazadas y pintarrajeadas como para el desfile de travestis del carnaval de Tenerife. Escribía Esperanza Aguirre, a la vuelta del funeral de Estado de Margaret Thatcher, la envidia que produce ver el gran sentido del patriotismo que siempre manifiestan, y más en estas ocasiones, los británicos. Todas las monarquías europeas conservan una liturgia, un ceremonial que representa el poder, la historia, el orgullo de la nación. Las suntuosas carrozas, los trajes de corte, las grandes joyas, aparecen, en las aperturas de los parlamentos, en los cumpleaños reales y en cualquier ocasión que se presente. Recordemos las fastuosas celebraciones del 50 aniversario como Reina de Isabel de Inglaterra. El pueblo las vivió encantado sin ponerse a ver cual había sido el costo, que siempre habrá sido barato comparándolo con la inmensa publicidad positiva a escala mundial que significó. Igualmente, se celebran cumpleaños y todos los aniversarios de coronación. Dentro de unos días veremos parecidos fastos en la coronación de los nuevos Reyes de Holanda. Al principio de restaurarse la monarquía, se celebraba con cierto empaque el santo del Rey y los Jardines del moro del Palacio Real se llenaban con una representación importante de la sociedad. Todos de gala, se suprimió. No se han celebrado con al menos cierto decoro, ni los 25 años del reinado de Don Juan Carlos, ni los 30, ni los 35. Ni bodas de plata, ni de oro matrimoniales. Teniendo en cuenta que con tanto pedir transparencia sobre todo por parte de los más opacos, cualquier día pedirán la marca de magdalenas que toma el Rey en el desayuno, que por razones obvias no van a ser Ortiz. No es de extrañar la extremada cicatería del Reino de España a la hora del ceremonial.
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