Teatro

Sevilla

«Quien diga que la Transición no sirvió para nada no tiene ni puta idea»

Protagoniza «La muñeca de porcelana», obra que acaba de estrenar en Sevilla

El actor José Sacristán
El actor José Sacristánlarazon

José Sacristán protagoniza «La muñeca de porcelana», obra que acaba de estrenar en Sevilla, en la que interpreta a un millonario al que una llamada de última hora chafa sus planes de retiro.

Al otro lado del teléfono, la voz de José Sacristán (Chinchón, 1937) le resulta a uno tan familiar que por un segundo se pierde la perspectiva del personaje y parece que se charla con un tío que te felicita las pascuas. Eso sucede porque junto a un grupo de actores irrepetibles que construyeron la memoria sentimental de los españoles, se metieron en nuestras vidas casi de tapadillo y ahora forman parte de lo que somos como individuos y como pueblo. Este chico madrileño que ve los ochenta años cerca mantiene el mismo vigor y el tipo que hace 50 años cuando empezada a despuntar en lo que se denominó el «landismo», un plus que le permite abordar una obra escrita para Al Pacino que trata sobre la podredumbre de la sociedad actual.

–David Mamet dice que «La muñeca de porcelana» es mejor que el sexo oral. Ése sí que es un buen reclamo publicitario, ¿eh?

–Me lo han dicho varias veces y la verdad es que yo no sé qué idea tiene el señor Mamet de lo que es la práctica del sexo oral, pero los de Chinchón tenemos una que a mí no me coincide nada con las bondades de este texto. Entre otras cosas porque no sé si Mamet se refiere a cuando lo practica uno o se lo practican a uno.

–Por eso se lo digo, porque la gente en la taquilla no sabe qué hacer ni cómo ponerse...

–Claro, pero lo mejor que puede hacer la gente es pensar que va a ver una obra de teatro y esas cosas dejarlas para el hogar, dulce hogar. Tiene gracia lo que dice el autor, no sé cómo ve la obra él.

–¿Y usted cómo la ve?

–Pues la veo una obra más de este autor tan lúcido y riguroso, tan atento a todo lo que pasa en nuestro tiempo. Con su punto de mala leche, porque me parece formidable esta especie de colonoscopia que le hace al poder al meterle el aparato por el mismísimo culo para mostrarle las tripas con toda la podredumbre de la lucha de un poder contra otro poder. Es ni más ni menos de lo que se trata.

–¿Una llamada de última hora puede joderte la vida?

–Hombre, no te quepa duda. Yo pienso que sí, aunque todavía en mi caso no se ha dado, pero hay llamadas que mejor que no se produzcan, claro.

–Mi padre decía que las cartas no se abrían ni antes de comer ni antes de dormir.

–Y en la mía, pobre de aquel que recibiera un telegrama, porque eso eran malas noticias.

–¿Hoy el poder quién lo tiene?

–Hay distintas maneras, pero hoy reside en la puta pela, que es el que maneja el cotarro. En ocasiones, el poder político no es más que un títere del poder económico. Lo que pasa es que están perfectamente conectados, si no en perfecta conexión sí en encontrada conexión. De hecho, cuando las posiciones son encontradas es lo político lo que desparece.

–Los cómicos se quejan de que los políticos les subieron el IVA, pero ahora hay políticos que están haciendo un papelón...

–En mi pueblo estaba el tío Tomás que decía: «Lo primero es antes» y hay que establecer un orden de prioridades. Si quieres que te diga la verdad, todo lo que está pasando con el contubernio político y lo que viene pasando desde hace unos años me tiene bastante harto. Estoy en una perplejidad expectante y bastante harto, asumiendo cómo lo plantea Mamet en la obra mi total irresponsabilidad como ciudadano que me corresponde.

–¿Le ha costado mucho al de Chinchón meterse en la piel de un millonario?

–Hombre, lo que pasa es que el de Chinchón lleva ya unos años en el oficio y tiene alguna experiencia, aunque sea técnica. Sobre todo me ha ayudado mucho el traje que me han hecho en una tienda aquí en Sevilla, con sólo ponértelo te sientes el dueño de un avión a reacción. La facilidad la da un personaje como éste, que es un regalo, aunque hay que sudar la camiseta, pero vale la pena.

–¿Cómo se encuentra Sacristán con casi 80 años?

–Pues como decía Fernán Gómez, «vamos durando». La madre naturaleza se ha portado bien conmigo, ha tenido generosidad y uno procura tenerla en cuenta. Van a caer 79 dentro de poco, hay que estar al loro.

–¿Y tiene los mismos nervios que cuando comenzaba?

–Los mismos no, son distintos, porque cada aventura sabes que es como volver a empezar cada función. Creo que algo tiene que haber, eso te ayuda y te apoya un poco, la experiencia te dicta que cuentas con usos, mecanismos que te permiten responder, pero siempre hay un riesgo, qué duda cabe. Las mariposas siempre están ahí y el día que no estén es que se debe dejar esto.

–Además el teatro tonifica más que el cine.

–No lo creo, lo que sienta bien es el personaje, la historia y los compañeros. El medio o el género, no digo que me es indiferente, porque el teatro es la tabla de gimnasia más completa para un actor, pero yo prefiero una buena serie de televisión que hacer mal una obra de teatro, El personaje y la historia, ahí está la clave.

–«Asignatura pendiente» cuenta todo lo que se negó a la generación que nació bajo el franquismo. Ahora mucha gente dice que la democracia ha sido una farsa y que hay que cambiarlo todo. ¿Cree que se debe rodar una película similar a la de Garci?

–Siempre hacen falta películas como ésa porque está hecha con una gran carga de sinceridad e incluso con muchas dosis de ternura. Vista en el tiempo la salva, además de que es una gran película, el punto de inocencia con el que se cuenta todo reconociendo nuestras contradicciones y nuestros defectos. Por supuesto que cada generación tiene que revisar sus propias asignaturas pendientes, lo que no es cierto es lo que dicen algunas voces de que la Transición no sirvió para nada...

–Pues hay quien dice que fue un parche...(interrumpe)

–¡Yo lo que digo es que quien diga que la Transición no sirvió para nada no tiene ni puta idea! Así de claro y de sencillo, no tienen ni puta idea de la relación de fuerzas en la que se resolvió aquel trámite. Por decirlo así claro.