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SOS de guardias civiles: «Estamos desbordados con varios 'Aquarius' al mes»

La AUGC de Cádiz reclama más medios y un protocolo de actuación para hacer frente a las crecientes oleadas de inmigrantes. «Los políticos están en un despacho y nosotros allí», se quejan

Salvamento Marítimo rescató a 141 inmigrantes de trece pateras en aguas del Estrecho de Gibraltar desde la madrugada de ayer a los que trasladó al puerto de Tarifa (Cádiz) en un operativo que arrancó a las 03:30 horas (Foto: Efe)
Salvamento Marítimo rescató a 141 inmigrantes de trece pateras en aguas del Estrecho de Gibraltar desde la madrugada de ayer a los que trasladó al puerto de Tarifa (Cádiz) en un operativo que arrancó a las 03:30 horas (Foto: Efe)larazon

La AUGC de Cádiz reclama más medios y un protocolo de actuación para hacer frente a las crecientes oleadas de inmigrantes. «Los políticos están en un despacho y nosotros allí», se quejan

Inician un incierto viaje. Llegan por convulsiones, por oleadas, y a menudo hay que salvar de un mar de silencios espesos. Las aguas del Estrecho son escenario de rescates cada vez más frecuentes con la llegada del buen tiempo. «Estamos desbordados», avisan fuentes de la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC) de Cádiz a LA RAZÓN. Aseguran que «los medios con los que cuentan» para la «recepción» y el «traslado» de estas personas «son escasos». «Aquí recibimos varios 'Aquarius' todos los meses», añaden, para anotar que a esa circunstancia hay que sumarle otras como el combate intenso contra el narcotráfico, lo que hace que «lo normal sea que para vigilar 60 o 70 kilómetros de costa haya cuatro agentes».

Recogen a los inmigrantes «a diario» de «embarcaciones de todo tipo, incluido barcas de playa», a veces «a las puertas mismas de Marruecos» y los puertos de Tarifa y Barbate suele ser el rumbo «para las descargas». Una vez en ellos intentan identificarlos y clasificarlos «por nacionalidades» y por una edad que «calculan a ojo». Trabajan hombro con hombro con Cruz Roja, que es la que realmente «los atiende». Para trasladarlos de esos puntos base, la Comandancia de Cádiz «cuenta con cinco autobuses, con sus años» en las ruedas y están «cortos de conductores». «Se han dado casos de que había dos agentes para acompañar a más de 20 inmigrantes» y en ocasiones «han tenido problemas por peleas entre ellos», denuncian. Superados esos trayectos, el destino «son las comisarías de distintos municipios» en cuyos patios los que un día decidieron emprender un viaje borroso, «han estado sentados durante horas porque los calabozos estaban llenos», lo que implica que «los efectivos que se quedan allí vigilándolos dejan de hacer otro tipo de tareas en poblaciones del litoral gaditano que en época estival incluso llegan a triplicarse». «En los centros de menores tampoco hay sitio, están más que hacinados por lo que a nadie le sorprende ya cuando los ven entrar y salir», avisan. En los últimos días se han habilitado polideportivos en varias localidades de la zona para intentar paliar de emergencia la escasez.

Desde AUGC reclaman más efectivos, «no sólo agentes en prácticas», y medios materiales. «Hay jefes que ya han dado el toque para que racionemos los guantes de látex, que muchas veces nos da Cruz Roja, y tampoco tenemos elementos como gel antiséptico», lamentan. Y encadenan: «Los políticos están en un despacho y nosotros allí. Somos los que podemos llevar enfermedades a nuestras casas». En ese punto reclaman un «protocolo de actuación», más allá de «las órdenes». «Nos dan instrumentos antidisturbios o disuasivos para impedir que entren, pero no chalecos salvavidas o lanchas. Si nos lanzamos al agua para socorrerlos, como han hecho algunos compañeros y se ha visto en vídeos, nos jugamos la vida», argumentan. «Y los guardias civiles somos los mismos –cosen–, los que nos tiramos para recoger a estas criaturas y los que empleamos los otros utensilios». Tienen que recurrir, dicen a cursos de «preparación» ofertados por las organizaciones sindicales. Se muestran convencidos de que las voluntades de fuga no van a disminuir. «Mientras no tengan unas condiciones dignas de vida, intentarán llegar a Europa por cualquier medio», garantizan. Demandan que se mire «al origen» para buscar soluciones. Saben que las vallas o las concertinas que el Gobierno central quiere retirar ahora no lo son, pero matizan que «si están ahí es porque son disuasorias» y defienden que deben ser sustituidas por «algo» menos «lesivo», dado que el flujo de llegadas no va a parar y, en Europa, dicen, «no hay sitio para todos». Es un asunto complejo, con muchas aristas, algunas de las cuales hay guardias civiles que conocen de primera mano.