Jerez de la Frontera

Peligro precoz

“Adoramos hasta el paroxismo a los jesulines y los danipedrosas, cuyas historias son presentadas como modelo”

“Adoramos hasta el paroxismo a los jesulines y los danipedrosas, cuyas historias son presentadas como modelo”

eapareció el matador de toros (nunca) retirado Jesús Janeiro en Morón de la Frontera, un pueblo que se escribe con mayúsculas en su biografía por intercesión de Manuel Morilla, su primer apoderado, en loor de multitudes y con rutilante éxito. El nuevo ruralismo, tan en boga que hasta se presume factor decisivo en las próximas elecciones, canta las virtudes de la tauromaquia como elemento esencial de la patria, lo que está generando un negocio al que no quiere ser ajeno Jesulín de Ubrique, quien fue un fenómeno pregonado en su época de becerrista quinceañero: «¡El torero de los 90», tronaba la megafonía de los campos de fútbol un lustro antes de su alternativa. En ciertas disciplinas, en casi todas, la excelencia está asociada a la precocidad. (...) El domingo, en el circuito de Jerez de la Frontera, falleció el motorista roteño Marcos Garrido, accidentado durante una prueba del Campeonato de Andalucía de velocidad. Tenía 14 años y enseguida se ha reabierto el debate sobre la idoneidad de poner a críos al mando de máquinas de muchos centímetros cúbicos: él llevaba pilotando desde los seis añitos. Es deporte, sí, pero también y sobre todo es de riesgo. Cabe cuestionarse hasta qué punto es responsable que un chaval sin capacidad legal para manejar un vehículo por la calle a 30 kilómetros por hora pueda conducirlo por un circuito a 200, como tampoco sobran preguntas sobre qué peligro corre un adolescente de 50 kilos plantado delante de un novillo de tres quintales. La respuesta es que adoramos hasta el paroxismo a los jesulines y los danipedrosas, cuyas historias de éxito son presentadas como modelo para las generaciones siguientes... y eso que da una medida exacta de cuánto nos importan tragedias como las de Marcos Garrido. Seguirá ocurriendo.